HISTORIA
La toma de Tetuán por las tropas españolas y diversos favores recibidos del Santísimo Cristo de la Agonía que terminaron con la horrible sequía que azotaba a Ontinyent y su término fueron los dos eventos que hicieron que la entonces villa decidiera celebrar fiestas de Moros y Cristianos a semejanza de las que tenían lugar en otras poblaciones
La fiesta, que tuvo un prólogo entre el 12 y el 15 de febrero gracias a un grupo de jóvenes miembros de la sociedad recreativa del Casino del Porvenir que costearon una música que recorrió las calles, vibró engalanada e iluminada. Entre los principales actos destacaron la visita realizada por toda la población a la milagrosa imagen del Santísimo Cristo que se hallaba entronizada en la parroquia de San Carlos, la simulada lid que en largo tiroteo y sobre un ficticio fuerte que representaba la plaza de Tetuán que defendía la morisma fue ganando a la fuerza por los cristianos y el entierro de la Mahoma cuya figura, a lomos de un jumento y acompañadas por numerosas teas encendidas fue paseado y destruido con gran alegría de las gentes.
Visto el gran entusiasmo con que fueron recibidos los festejos, el Ayuntamiento, los Llumeners del Cristo y los miembros del Casino del Porvenir decidieron celebrarlos todos los años, repitiéndolos en ese año 1860 en el mes de agosto. El proyecto a la que todos prestaron su ayuda incluso personas particulares sirvió para costear la construcción de un castillo -pieza fundamental de la tramoya- las banderas e incluso una "fragata" que costó tres mil reales; componiendo D. Joaquín José Cervino Ferrero, laureado magistrado, unas Embajadas que con gran propiedad fueron declamadas la tercera y última jornada.
Músicas, dianas, entrada, procesiones, misa solemne y ficticia
batalla llenaron el programa de las fiestas que con gran gozo la
villa inició el día 5 y en la que intervinieron las comparsas de
Cruzados -vulgo Capellans- Marineros, Estudiantes, y Tomasinas
integrando las huestes cristianas y Moros del Rey, Moros del Rif y
Moros de Caballería formando las sarracenas.
A pesar de diferentes opiniones, algunas de ellas detractoras, la fiesta fue tomando arraigo en la población que año tras año las esperaron con impaciencia, sin embargo en 1865 fue suspendida por la aparición del cólera que con suma rapidez se había extendido desde el puerto de Valencia. Tras el apenado episodio, la población fue levantándose poco a poco en medio de difíciles jornadas y con ellas la fiesta que contaba con la comparsa de Contrabandistas, hasta que de nuevo fueron suspendidas durante el trienio 1871-1873 motivado por el desarrollo de algunas de las escenas de la 3ª Guerra Carlista cerca de nuestro término.
Gracias al impulso de un grupo de siete personas entre las que figuraba el alcalde D. José Nadal Insa y el Rvdo. Cura de San Carlos D. José Ramón Ferri Sancho y contando con las nuevas filadas de Suavos, Moros Marinos, Moros de la Luna y Turcos la fiesta irrumpió con gozo en los días 24, 25 y 26 de agosto de 1878. Dos años más tarde, la reciente creada Sociedad de Festeros bajo la presidencia de D. Rafael Marcos Montés recibía con suma satisfacción el visto bueno del Primer Reglamento de la Sociedad de Festeros del Santísimo Cristo de la Agonía que el Gobernador D. José Botella redactaba en marzo de 1880. La aparición de nuevas epidemias de cólera que de forma cruel provocó un gran número de muertes hizo de nuevo suspender el festejo en los años 1885 y 1890.
En el año 1900, último del siglo, la fiesta contaba con gran afluencia de forasteros, entre ellos muchos políticos, burgueses y nobles valencianos que venían a remediar sus dolencias en nuestras aguas medicinales el bando cristiano estuvo integrado por Contrabandistas, Estudiantes, Marineros, Labradores y Tomasinas, mientras el bando moro por Kábilas, Turcos y Moros Marinos.
Al año siguiente las fiestas de Moros y Cristianos se consolidaron durante cuatro jornadas de agosto dejando atrás las tres que oscilando en agosto y septiembre según la previsión de la cosecha de grano o de uva, se celebraban.
Nuestros moros y cristianos cuya fama y popularidad fue en aumento, con gran esplendor y solemnidad se vivieron durante cinco jornadas cuando la ciudad conmemoraba el título de Muy Caritativa que le concedió S.M. D. Alfonso XIII por la página heroica que toda la población protagonizó cuando la noche del 22 de diciembre de 1922 descarriló un convoy militar cerca de nuestra estación de ferrocarril. Bellamente engalanadas e iluminadas nuestras calles presenciaron el paso de Estudiantes, Labradores, Churros, Contrabandistas, Marineros, Chanos, Kábilas, Moros Marinos y Artillería.
A pesar que en los años de la República se prohibió al clero asistir oficialmente a las procesiones, celebrándose las funciones religiosas, con gran afluencia de fieles, en el interior del templo de San Carlos, la fiesta de 1935 contó con él de forma extraordinaria al celebrarse el 75 aniversario de la creación del festejo. El programa, que se desarrolló, entre el 18 de agosto y el 8 de septiembre, contó con verbenas populares, tiro de pichón, homenaje a la vejez amén de desfiles, entrada, procesiones, misa mayor y embajadas. El Maestro y compositor local Rafael Martínez Valls intervino en el concierto inaugural del nuevo órgano de la parroquia de San Carlos. A pesar que ya habían desaparecido muchas comparsas, en el acto de la Publicación figuraron un par de trajes de cada una de las comparsas que habían o estaban en el escenario festero.
Un nuevo paréntesis ocasionado por la guerra civil española 1936-1939 forzó a suprimir el festejo que de nuevo en 1941 hizo mutis por el foro ocasionado por una orden del Ministerio de la Gobernación que por motivo de salud anulaba ferias y fiestas por encontrarse en ellas concentración de personas.
En agosto de 1939 y con un clima repleto de tristeza, desánimo, dolor y pobreza la ciudad vivió de nuevo el festejo. La antigua imagen del patrón destruida durante la contienda fue tallada de nuevo con madera de ciprés por Indalecio Cuesta por 10.000 pesetas sufragadas por suscripción popular.
La Sociedad de Festeros que tras largo peregrinar por diferentes sedes y que en 1921 se estableció en la antigua plazoleta de Latonda, restauraba su edificio en 1956 acondicionándolo a las nuevas exigencias.
Con motivo de vivirse el I Centenario de las fiestas en 1960, se dignifica el cargo de Capitán y se crean las figuras de la Reina y las Damas de su Corte de Honor. El festejo que con gran pompa y solemnidad fue celebrado contó con el peregrinar de la imagen cetrina de nuestro guía por las calles y plazas de nuestra ciudad.
Al año siguiente la entrada de los ejércitos moro y cristiano cuyo itinerario era tan solo el de la actual calle Mayor se ve ampliado. La parada donde participan las tradicionales fragatas "Méndez Nuñez" y "Almanzor" y las tradicionales barcas que obsequian al público no solo con dulces y caramelos sino con juguetes parte desde las confluencias de las calles Dos de Mayo con Santo Domingo y Martínez Valls para por la Plaza de La Concepción y calle Mayor dirigirse a la Plaza del Ayuntamiento.
La década de los años 70 se inicia con 1.400 socios en la Sociedad de Festeros sobre una población de 23.000 habitantes. Fue un periodo donde proliferaron gran número de Comparsas: Omeyas en 1971, Cruzados en 1972, los Estudiantes reaparecen en 1972 tras una década de ausencia, los Almogávares y Mudéjares salen a las fiestas de 1975, Cides y Taifas en 1976 y Guzmanes en 1979. Los atuendos de estas comparsas están más acorde con la Edad Media, desaparece la Retreta y se modifican algunos itinerarios como el de la Procesión de Gala y Dianas.
En 1985 y coincidiendo con los festejos extraordinarios que
conmemoran el CXXV Aniversario de los moros y cristianos, Ontinyent
es sede del II Congreso Nacional de la Fiesta de Moros y Cristianos
que bajo la presidencia de José Bas Terol se desarrolla en el mes de
septiembre. Conciertos, ponencias y un desfile de hermandad
presidido por S.A.R. Cristina de Borbón, actual duquesa de Palma de
Mallorca, constituyen entre otros, el programa de esta gran
efeméride.
La década de los años ochenta finaliza con la partición del acto de la Entrada, por la tarde desfila el ejército cristiano mientras que el moro lo hace en la noche. Además se da luz verde a la participación de la mujer como miembro de pleno derecho en el festejo integrada en el seno de las diferentes comparsas. El festejo cuyo arraigo está consolidado así como el número de participantes en aumento, pese a lo que se diga, lo constituye un total de 24 comparsas, 12 por cada bando, que participan en un denso programa que reseña un Programa-Revista que además se hace eco del acontecer de la fiesta así como de cuantas colaboraciones gráficas y literarias complementan y descubren este mundo apasionado de los moros y cristianos.
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