Segundo final

...Después de mirar, el matrimonio Bianchi se abrazó y lloró de alegría.

—¡Qué bien!

—¡Qué maravilla!

—Se ha quedado igual.

—¡Ha curado del todo!

Y en realidad Tino no había menguado ni siquiera un centímetro, ni tan sólo un milímetro, y continuaba estudiando tranquilamente, sin sospechar ni remotamente el drama protagonizado por sus padres al otro lado de la puerta.

Tenía tantos amigos, tantos hilos que le unían a la vida, tantos proyectos y esperanzas y tantas ganas de trabajar: todas estas cosas uno las lleva consigo cuando está solo. Por eso, verdaderamente solo no está nunca.

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