HISTORIA
¿Hace realmente tanto tiempo que un intrépido explorador guió a un grupo de pioneros hasta este valle verde grisaceo, esta bendita montaña de porquería, este Springfleld? No. Fue hace 160 años
(o 200, dependiendo de la enciclopedia que hayas comprado en el supermercado) cuando Jebediah Obediah Zachariah Springfield, que llevaba puesto su sombrero de piel de mapache, lanzó a un lado su bastón y exclamó: «¡Aquí! ¡Aquí construiremos una metrópolis populosa y colorista, que ofrecerá aparcamiento gratis y delicias locales como el Chicle de Joe para Desdentados, cuyo alcalde llevará a menudo un fajín que lo identificará como «Alcalde» y que tendrá más Krustyburgers por kilómetro cuadrado que cualquier otra ciudad del mundo, y que, debido a su casi constante estado de recesión económica, ofrecerá más por un pavo del turista que Beirut y Tijuana juntas!»
Jebediah no dijo todo eso, por supuesto, pero si viajase en una especie de máquina del tiempo hasta la Springfield actual, y después de volviera al día de la fundación, puedo garantizar que de su boca saldrían palabras parecidas. ¿Cómo llegó a convertirse en el maravilloso destino vacacional que es ahora? ¿Cuáles fueron los momentos críticos que formaron a esta gran ciudad, una ciudad extremadamente indulgente con los turistas que quebrantan la ley y cuyos agentes giran la cabeza ante los actos más ilegales de la mayoría de turistas?
Springfield hubiera sido un lugar muy diferente de no ser por cierto hecho fatídico ocurrido el día que se fundó la ciudad. Según los archivos históricos, la mitad de los pioneros (liderados por Jebediah Sprinfield) buscaban un lugar en el que poder rezar libremente, gobernar con justicia y cultivar cáñamo para fabricar sogas y esteras. La otra mitad, liderada por el socio de Jebediah, Shelbyville Manhattan, quería fundar una ciudad que les permitiera casarse con sus primas sin miedo a ser perseguidos: El grupo se dividió y la facción de Manhattan fundó la cercana ciudad de Shelbyville, mientras que los seguidores de Springfield fundaron la ciudad de Springfield.
Los folcloristas narran complejos relatos en los que Jebediah Springfield mata a un oso con sus propias manos, doma a un búfalo salvaje, construye el primer hospital de la ciudad con troncos y barro, y salva a toda la población durante la gran ventisca del cuarenta y ocho. Incluso se dice que, en realidad, fue un pirata con la lengua de plata.
Pero matara a un oso o no, con lengua de plata o sin ella, lo cierto es que fundó la ciudad que ha evolucionado hasta ser lo que es hoy. A pesar de la mencionada inestabilidad de la economí de Springfield (lo que para los turistas significa rebajas, rebajas y más rebajas), hubo un momento en que la ciudad tuvo calles pavimentadas en oro. Literalmente.
Durante la posguerra, Springfield disfrutó de una prosperidad inusitada a causa de su atípica exportación: ¡el acuacoche! Parte coche, parte barca y parte vehículo para locos, este anfibio de cuatro ruedas arrasó en todo el mundo durante dos enloquecidos meses. Tristemente, debido a sus fallos de diseño, todos los acuacoches tuvieron que ser devueltos cuando se descubrió que explotaban expontáneamente tras 1000 KM y/o nudos. Fueron tiempos sombríos para Springfield: decenas de personas se quedaron sin trabajo, las calles fueron levantadas y vendidas al sultán de Brunei (que fundió el oro y fabricó una jaula para una de sus muchas manadas de elefantes) y la promoción Coma-Todo-EL-Pollo-Que-Quiera-Gratis de los viernes fue cancelada.
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