-Quédate en el barco -le dices a Toni-. Silvia y yo exploraremos las últimas islas.
Toni frune el entrecejo.
-Bien, pero daos prisa. Y tened cuidado de no tocar el coral: ¡es muy afilado!
Silvia y tú os ponés el bañador y saltáis al agua. Nadáis y andáis alternativamente hacia el grupo de islas más lejano. Después de explorar un poco, Silvia dice:
-Está oscureciendo. Sería mejor que volviéramos al barco.
Empezáis a volver, pero un resplandor anaranjado en una de las pequeñas islas os llama la atención y os paráis a estudiar el brillante punto de color.
-Silvia, ¿qué crees que puede ser? -preguntas señalando la mancha anarajada.
-Vayamos a averiguarlo -sugiere.
Chapoteáis a través del último canal y de pronto tu corazón se acelera. ¡La forma anaranjada es un bote salvavidas!
-¡Paula! -llamas, dejando que tus esperanzas se disparen.
Dificílmente puedes creer lo que ven tus ojos cuando una figura se levanta del bote salvavidas y empieza a dirigirse hacia vosotros. ¡Es Paula!
-¿Qué os ha pasado? ¿Estáis bien? ¿Dónde está tu familia? -Silvia y tú habláis a la vez.
-Fue la cosa más extraña -dice Paula mientras os abraza-. Estábamos navegando cuando de repente nuestro barco empezó a elevarse en el aire. Intentamos pedir ayuda por radio, pero no había más que interferencias. Al final saltamos del barco con un bote salvavidas; y menos mal que lo hicimos, porque nuestro barco desapareció: ¡simplemente se evaporó!
-¿Y tus padres y tu hermano? -preguntas.
Paula señala el bote salvavidas.
-Están bastante débiles, pero creo que se repndrán en cuanto beban un poco de agua.
-¡Me alegro tanto de que estéis bien! -exclamas con alegría, y Paula te abraza otra vez.
FIN