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PROFUNDO CARMESÍ

M. Carnevale (2005)

Criminalidad y pareja.


 

 

Parece ser que la película narra un hecho real acaecido en el Mejico profundo de los años cuarenta.

 Fueron una pareja de asesinos en serie y acabaron acribillados a balazos sin juicio previo en un pueblo perdido del desierto.

  El director ha sabido trasmitir toda la sordidez y la miseria más moral  que material, con ser esta cierta también, de los protagonistas, de su entorno y de sus víctimas, ofreciéndonos una cinta realmente amarga.

  Conocemos primero a Coral, una mujer poco agraciada, obesa, con expresión algo estólida que se gana la vida y mantiene a sus dos hijos, todavía bastante niños, con su trabajo de enfermera de pacientes terminales atendiéndoles en su domicilio. En cierto momento se nos informa que trabajó en la Morgue.

  Coral se siente marcada por su fealdad, por sus kilos de más, por la fetidez de su aliento (que quizás solo ella perciba y relaciona con su anterior trabajo entre cadáveres). Odia a sus hijos pero se culpa de ello, su niña la odia a su vez porque la maltrata descuidándola  y descargando en ella sus frustraciones, se evade en ensueños cargados de autoerotismo con revistas del corazón y héroes del celuloide, llega a tratar de abusar de uno de sus pacientes, demenciado,  tratando de  calmar  su hambrienta sexualidad. 

  Nicolás es un típico seductor de corazones solitarios que mal vive a costa de expoliar a sus ocasionales seducidas, hasta lleva un fichero al efecto. Se inició con un matrimonio de conveniencia que no resultó a la postre tan rentable, y su esposa murió; ahora pone anuncios en la sección de contactos de los periódicos donde se auto presenta con el reclamo de “caballero español”.

  Coral escribe a Nicolás. Son dos seres en el límite incierto entre la amoralidad y el infortunio, entre la falta de valores y la carencia de recursos personales en todos los órdenes para llevar una vida más digna.

  Su encuentro, en un primer momento es una nueva frustración para Coral, él capta en seguida  la precariedad económica de ella, sus dos hijos, su escaso atractivo... Sin embargo vuelve, como quien tiene que atender a un cliente poco grato porque es su trabajo. Tras el encuentro sexual en el que cumple  profesionalmente con su rol de seductor, sustrae los escasos ahorros de Coral creyéndola dormida, y se marcha.

  Pero en Coral se ha activado el circuito del placer con tal fuerza que no puede ya prescindir de su satisfacción como auténtico fenómeno adictivo, Del mismo modo que come compulsivamente, ahora precisa el sexo compulsivamente. El además, ha representado tan cabalmente su rol de héroe, incluso un poco cursi y relamido, tan de novela rosa, que aparece ante  ella como la encarnación de todos sus anhelos.

  Coral deja a sus hijos en la Inclusa en una escena de un dramatismo escalofriante para seguir a su hombre. Se autoinculpa de aquel acto tan inhumano, pero a pesar de ello su adicción puede más.

  Forzando la puerta de la casa,  ha descubierto el robo del que fue objeto, ha descubierto el negocio del seductor, ha descubierto el engaño, pero ha descubierto también que él propició la muerte de su primera mujer a base de alterar las dosis de insulina que precisaba la esposa para controlar su diabetes. 

 Todos estos descubrimientos, en lugar de causarle rechazo le sirven, en un principio para chantajearle, pero más tarde para establecer entre ambos una relación  perversa en la que los amantes se hacen ofrenda de los aspectos más negativos de sus personalidades como prueba de amor.

  Es aquí donde encontramos el inicio de la espiral delictiva y psicopatológica. El periplo de la pareja, que decide fingirse hermanos, en busca de mujeres solitarias, deprimidas, frustradas, abandonadas, patéticos despojos de sociedad, es verdaderamente estremecedor.

  Pero Coral no puede soportar fácilmente que Nicolás flirtee con otras mujeres, aunque esto forme parte del rol asignado para la buena marcha del negocio. Coral, sistemáticamente, mata a las mujeres que caen en las redes de la pareja. Y a Nicolás le fascina que ella mate por él.

  Tras la macabra y necrofílica escena del falso matrimonio  realizado en un cementerio rural semiabandonado con una viuda añosa y de una religiosidad enfermiza, la adicción por el sexo de Coral se enfrenta a una realidad que no puede ya soportar. La supuesta esposa siente renacer sus deseos con ardores menopáusicos y desea consumar su matrimonio, produciéndose una escena de enfrentamiento de las dos hembras en celo por su macho en la que, una vez más, Coral vence, matando a su rival.

  Nicolás, cada vez más atrapado en la estela de muerte que van dejando a su paso deja que Coral se ocupe de todo, inclusive de los aspectos más macabros de la manipulación y ocultamiento de los crímenes. Es una ofrenda de amor más de Coral.

  Por último llegan hasta el pequeño negocio de reparación automóviles de Raquel, joven viuda, madre de una niñita que busca un hombre que la ayude en el trabajo y le ofrezca protección en un entorno machista y brutal. Nicolás que, hasta ahora había  sido fiel a Coral sin llegan a tener relaciones sexuales con sus seducidas, se siente atraído esta vez por la joven que, además parece poseer mejor economía. Llega incluso a dejarla embarazada. Coral sufre pero se aleja temporalmente en base a la posibilidad de conseguir el discreto capital de la viuda.

  Sin embargo, una ridícula falta de respeto de Raquel hacia Nicolás desencadena en él un arrebato de violencia tan inesperado que Raquel se aterroriza y quiere echarle de su lado. Nicolás llama con urgencia a Coral, la única mujer por la que se ha sentido realmente amado y ambos planean de nuevo el crimen. Raquel morirá al provocarse un aborto con la ayuda de Coral que le administra anticoagulantes para favorecer una hemorragia masiva, Raquel es fuerte y aguanta, y es ahora Nicolás quien hunde su cuchillo compulsivamente en el cuerpo de Raquel.

  Hay que eliminar también a la pequeña, Nicolás se lo exige a Coral, esta la ahoga en la bañera pero es este crimen último el que reactivando el duelo de su perdida hija trastorna  ya completamente a la mujer.

  Ahora están los dos muy cansados, cansados de su eterno viaje a través de campos resecos, carreteras solitarias y pueblos miserables, buscando  mujeres más secas y miserables todavía.

  .- ¿Por qué lo hacemos?. Dice Nicolás

 .- Para estar juntos, unidos para siempre por la sangre y la muerte.- responde Coral.

  Nicolás avisa a las autoridades para terminar de una vez., confiesan sus crímenes y acaban juntos acribillados a balazos por la policía de un pueblo sin cárceles y sin ley.

  Coral y Nicolás nos producen horror, pero al mismo tiempo, una infinita piedad. Como los monstruos de Feria de épocas pretéritas que la gente acudía a contemplar, mezclando la repugnancia con la lástima ante sus deformidades. Porque Coral y Nicolás son seres con unas personalidades terriblemente deformes, que sufren dramáticamente por ello, y dañan por la misma razón.

  Coral es una mujer que come compulsivamente para saciar su vacío, se evade de la realidad con auto erotismo y fantasía, es ambivalente en el amor de sus hijos, deseando ser amada  por  ellos cuando es incapaz de ofrecer este amor que reclama. Insatisfecha siempre, odiándose a si misma por su fealdad y su gordura y odiando al mundo que la rodea, lo que manifiesta con estallidos de violencia que la hacen odiarse más aún. Cuando conoce a Nicolás que la hace feliz por unas horas y actúa por una vez aquellas fantasías, genera una  adicción tal hacia él,  que su dependencia  y el temor a ser abandonada la lleva a ofrecerse a participar y colaborar en su indigno negocio

  Nicolás es un individuo inseguro y patético, sin oficio, sin conocimientos específicos en ningún campo, sin voluntad para el trabajo, que un día descubre que tiene cierto atractivo  físico para algunas mujeres de muy baja autoestima y decide aprovecharlo. Su matrimonio es un fiasco y discretamente elimina a su esposa; después ya ha decidido su medio de ganarse la vida. Pero debido a este medio siente terror ante la pérdida de atractivo, un atractivo en el que ni él mismo cree. Y el film nos lo muestra plásticamente con la fijación enfermiza de Nicolás hacia su bisoñé. No soporta que le vean sin él. No soporta verse sin él. A pesar de sus migrañas, que hacen que le moleste mucho este adminículo. Incluso suplica, al final, que no le impidan llevarlo cuando sabe que va a morir.

  Cuando, en un determinado momento, lo pierde,  enganchado en un ribazo de la carretera y lo recupera roto exclama: “….está roto, igual que yo”, “…es culpa del puto Dios que me odia…”, “…no me veas, soy deforme”.

  Cree que Coral le humilla con su compasión en este momento y la culpabiliza de lo ocurrido por sus “celos de gorda”,  proyectando  sus propios sentimientos de rechazo de su imagen física hiriéndola a ella en el mismo punto..

  Pero Coral repara el bisoñé con sus propios cabellos  y es este gesto el que acaba creando el vínculo más poderoso. Ambos comparten la deteriorada auto imagen física en una amalgama de sentimientos amorosos ambivalentes indisoluble. Como alguien que ya no puede desprenderse del órgano donado y se siente deudor del donante, Nicolás recibe el cabello de Coral, sabiendo que ya no podrá abandonarla. Es lo que Coral pretendía lograr.

  Lo terriblemente trágico de este modelo de relación de pareja (que a  veces encontramos en nuestras consultas, aunque afortunadamente no lleguen a estos niveles), es que nos acerca a una realidad en la que la unión cada vez más fuerte de los dos miembros de la misma, se establece a partir de sus respectivas  partes dañadas del yo,  pero no para alcanzar una simbiosis enriquecedora, no para que cada uno ayude a crecer al otro sino para potenciar y reforzar la malignidad de sus tendencias.

  Al final, Coral es conciente de ello  al comprender que siguen matando por que es la sangre  de las víctimas y la muerte lo que les mantiene unidos. Ella no soporta la idea de ser abandonada, él está ya demasiado cansado de tanta miseria, de tanto mal. Solo cabe la solución  aportada al caer juntos, sobre las pútridas aguas de una ciénaga, abatidos por las balas.

 

 

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