EL RECEPTOR:

 

    Analizar la figura del receptor en los procesos multimediáticos supone ubicarse en el contexto de la Sociedad de la Información.

    Y decir Sociedad de la Información es decir homogenización, globalización, resortes económicos y tecnológicos muy definidos, desaparición de intermediarios en el proceso informativo e interconexiones entre información y poder financiero. En ella la información es un recurso económico, "teóricamente" accesible a todo el mundo e inserto en un sistema de mercado (oferta-demanda).

La Sociedad de la Información nace en los años 60, y a su surgimiento contribuyen las revoluciones ideológicas de la década. Surge vinculada a la clase media, idónea para llevar el liderazgo de la democratización de la información porque tenía el poder económico y la edad que la habilitaba para formarse plenamente. Así pues, la clase media va accediendo al poder público y desarrollando una sociedad informativa que en la actualidad tiene tres grandes manifestaciones:

La Sociedad de la "información progresista", que define el modelo centroeuropeo.
La Sociedad de la información "democrática":define el modelo norteamericano.
Y la Sociedad de la información "liberal": define el modelo latino-americano.

    La sociedad centroeuropea es la más capitalizada, tiende a destruir los márgenes sociales que no están en consonancia con ella. Es una de las más tecnologizadas y en ella el ciudadano mantiene con el poder informativo una relación de igualdad.

    La sociedad norteamericana es la más tecnologizada, tiende a disolver otros contornos sociales ideológicos que no comulguen con su modelo, y la relación que el ciudadano mantiene con el poder informativo es de predominio (se manifiesta en el "sometimiento" del periodista).

    Por último, la sociedad latino-americana, carece de dispositivos tecnológicos bien desarrollados, y la relación entre el poder informativo y el ciudadano es de dependencia. El informador detenta los resortes ideológicos y económicos de la información.

    Estos tres tipos de sociedad comunicacional se encuentran coexistiendo y tienen una progresión distinta que se plasma en el hecho de que mientras el modelo norteamericano tiende a monopolizar al resto, el europeo permanece en sus límites y el latino-americano tiende a asumir los parámetros de los dos anteriores.

    La tendencia evolutiva de estas sociedades es la de homologación de un sólo modelo informativo que permita definir la función del receptor.

    El receptor canaliza los resortes del poder mediante la capacidad de elección y gestión de cualquier producto mediático.

    El poder nos constituye en individuos informativos libres, capacitados para elaborar "programas de comportamiento" que son el conjunto de elecciones y tendencias por las que optamos. No es, pues, algo ciegamente impuesto desde fuera sino que participamos en su creación.

    La tendencia progresiva es hacer que este programa sea el resorte de poder social más importante, por encima del poder periodístico y político.

    El receptor en las comunidades modernas es, pues, una entidad de poder mediático, libre en su interpretación de la información. Esta libertad ha propiciado que los receptores se dividan en dos tipos de audiencias:

Público mayoritario/ público minoritario.

Esta dicotomía es fruto de que la formación cultural entre la audiencia es muy distinta, dando lugar a tres tipos de cultura: alta, pop y de masas. Estas distancias funcionan de forma constante a lo largo de toda la vida del individuo.

Sobre el receptor se han escrito varias teorías, analizando sus motivaciones, funciones y aspectos psicológicos. A continuación comentamos algunas de las más relevantes:

 

TEORÍA TRADICIONAL DEL RECEPTOR

Esta teoría postula que el receptor no puede salirse del molde cultural en el que está inserto. La audiencia está predeterminada por variables sociales de base, que dan lugar a un receptor conductista que responde al doblete: estímulo mediático-respuesta.

    Es un tipo de receptor encajonado, equiparable al de los estados totalitarios, que este modelo pretende transplantar a la sociedad moderna.

    La interpretación tradicional del receptor es lineal, no se contempla la retroalimentación; las teorías del "Impacto directo", la "Aguja hipodérmica" y el "Libre fluir comunicativo" surgen de este modelo. Todas ellas consideran que el receptor jamás interpreta críticamente la información que le viene dada; es un receptor pasivo, anulado, que se3 limita a contemplar y digerir lo que le dan.

    El emisor es considerado como ideólogo, como individualidad creativa, frente a la colectividad en que es catalogado el receptor.

    Este modelo tradicional es el que da lugar a la distinción entre público mayoritario y minoritario.

    El minoritario posee un nivel cultural alto y busca los resortes críticos que el emisor, aunque limitadamente, le deja.

    El público mayoritario, sin embargo, lo encontramos en la cultura de masas y pop (baja); su capacidad crítica y sus gustos estáticos son bajos, pero canaliza y define, a ojos de esta teoría, cómo ha de evolucionar la comunicación.

    * Inconvenientes:

    Como hemos visto las pautas conductistas y deterministas de este modelo pierden de vista la posibilidad de que el receptor pueda canalizar la información a su antojo y de forma crítica, olvidando la integración de éste como parte de una red social compleja y dando una visión falaz.

    Dan por sentado que cualquier producto mediático es fruto exclusivamente de la responsabilidad del emisor, y delimitan una separación tajante entre el informador y el ciudadano, obviando que cada informador social es, a su vez, un ciudadano.

 

MODELO CRÍTICO DEL RECEPTOR

    Ante los inconvenientes del modelo anterior en los años 70 se propone un modelo crítico del receptor opuesto al tradicional. En él se postulan las siguientes conclusiones:

El público mayoritario no es quien canaliza la evolución de los medios, sino una minoría selecta.
El receptor posee un potencial crítico que anula la omnipotencia del emisor y le permite decidir qué productos quiere y cómo los quiere.
Se valida la noción de retroalimentación informativa que capacita al receptor para analizar con perioricidad la información que recibe, así como valorarla y enjuiciarla al margen de sus características culturales.

    Este modelo tiene como representante el paradigma de la Agenda Setting.

 

   * Inconvenientes:

    Si la anterior teoría pecaba por defecto, esta lo hace por exceso, otorgando tanto poder al receptor que anula la autonomía política, económica...de los medios.

    Y así mismo, como la anterior sigue sin contemplar en la figura del emisor una porción de la ciudadanía, separándolo tajantemente de la figura del receptor.

    Por todo ello a finales de los 80, surge el

 

MODELO SINTÉTICO DEL RECEPTOR

    Este último modelo procurará reconciliar al emisor con el receptor, así como asumir la paradoja por la cual toda fuente de información es a su vez parte de la ciudadanía mediante la alegación de que antes que emisor se es receptor, y a tenor de ello emergen emisores comprometidos ideológicamente con la realidad.

    El receptor, para el modelo sintético, no se agrupa en grandes tipos de consumo, sino que es individual; no hay culturas altas, bajas o pop, sólo individuos concretos que van pautando sus propios gustos según los contextos y situaciones.

    Este tipo de receptor es crítico, asume lo que consume y es consciente de lo que se le vende.

    La variable que agrupa a este público es el segmento de mercado. Entendido como conjunto de individuos que pertenecen a la misma extracción social, cultural, educativa...y que sin embargo difieren entre sí a partir de los productos mediáticos que consumen, y que están determinados por una variable de disposición psicológica de carácter mental y cognitivo.

 

    Este último modelo es, a nuestro juicio y salvando la complicidad y dinamismo de este tipo de conceptos, el más adecuado y coherente con la realidad actual de los procesos comunicativos.Para finalizar, analizaremos:

 

   La figura del receptor en los procesos hipertextuales:

 

    El hipertexto permite la interacción integral entre emisor y receptor; no actúa en sentido único.

    El emisor no tiene la potestad de organizar unilateralmente la recepción, porque no se desenvuelve sobre un eje lineal. El receptor es, por tanto, activo porque elige su forma de recepción y selecciona aquello que le interesa.

    La Teoría de la Interacción de Kerbrat-Orecchioni (1990), define el proceso comunicativo como un intercambio negociado entre emisor y receptor, acorde con las nuevas tecnologías, frente al modelo comunicativo de Shannon-Weaver caracterizado por la linealidad, la recepción unilateralmente ordenada por el emisor y la circulación del mensaje entre un emisor activo y un receptor pasivo. Este modelo ha quedado totalmente obsoleto en la nueva era tecnológica.

    La propuesta de la concepción interactiva de la comunicación apuesta porque la emisión y recepción se determinen mutuamente y se asienta sobre los supuestos de que la relación emisor-receptor no sólo sucesiva sino también simultáneas, y que el receptor es activo, regula y determina la emisión.

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