En Buñol se practica desde antaño una elevada y sabrosísima cocina de interior, amasada a fuerza de tiempo, imaginación y buenas materias primas. Cocina que cada día convence a más estómagos, no sólo por su sabor, sino también por lo saludable de la misma. La gastronomía tradicional de Buñol está basada en arroces y verduras; como pueden ser el "arroz con bledas" (acelgas), también conocido como "arroz ayuno", plato estupendo y digestivo al que se deben echar caracoles para "rematarlo", o también el "arroz con costillas de cerdo", inmejorable para los días de invierno.
Ni que decir tiene que Buñol, ciudad de interior y montañosa, cuenta en su acerbo cultural con deliciosos platos de caza, por ejemplo, la "perdiz en escabeche" o los "tordos (zorzales) en escabeche" que para algunos gustos son más sabrosos que la "reina" perdiz. En la cocina de monte, uno de los guisos más celebrados -quizás más que la paella por ser más excepcional- son los gazpachos, elaborados con conejo y perdiz (o en su lugar pollo y algo de pavo), torta de horno y, en temporada, dos ingredientes únicos: las baquetas (caracoles de monte) y los hongos (rebollones).
Otro de los platos tradicionales que aún se conservan con arragio en la "cocina buñolera" es el "mojete", que bien elaborado en su modalidad de carne o bacalao resulta una delicia. Habría que hacerle un hueco en este capítulo a las humildes, pero majestuosas "patatas en caldo", que en Buñol se guisan de categoría. Pero, ¿qué sería de esta cocina sin los caracoles?... Pues para cumplir sobradamente con ellos se consiguen algunos sabores dignos de los más grandes maestros. "La caracolá", que en cada casa tiene su pequeña variante, es, sin duda, el plato más exótico que el comensal pueda degustar.