1.3. La Adaptación Cromática
La adaptación cromática es una característica de nuestro sistema perceptivo y psicológico gracias al cual el cerebro compensa las variaciones de color. En realidad, creemos que la luz es blanca como resultado de un condicionamiento ambiental.
Calidad del color de la luz. Temperatura de color
El ojo humano se adapta “automáticamente” a cualquier calidad de ilumniación e interpreta cualquier luz como blanca, de tal manera que, por ejemplo, un objeto rojo es visto rojo bajo casi cualquier tipo de luz. Pero los sistemas fotográficos o electrónicos de reproducción no pueden hacerlo. Si detectan un equilibrio espectral diferente a aquél para el que están ajustados, se producirán unos tonos fuertes y falsos (dominantes). Será entones necesario utilizar filtros correctores, en el caso de las emulsiones fotográficas, o realizar el BALANCE DE BLANCOS, en el caso de la imagen electrónica.
El físico irlandés Willian T. Kelvin, introdujo un sistema de medición para medir la calidad del color de la luz: la TEMPERATURA DE COLOR, que se mide en grados Kelvin. La escala Kelvin fija la referencia de la luz día en 5.500º k. Por encima de esa cifra, la coloración tiende hacia el azul, mientras que por debajo de ella, lo hace hacia el rojo.
Dicho de otra forma, la luz con una calidad amarillo-rojiza es temperatura roja (lámparas de tungsteno, sol del amanecer) mientras que fuentes de luz azulada (día nublado, luces frías) tienen una temperatura de color elevada. Así, la película fotográfica de color está calibrada para 5.500º K (luz día) o 3.200º K (luz artificial o tungsteno).
El ajuste perfecto de la temperatura de color a la fuente de iluminación se consigue en fotografía y cine, mediante filtros y si se trata de TV, mediante el BALANCE DE BLANCOS, que se realiza en la cámara, de forma electrónica, por comparación con un blanco iluminado con la fuente de luz que se vaya a emplear.