H.G. Wells: Biografía

Herbert George Wells nació en 1866 en Bromley, Kent, Inglaterra. Su carrera como autor puede haber sido ocasionada por un hecho fortuito que le sucedió cuando era niño. Tuvo un accidente y se rompió una pierna, dedicando toda su obligada convalecencia a leer cualquier libro que caía en sus manos. Después, Wells ganó una beca y completó su educación en la Escuela Normal de Ciencias en Londres. Allí estableció amistad con el famoso biólogo Thomas Huxley, quien le acogió bajo su ala, dedicándose con posterioridad a la enseñanza. Por eso es fácil que la "ciencia-ficción" de Wells, término que él nunca empleaba para definir su estilo, estuviera influido por sus estudios en la Escuela Normal y el especial interés que desarrolló hacia la biología.
 
Wells alcanzó pronto gran fama con su primer trabajo de ficción: "La Máquina del Tiempo" en 1895. Poco después le fueron publicados "La Isla del Dr. Moreau" (1895), "El Hombre Invisible" (1897), y su mayor éxito popular, el titulado "La guerra de los Mundos" (1898).
 
El destino de Wells parecía estar ligado ya al mundo de la tecnología y la ciencia, tratando de aportar una visión del futuro de la Humanidad que tuviera verosimilitud. Pronto se involucró como miembro activo en la Fabian Society, un grupo de filósofos sociales de Londres que efectuaban más la crítica social que la literatura de ciencia-ficción, lo que motivó su abandono.
 
En sus escritos trataba siempre de aportar datos científicos exactos, aunque con una gran visión de futuro. Parece ser que su contemporáneo francés Julio Verne fue uno de sus máximos detractores, acusándose mutuamente de engañar a los lectores por sus delirios futuristas. Wells acusaba a Verne de escribir solamente sacos de papel, mientras éste decía de su homólogo británico que las supuestas verdades científicas eran solamente aberraciones. Ciertamente sus invenciones científicas más fantásticas nunca llegaron a realizarse, pero la aventura y la creatividad con las cuales ilustró sus relatos, proporcionaron gran diversión a varias generaciones de aficionados a la ciencia-ficción. 

H. G. Wells tenía dos visiones concretas del futuro de la Humanidad, una de salvación y otra de sentencia. Estaba obsesionado por la posibilidad de crear una máquina del tiempo y por ello esa novela plasma mejor que ninguna otra sus ilusiones y sueños.
 
La mayoría de sus relatos fueron escritos en el final del siglo XIX y abrieron un camino no explorado para la literatura de ciencia-ficción. Para muchos de sus contemporáneos, Wells fue "El hombre que inventó el mañana". En su imaginación veía ciudades atravesadas por anchas autopistas, ciudades excelentes superpobladas, computadoras, máquinas para poder ver las novelas en lugar de leerlas, televisores para dar las noticias en directo, así como el uso generalizado de los tanques en la guerra y el masivo empleo de los aviones para bombardear las ciudades.
 
Con su gran capacidad para predecir el futuro, en 1911 habló ya de un nuevo tipo de arma devastadora, la bomba atómica. En 1904 publicó "Guerra aérea", en la cual anticipó a los incrédulos políticos cuál era el destino inmediato de la Humanidad, destruido por bombas de uranio, insistiendo que si los hombres no cambiaban se destruirían a sí mismos.
 
Deseando romper parcialmente con su visión catastrofista, publicó algunas novelas de humor, entre ellas "El amor y Mr. Lewisham" (1909), "Tono-Bungay" (1909) y "La historia de Mr. Polly" (1910) 

En sus últimas obras, "Experimento autobiográfico" en 1935 y "La mente en el límite de sus recursos" en 1945, ya no hablaba sobre un futuro esperanzador y son una muestra del pesimismo que le invadía.
 
Sus predicciones desalentadoras comenzaron a fraguarse en 1933 y si repasamos sus relatos podemos ver siempre un tono apocalíptico, una Humanidad que gusta de destrozar aquello que acababa de construir. Trató de inculcar la idea de un nuevo tipo de conciencia mundial, regido por un solo gobierno, que debería tomar las riendas de todas las guerras para lograr un estado mundial pacífico. Este gobierno debería proporcionar un estado de bienestar superior a todo lo conocido. Estaba convencido de que mediante los progresos científicos el mundo entero lograría vivir en paz y se podría liberar de viejos odios.
 
Desmoralizado por la imposibilidad de poder demostrar que su máquina del tiempo era una realidad, abandonó en sus últimos años la literatura de ciencia-ficción para escribir sobre acontecimientos políticos y problemas sociales. Estas obras, lógicamente, apenas tuvieron repercusión entre el público, especialmente porque eran ya catastrofistas y muy alejadas del tono optimista de las anteriores. Ahora, la Humanidad ya no avanzaba hacia un mundo mejor, con los países unidos, sino que solamente veía guerras terribles, hambre y mucho dolor.

Herbert George Wells murió en 1946, ocho años después de sus viajes en el tiempo y aunque nunca pudo demostrar que fueron una realidad, su obra literaria fue objeto de admiración durante los años que procedieron a su fallecimiento. De la mayoría de sus novelas se hicieron varias versiones cinematográficas, alcanzando gran relieve "La guerra de los mundos", "La isla del doctor Moreau", "El hombre invisible" y "La máquina del tiempo", todas ellas consideradas ya como clásicos indiscutibles del cine de fantasía.

Su gran ilusión eran los viajes en el tiempo, y para la mayoría de los aficionados en esta obra está resumida toda la fantasía de Wells, así como mucha de la crítica social que le preocupaba. Desgraciadamente, nos mostró un mundo terrible que llegaría tarde o temprano y nos vaticinó que dentro de 30 millones de años llegaría la muerte de nuestro planeta. Pues ya veremos.


Texto extraído de: http://www.slabontv.com/canalficcion/escrit1.htm#wells


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Página creada: 12/12/00 actualizada: 23/01/01