por Isabel Garrido
Vannevar Bush (Everett, MA 1890-1974), fue un visionario en su tiempo que predijo muchas de las maravillas tecnológicas que conocemos hoy. Alumno aventajado del Tufts College su tesis en 1913 mostraba su Profile Tracer, invento que servía para medir distancias entre terrenos desiguales. En 1919, se unió al Departamento de Ingeniería Electrica del MIT, donde permanecería 25 años, 12 de ellos como Decano. Entre sus proyectos, dispositivos ópticos y de composición fotográfica, almacenamiento y recuperación de microfilms. Con su compañero de habitación en Tufts Laurence K. Marshall y el científico Charles G. Smith, fundaron en Cambridge, Massachusets en 1922 una compañía con el nombre de American Appliance Company. Posteriormente convertida en Raytheon, principal contratista en materia de Defensa del Gobierno de los EE.UU. y muy ocupado tras los ataques del 11 de septiembre. (Entre sus productos: detectores de agentes quimicos, visores infrarojos, ciberseguridad, traductores árabe-inglés...). En 1939 es nombrado presidente del Carnegie Institute de Washington; Director del National Advisory Committee for Aeronautics; y nombrado por el presidente de EE.UU. Director de la Office of Scientific Research and Development encomendándole la gestión de los más de 6000 científicos envueltos en proyectos relacionados con la defensa de EE.UU. en la II Guerra Mundial, entre ellos, la creación de la Bomba Atómica.
I.G.M.:
¿Cuáles cree usted que han sido los beneficios que el ser humano ha extraído del uso de la ciencia y de los instrumentos que su investigación ha dado como fruto?
V.B.:
En primer lugar, han aumentado su control sobre el entorno material. Han mejorado su comida, su vestido y su vivienda, además de aumentar su seguridad y liberarlo, al menos en parte, de las ataduras de la existencia primitiva. Asimismo, le han proporcionado un creciente conocimiento de sus propios procesos biológicos, de modo que lo han ido liberando progresivamente de la enfermedad y han aumentado su esperanza de vida. Al mismo tiempo, han arrojado luz sobre las interacciones de sus funciones psíquicas y fisiológicas, otorgándole la promesa de una mayor salud mental.
I.G.M.:¿Qué piensa sobre las diferentes formas de almacenar el conocimineto científico?
V.B.:Para que un archivo resulte útil a la ciencia, ha de estar en continua ampliación, almacenado en algún lugar y, lo que es aún más importante, ha de poder ser consultado. En la actualidad, confeccionamos todo tipo de archivos por medio de la escritura y la fotografía y, en menor grado, por medio de la impresión. Pero también nos ayudamos de las películas cinematográficas, de los discos fonográficos y de los cables magnéticos.
I.G.M.:¿ Qué futuro prevee para la documentación y el almacenamiento de información?
V.B.:En el futuro aparecerán formas totalmente nuevas de enciclopedias, que contendrán en su seno numerosos senderos de información preestablecidos, y que podrán ser introducidas en el memex para ser ampliadas por el usuario. Así, el abogado tendrá a su alcance las opiniones y sentencias de toda su carrera, así como las de la carrera de amigos y autoridades en la materia. El especialista en marcas y patentes tendrá a su disposición toda la información relativa a millones de patentes, en el seno de la cual habrá creado los senderos que resulten del interés de sus clientes. El médico, sorprendido y desorientado por la reacción de un paciente, accederá a los senderos que creó en ocasiones en las que había estudiado casos similares, y recorrerá rápidamente el archivo de los historiales clínicos de sus pacientes, así como las referencias cruzadas a clásicos de la anatomía y la histología. El químico que intenta la síntesis de un compuesto orgánico, tendrá a su disposición, en su propio laboratorio, todo el cuerpo de literatura relacionada con la química, con senderos de información que siguen las analogías entre distintos compuestos, y senderos cruzados que recorren sus comportamientos físicos y químicos. El historiador, que tiene frente a sí la vasta historia de un pueblo, establecerá paralelismos por medio de un sendero de información que contiene paradas únicamente en los elementos más sobresalientes, y puede seguir, en cualquier momento, senderos contemporáneos que le conducen a través de toda la civilización existente en una época determinada. Aparecerá una nueva profesión, la de los trazadores de senderos, es decir, aquellas personas que encuentran placer en la tarea de establecer senderos de información útiles que transcurran a través de la inmensa masa del archivo común de la Humanidad. Para los discípulos de cualquier maestro, la herencia de éste pasará a ser no sólo sus contribuciones al archivo mundial, sino también los senderos de información que fue estableciendo a lo largo de su vida, y que constituirán el andamiaje fundamental de los conocimientos de los discípulos.