Primer final
El taxi reemprendió el vuelo con el tiempo justo, pero una flecha alcanzó a uno de los neumáticos de atrás que se desinfló con un larguísimo ¡PIIIIIIIFF!
—¿Lo ha oído? Se estropeó —exclamó el Compagnoni Peppino—, y puede estar seguro de que esta se la cobro.
—Pagaré, pagaré —contestó el Aldebariano.
—¿Tomó ahora la cantidad justa? ¿No nos encontraremos en algún otro planeta salvaje?
Pero con las prisas, el Aldebariano no pudo medir la dosis con exactitud. El taxi del cosmos tuvo que estar un rato dando brincos de un lado a otro de la Galaxia antes de acertar con el planeta del Aldebariano. Pero cuando llegaron, era tan bonito y sus habitantes tan amables, y su guiso de arroz azul (una especialidad de por allí) tan sabroso, que el Compagnoni Peppino ya no sintió tanto anhelo por regresar a Milán. Se quedó quince días, de maravilla en maravilla. Tomó nota de todo y, una vez en la Tierra, publicó un libro, ilustrado con doscientas fotografias, que se tradujo a noventa y siete idiomas y le valió el Premio Nobel. Actualmente el Compagnoni Peppino es el taxista-escritor-explorador más famoso del sistema solar.