Opinión

por SALVADOR MONZONÍS

La liga italiana está siendo protagonista de violencia en el fútbol. En el mes de febrero, un policía italiano perdía trágicamente la vida por la explosión de un petardo lanzado por un aficionado en el derbi Catania – Palermo. Nueve meses después, esta vez era un aficionado de 26 años el que fallecía a causa de un disparo por parte de un carabinieri. "Corría y se disparó mi Beretta, pero yo no apunté a nadie", esto fue lo que declaró Luigi Spaccarotella, el policía italiano involucrado en el tiroteo. Estos hechos provocaron que las autoridades del fútbol italiano se reunieran para analizar los terribles sucesos y estudiar nuevas medidas que pusieran freno a la violencia en el fútbol. Sin embargo, estas medidas tomadas en los meses de febrero y marzo no han dado todo el resultado esperado, después de haber tenido lugar los últimos hechos ocurridos. Es necesario cortar las alas a la violencia, es preciso dar a entender que el deporte y el fanatismo no van de la mano. Las medidas existen sobre el papel, pero a la hora de la verdad se quedan sólo en eso, sin ninguna repercusión real en el fútbol. La FIFA, como principal representante del fútbol mundial, debería luchar más insistentemente y con verdaderas repercusiones en el desarrollo de cualquier competición. Y los diferentes gobiernos deberían tomar más en serio las medidas y los propios actos vandálicos. Para algunos aficionados, el fútbol acaba siendo una excusa para realizar verdaderas batallas campales, para dar un motivo a provocar incidentes como los ya comentados con anterioridad. El fútbol es deporte y la rivalidad sólo debe existir en el campo, entre los dos equipos y de forma limpia y justa. Es triste que un aficionado, por ir a ver a su equipo, muera en la calle por culpa de unos falsos hinchas que utilizan el fútbol como una vía de escape. Pero esta violencia no se queda en el fútbol, se extiende a otros deportes, como el baloncesto o el hockey. Quizá es que la violencia forma parte de nuestra vida más de lo que creemos y queremos. Puede que algún día exista de verdad el Fair Play tanto dentro como fuera del campo, y que acontecimientos como los ocurridos recientemente en Italia pasen a ser tristes hechos del pasado que no se vuelvan a repetir. La FIFA, los gobiernos, los clubes y los propios aficionados tienen que poner de su parte para revertir esta situación.

 


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