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CAPÍTULOS 5-8

Durante ese banquete de frutas, el Viajero observa la decoración del edificio, muy suntuoso y pintoresco; pero, a la vez, bastante descuidado y deteriorado (ruinoso esplendor). Los hombrecillos muestran interés por él; todos quieren sentarse a su lado pero pronto pierden ese interés y se entretienen en otras cosas. Les cuesta centrar su atención en algo, enseguida se distraen con otra cosa. El Viajero intenta un diálogo con ellos mediante gestos y sonidos, pero no consigue hacerse entender.

Al anochecer, se aleja paseando para explorar la zona, llega a una colina desde donde observa restos de una ciudad y se da cuenta de que la casa común o la de campo (tan típicamente inglesas) han desaparecido para dar paso a grandes edificios semejantes a palacios. "Es el comunismo"- dice el Viajero.

También observa que no hay distinción entre los sexos y que los hijos son como miniaturas de los padres. Él ve la situación como una decadencia de la Humanidad. Es una época donde han evolucionado a una situación de seguridad y bienestar social total que, a su vez, les hace débiles y poco inteligentes. La medicina está muy evolucionada (medicina preventiva); la Naturaleza, libre de malas hierbas y plagas; las frutas, perfectas en cuanto a sabor y forma,...

En esta sociedad no hay signo de lucha social o económica. Las generaciones anteriores, han conseguido dominar la Naturaleza y, para ello, han utilizado toda su fuerza y sentimientos. Por eso ahora no muestran sentimientos, ni inteligencia, ni tienen ocupación alguna; se dedican a disfrutar la naturaleza, procrear,...

Es un estado de equilibrio físico y de seguridad; la potencia (tanto intelectual como física) está fuera de lugar.

Cuando el viajero regresa de su paseo ya es de noche pero la luna brilla y él no encuentra su máquina del tiempo. Comienza a buscarla desesperado, cree que se la han robado. Al final se queda dormido agotado de tanto buscar. A la mañana siguiente, ya más tranquilo, sigue su búsqueda y encuentra huellas y rastros de un objeto arrastrado que le llevan a la gran Esfinge Blanca donde no consigue hallar la entrada. Observa también que cuando intenta pedir ayuda a alguno de los hombrecillos, éstos se muestran reacios y con un gesto de horror.

Decide aprender la lengua y buscar una forma de entrar en la Esfinge. Por eso, durante dos días se dedica a los hombrecillos y su lengua, la cual se basa sustantivos concretos y en verbos.

En una de sus exploraciones, el Viajero encuentra unos pozos y unas torres que parecen ser utilizados para ventilar el subsuelo y que abundan en el lugar. Además, se para a pensar y se da cuenta de que no hay ancianos (esto tira por tierra su teoría sobre la decadencia de la Humanidad), además, las ropas las deben sacarlas de algún sitio y ellos no tienen ningún tipo de quehaceres, tan solo a vivir.

Un día salva a una niña de ahogarse en un río donde estaba bañándose con muchos otros de su especie, pero éstos ni se inmutaron por salvarla. No tienen sentimientos, lo único que muestran es miedo a las tinieblas, por eso duermen todos juntos en esos grandes edificios donde conviven. La niña se llama Weena y se convierte en su amiga. (Nombra la palabra Utopía, libro de Thomas More: " la propiedad privada es la fuente de todos los males)

Un día descubre una criatura que desaparece en unos de los "pozos de ventilación". Es una criatura peluda, pálida, de grandes ojos, parecida a un lémur. La raza de "los de abajo" ha vivido en tinieblas muchos años y se han adaptado a ella. El Viajero deriva de esto que se dedican a abastecer a los de arriba a cambio de que estos sigan ventilando su "mundo". Para él, es un sistema equiparable a la distinción entre:

Capitalistas ( = los Eloi = los de arriba) y Proletarios ( = los Morlocks= los de abajo).

Esto es resultado del sistema industrial de su época, donde ya se da ésta distinción.

Decide bajar por uno de los pozos para buscar su máquina pero la sola idea le da mucho miedo. Describe la angustia que siente al descender y confiesa que varias veces piensa en abandonar. Cuando llega abajo, el lugar está lleno de pasadizos y túneles. Se introduce por uno de ellos y descubre una habitación donde se había servido una comida ya que olía a sangre y restos de un cuerpo cuya forma le resultaba familiar. (Los Morlocks son estrictamente carnívoros). Allí es descubierto, ya que, al igual que las aves nocturnas, tienen el sentido de la vista muy desarrollado. Consigue huir gracias a sus cerillas, ya que el fuego les molesta tremendamente a los ojos.

Tras esta experiencia, el viajero vuelve a desmentir su conjetura anterior sobre el capitalismo y compara a los Eloi con los Carolingios ( una familia real que acumuló gran poder pero que fueron perdiéndolo poco a poco). Ahora las relaciones han cambiado; los de abajo siguen abasteciendo a los de arriba simplemente porque se trata de un viejo hábito de servidumbre. Además, se da cuenta de que la luna pronto será nueva y que les acecha la amenaza de que los Morlock suban a alimentarse de ellos; por eso decide buscar un refugio más seguro que los edificios donde se alojan los Eloi y buscar alguna forma de fabricarse armas de defensa. Al igual que los Eloi, el Viajero siente verdadero pavor y a la vez repugnancia por los Morlocks.

Inicia su marcha en busca de refugio y se lleva consigo a Weena. Decide ir al Palacio de Porcelana Verde que divisó un día en uno de sus paseos. El edificio resulta ser un museo donde el Viajero encuentra vestigios de la Humanidad, de su época,... muchos de los objetos que encuentra están deteriorados pero consigue encontrar una caja de cerillas, alcanfor (un material inflamable) y una maza de hierro para poder defenderse. En una de las habitaciones del edificio encuentra unos árboles frutales donde él y Weena se abastecen y descansan un poco. Allí coge una flor exótica que aún conserva en su chaqueta y que enseña a sus contertulios, para los cuales no deja de ser una gran malva blanca.
 

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© Cristina Valiente Puchal