MAMÁ SEXY
Cinco Grammys, 27 millones de discos
vendidos y un bebé en camino. Christina Aguilera, la princesa salvaje
del pop, deja atrás su pasado de chica mala y se enfrenta a la
maternidad sin pudor.
Por Lucy Kaylin.
Cuando llego al Hotel l'Ermitage de Los Ángeles para entrevistar a
Christina Aguilera, un guradia de seguridad enorme vigila la puerta
principal. En el universo de la superestrella del pop no hay sitio
para la improvisación. Al fin y al cabo, estamos hablando de un
auténtico talento musical, una voz volcánica que consigue convertir
canciones ligeras de amor en himnos con tintes épicos. Pero estos
días, el valor del "paquete Aguilera" ha subido como al espuma: la que
fuera el ídolo de adolescentes más salvaje está embarazada.
Christina llega a la cita con un café en un vaso de papel, lleva
llegins negros, zapatos Louboutin y un jersey rojo que
cubre su barriguita, casi del tamaño de un balón de fútbol. ¿Me
permites? , le digo, estirando el brazo para tocarla. En
circunstancias normales, haber intentado saltar la valla electrificada
invisible que rodea a las estrellas de su magnitud habría resultado
impensable. Pero es difícil resistirse a esta terrenal y radiante
versión de la canatante. Hija de un padre maltratador, sobrevivió
gracias a la fuerza de su voz y alcanzó la fama prematura, junto con
Britney Spears y Justin Timberlake, en la versión norteamericana del
programa de televisión Club Disney [...] Su último disco,
Back to basics ha superado las expectativas: con cuatro millones
de copias en la calle, es el disco doble de una cantante femenina más
vendido de la historia. El embarazo les pilló por sorpresa tanto a
ella como a su marido, el publicista Jordan Bratman, con quién se casó
hace dos años en California, y a quien Christina define como su
mejor amigo, que huye de la atención pública, y que sabe
distinguir cuando ella quiere oír a verdad , y cuando
necesita comer porque está gruñona .
Pensabamos empezar a intentarlo cuando terminara la gira mundial,
que acabó en septiembre pasado, comenta, ya sentada en el jardín
del hotel, donde su maquillaje en tonos plateados y ciruela la aleja
de la imagen de niña que dio a finales de los 90, acariciándose su
coleta rubio platino. Así que había dejado de tomar la píldora
para ir preparando mi cuerpo, porque no sabía cuánto tiempo tardaría.
Siempre oyes que pueden pasar unos meses hasta que te quedas. ¡Pero no
contábamos con megaóvulo y superespermatozoide!, cuenta riéndose.
Así es como los llama mi maquillador. Mi reacción fue: '¡Dios mío,
no me lo puedo creer!. Aguilera calcula que se quedó embarazada
cuando Bratman la visitó en Georgetown, durante la etapa americana de
su gira. Se suponía que me tenía que venir el período, pero no me
venía y a mi nunca se me retrasa. Comencá a sentir emociones que no
había tenido antes, me estaba empezando a poner sensible. Así que me
hice un test de embarazo. Cuando salió positivo me quedé con la boca
abierta; comencé a temblar. Lo único que podía hacer era sonreír, y me
eché a llorar. Horas después de hacerse unas cuantas pruebas más y
visitar al doctor para estar segura, le contó la noticia a un
petrificado Bratman, que estaba en Nueva York. Hasta ahí todo bien.
Salvo por el pequeño de que todavía se encontraba en el último mes de
los ocho que duraba su gira mundial. Estaba paranoica , dice
Aguilera, de 27 años, y que, durante cada actuación, se cambia al
menos 10 veces de vestuario, se cuelga de un trapecio de circo, monta
en un caballo de tiovivo y ejerce de dominatrix, todo subida en unos
vertiginosos tacones. Alguien podía resbalarse y caer, yo misma me
podía caer. No estaba dispuesta a poner en peligro mi embarazo en
beneficio del espectáculo. Así que comenzó a llevar un monitor
cardíaco oculto. No me apetecía que el público estuviera
incómodo, preguntándose: '¿una mujer embarazada en el escenario se
encontrará bien?'Pero tenía que contárselo a mis músicos y bailarines,
porque quería quería asegurarme de que me cubrirían las espaldas.