Entrevista con Vannevar Bush

por María Teresa Cortell Lozano


Perfil

Vannevar Bush (11 de marzo de 1890 - 30 de junio de 1974) fue un ingeniero y científico estadounidense. Es conocido por el rol político que tuvo en el desarrollo de la bomba atómica y por su idea Memex, que es un concepto precursor a la World Wide Web. Nació el 11 de marzo de 1890 en Everett, Massachusetts y estudió en el Tufts College de la Universidad de Harvard y en el Instituto de Massachussetts de Tecnología (MIT). En 1919, se une al Departamento de Ingeniería Electrica del MIT, donde ejerció la docencia durante 12 años. Trabajó en tareas como la fabricación de dispositivos ópticos y de composición fotográfica, de sistemas de almacenamiento y recuperación de microfilms. En 1922 funda la compañía American Appliance Company con su compañero Tufts Laurence, K. Marshall y el científico Charles G. Smith en Cambridge (Massachussetts), que posteriormente se vería convertida en Raytheon. Raytheon era una compañía, principal contratista en materia de Defensa del Gobierno de los EE.UU., que se ocupaban de las tareas de seguridad ciudadana causada por los posibles agentes externos. En la década de 1930 construyó la primera computadora analógica a la que llamó analizador diferencial. Se diferenciaba de las digitales en que representan los números mediante tensiones eléctricas de voltaje variable, y servía para realizar automáticamente algunas de las operaciones elementales. Este invento tuvo repercusión en muchas áreas, especialmente en la ingeniería y en la química. En 1939 es nombrado presidente del Carnegie Institute de Washington, y Director del National Advisory Committee for Aeronautics; en 1941 fue nombrado, por el presidente de EE.UU., director de la Office of Scientific Research and Development, siendo jefe de una comunidad de científicos encargados de la creación de la bomba atómica en los albores de la Segunda Guerra Mundial. En 1945 publica un artículo llamado «Cómo podríamos pensar» "As we may think", en la revista Atlantic Monthly, donde describió, principalmente, la llegada de dos dispositivos.

M.C.: Los avances científicos durante la Guerra han sido muy grandes, pero ¿cuáles han sido los beneficios que el ser humano ha extraído del uso de la ciencia?

V.B.: En primer lugar, han aumentado su control sobre el entorno material. Han mejorado su comida, su vestido y su vivienda, además de aumentar su seguridad y liberarlo, al menos en parte, de las ataduras de la existencia primitiva. Asimismo, le han proporcionado un creciente conocimiento de sus propios procesos biológicos, de modo que lo han ido liberando progresivamente de la enfermedad y han aumentado su esperanza de vida. Al mismo tiempo, han arrojado luz sobre las interacciones de sus funciones psíquicas y fisiológicas, otorgándole la promesa de una mayor salud mental. La ciencia ha proporcionado al ser humano formas veloces de comunicación entre personas individuales, le ha permitido el almacenamiento de las ideas y le ha otorgado la posibilidad de manipular este archivo y extraer de él ideas, de modo que el conocimiento evolucione y perdure a lo largo de toda la existencia del género humano, y no sólo de la vida de sus componentes individuales. Hay una enorme montaña de investigaciones científicas que no para de crecer pero, paradójicamente, cada vez está más claro que hoy en día nos estamos quedando atrás debido a nuestra creciente especialización.

M.C.: ¿Cómo se introduce un registro en el archivo?

V.B.: En la actualidad, para introducir un registro en el archivo utilizamos el método de ejercer presión con un lápiz o el de pulsar las teclas de una máquina de escribir. Posteriormente, se da un proceso de compilación y corrección, seguido de un intrincado proceso de composición tipográfica, impresión y distribución. Respecto al primer estadio del procedimiento, podemos preguntarnos “¿dejará el autor del futuro de escribir a mano o a máquina para hablar directamente con el archivo?”. En una reciente Exposición Universal, se mostraba una máquina denominada Voder. Una señorita pulsaba las teclas del aparato, y éste emitía palabras audibles y reconocibles. En los Laboratorios Bell existe una máquina opuesta o simétrica al Voder, que se denomina Vocoder, en la que el altavoz se sustituye por un micrófono que captura el sonido. El otro elemento sería el taquígrafo, ese en cierto modo desconcertante aparato que podemos encontrar, por lo general, en ciertos acontecimientos públicos durante los cuales una señorita pulsa lánguidamente unas teclas mirando hacia la sala o hacia alguno de los oradores con un aire inquietante.

M.C.: ¿Cómo trabaja un científico para crear ese archivo?

V.B.: Durante las investigaciones científicas, han de ocurrir muchas cosas aparte de los procesos de recolección de datos y observaciones, el de extracción de material del archivo existente y el de inserción final del nuevo material en el cuerpo general del archivo común. Ciertamente, no existe ningún substituto mecánico para el pensamiento maduro; el pensamiento creativo y el pensamiento repetitivo son muy diferentes, y para éste último sí existen, y podrán existir en el futuro, potentes ayudas mecánicas.

M.C.: ¿Y cómo se puede acceder a ese archivo ? ¿cómo se seleccionan los archivos?

V.B.:El verdadero núcleo de la cuestión de la selección, no obstante, va más allá de un retraso en la adopción de mecanismos por parte de las bibliotecas, o de la falta de desarrollo de dispositivos para su utilización. Nuestra ineptitud a la hora de acceder al archivo está provocada por la artificialidad de los sistemas de indización. Cuando se almacenan datos de cualquier clase, se hace en orden alfabético o numérico, y la información se puede localizar (si ello resulta posible) siguiéndole la pista a través de clases y subclases. La información se encuentra en un único sitio, a menos que se utilicen duplicados de ella, y se debe disponer de ciertas reglas para localizarla, unas reglas que resultan incómodas y engorrosas. Y una vez que se encuentra uno de los elementos, se debe emerger del sistema y tomar una nueva ruta. La mente humana no funciona de esa manera. La mente opera por medio de la asociación. Cuando un elemento se encuentra a su alcance, salta instantáneamente al siguiente que viene sugerido por la asociación de pensamientos según una intrincada red de senderos de información que portan las células del cerebro. Por supuesto, también tiene otras características; los senderos de información que no se transitan habitualmente tienden a disolverse: los elementos no son completamente permanentes. La memoria, en definitiva, es transitoria. Y, sin embargo, la velocidad de la acción, lo intrincado de los senderos y el nivel de detalle de las imágenes mentales nos maravillan mucho más reverencialmente que cualquier otra cosa de la naturaleza.

M.C.: ¿De qué manera se puede solucionar el problema?

V.B.: Tomemos en consideración un aparato futuro de uso individual que es una especie de archivo privado mecanizado y biblioteca. Como necesita un nombre, y por establecer uno al azar, podríamos denominarlo “memex”1. Un memex es un aparato en el que una persona almacena todos sus libros, archivos y comunicaciones, y que está mecanizado de modo que puede consultarse con una gran velocidad y flexibilidad. En realidad, constituye un suplemento ampliado e íntimo de su memoria. El memex consiste en un escritorio que, si bien puede ser manejado a distancia, constituye primariamente el lugar de trabajo de la persona que accede a él. En su plano superior hay varias pantallas translúcidas inclinadas –visores– sobre las cuales se puede proyectar el material para ser consultado. También dispone de un teclado y de un conjunto de botones y palancas. Por lo demás, su aspecto se asemeja al de cualquier otra mesa de despacho.

M.C.: ¿Cómo se almacena en un memex la información?

V.B.: En uno de sus extremos se encuentra almacenado el material de consulta. La cuestión del volumen de éste queda solucionada por el uso de un tipo de microfilm similar al actual pero sobre el que se han introducido ciertas mejoras, por lo que únicamente una pequeña parte del memex se utiliza como almacén de material, el resto se dedica al mecanismo. Incluso si el usuario fuese capaz de introducir en él 5.000 hojas de material al día, necesitaría cientos de años para rellenar por completo la zona destinada al almacenaje. Así que el usuario dispone de total libertad para derrochar espacio e introducir en el memex todo el material que desee.

M.C.: ¿Cómo se consulta?

V.B.: Se puede, por supuesto, consultar el archivo mediante el esquema habitual de indizado. Así, si el usuario desea consultar un libro en concreto, compone su código con el teclado y la cubierta del libro aparece inmediatamente ante su vista, proyectada en uno de sus visores. Los códigos utilizados con más frecuencia son de carácter mnemónico, de modo que el usuario apenas ha de consultar su libro de códigos pero, cuando así lo desea, la simple pulsación de una tecla lo trae ante su vista. Además de la que acabamos de ver, el memex dispone de palancas suplementarias. Cuando el usuario acciona una de ellas hacia la derecha, puede recorrer con la vista el libro que está utilizando, pues ante él aparece todo el contenido del libro, página a página y con la velocidad suficiente para que pueda identificarlas fácilmente. Si empuja la palanca aún más hacia la derecha, examina el libro de diez en diez páginas y, si la empuja todavía más hacia la derecha, el libro se le presentará de cien en cien páginas. Accionar la misma palanca hacia la izquierda tiene exactamente el mismo efecto, sólo que las páginas pasan en sentido contrario, es decir, hacia atrás.

M.C.: ¿Cuál es la característica principal del memex ?

V.B.: representa un paso inmediato hacia la indización o archivado de tipo asociativo, cuya idea básica consiste en posibilitar que cada uno de los elementos pueda seleccionar o llamar, según nuestra voluntad, a otro elemento de una manera inmediata y automática. Esta constituye la característica esencial del memex; el proceso de enlazar dos elementos distintos entre sí es lo que le otorga su verdadera importancia.

M.C.: ¿Cómo se consigue enlazar dos elementos distintos?

V.B.: Cuando el usuario está construyendo una pista o sendero de información, inserta los nombres correspondientes en su libro de códigos y los llama mediante el teclado, tras lo cual aparecen delante de su vista, proyectados en dos visores adyacentes, los dos elementos que desea enlazar. Debajo de cada uno de ellos existe un cierto número de espacios vacíos, y un puntero indica uno de ellos en cada uno de los elementos. El usuario, con pulsar tan solo una tecla hace que los dos elementos queden enlazados de manera permanente. En cada uno de los espacios del código aparece la palabra del código. Fuera de la vista del usuario, pero también en el espacio del código, se inserta un conjunto de puntos que pueden ser leídos por una célula fotoeléctrica y, en cada uno de los elementos, tales puntos indican el número de índice del otro. De ahí en adelante, cada vez que el usuario tenga ante su vista uno de los elementos, puede llamar al otro instantáneamente, con sólo pulsar un botón situado bajo el correspondiente espacio del código. Así, cuando numerosos elementos han sido enlazados entre sí para conformar un sendero de información, pueden consultarse unos tras otros, rápida o lentamente según lo desee, utilizando unas palancas similares a las que se usan para pasar las páginas de un libro.

M.C.: Para terminar, ¿cuál cree que será el futuro del almacenamiento?

V.B.: En el futuro aparecerán formas totalmente nuevas de enciclopedias, que contendrán en su seno numerosos senderos de información preestablecidos, y que podrán ser introducidas en el memex para ser ampliadas por el usuario. Así, el abogado tendrá a su alcance las opiniones y sentencias de toda su carrera, así como las de la carrera de amigos y autoridades en la materia. El especialista en marcas y patentes tendrá a su disposición toda la información relativa a millones de patentes, en el seno de la cual habrá creado los senderos que resulten del interés de sus clientes. El médico, sorprendido y desorientado por la reacción de un paciente, accederá a los senderos que creó en ocasiones en las que había estudiado casos similares, y recorrerá rápidamente el archivo de los historiales clínicos de sus pacientes, así como las referencias cruzadas a clásicos de la anatomía y la histología. El químico que intenta la síntesis de un compuesto orgánico, tendrá a su disposición, en su propio laboratorio, todo el cuerpo de literatura relacionada con la química, con senderos de información que siguen las analogías entre distintos compuestos, y senderos cruzados que recorren sus comportamientos físicos y químicos.


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