LUIS ASTRANA
El aspecto más notorio de Astrana como traductor shakespeariano es el empleo que hace de la traducción literal y de los préstamos naturalizados al traducir los elementos culturales que aparecen en las obras estudiadas. Estas dos técnicas se asemejan en que su empleo consigue producir un texto muy cercano aloriginal, y éste era, en nuestra opinión, el objetivo fundamental que Astrana se propuso al traducir las obras de Shakespeare.Tal y como el propio Astrana exponía en la introducción de sus traducciones:[…] nosotros hemos emprendido la abrumadora tarea de traducir y comentar a Shakespeare, no para mutilarlo ni falsearlo, como nuestros predecesores, sino para expresar exactamente lo que dijo (Astrana, 1961:1979).
Una de las formas mediante las que el traductor puede conseguir esa exactitud consiste en emplear técnicas que alteren lo menos posible los elementos originales. Entre éstas se cuentan la traducción literal, que pudimos observar en los casos de Kenda, green (apartado 10, páginas 176-179), Pie Corner (apartado 39, páginas 269-272) y tick-tack (apartado 51, páginas 334-338), y los préstamos naturalizados que, como penique (apartado 14, páginas 190-193), yardas (apartado 32, páginas 248-250) o chelines (apartado 64, páginas 381-385) imitan la forma del elemento original mediante elementos propios del español223. Por lo tanto, podemos 223 A pesar de estas consideraciones, no podemos obviar el hecho de que Astrana no era del todo sistemático al traducir. Elementos culturales muy similares aparecen traducidos de distinta forma a lo largo de sus traducciones (como en los apartados 7 y 8, páginas 165-172) y, en ocasiones, el mismo elemento cultural es traducido de forma muy diversa en distintas obras (apartados 1 y 25, páginas 139-143 y 226-230, respectivamente).
Concluir que las técnicas empleadas por Astrana propician un mayorconocimiento de la cultura isabelina por parte de los lectores españoles que las traducciones de Macpherson, pues presentanuna serie de elementos propios de esa cultura con mínimas adaptaciones culturales.Consideramos que la presencia de elementos culturales sinapenas modificaciones reproduce con mayor exactitud el original ypuede hacer que los lectores conozcan determinados aspectos dela cultura isabelina. Sin embargo, no creemos que esto sea así en todos los casos. En ocasiones, la aparición de elementos traducidosde manera literal puede distanciar a los lectores de unos textos que, en consecuencia, podrían percibir como extraños y ajenos. Estoocurre con las soluciones un “ángel” (apartado 16, páginas 195- 197), la doncella Mariana (apartado 24, páginas 220-224) omostaza de Tewkesbury (apartado 28, páginas 235-238) que no transmiten conocimiento cultural alguno al público lector y son, ensu mayoría, difícilmente comprensibles.
Por lo tanto, podemos constatar una de las contradiccionesque hemos señalado a lo largo de nuestro análisis, y es que la traducción literal de un elemento cultural, pese a poder aportar unamayor exactitud y verosimilitud a la traducción, no propicia necesariamente el conocimiento de la cultura isabelina por parte de los lectores.
El empeño de Astrana por aferrarse a la letra del original lolleva a emplear una literalidad que, en ocasiones, produce resultados manifiestamente ininteligibles. Éste es el caso de flapdragons (apartado 29, páginas 239-241), groats (apartado 33, páginas 250-253) y Turnbull street (apartado 40, páginas 272-275); cuya presencia en las traducciones constituyen un auténtico sin sentido para los lectores españoles.
Junto con su afán por la literalidad, una de las características de Astrana como traductor es el patente desconocimiento que, en ocasiones, demuestra tener con respecto a determinados aspectos de la cultura isabelina. Aunque esta falta de conocimiento puede a veces disfrazarse de traducción literal, las soluciones que da a elementos como blue-caps (apartado 11, páginas 179-181) o a los anteriormente mencionados, Turnbull Street o Dame Partlet, evidencian que el traductor no conocía el significado cultural de esas expresiones, y que prefería incluir estos elementos literalmente antes que aventurar una interpretación que desvirtuara su sentido. El problema que presenta esta táctica radica en que las soluciones obstaculizan seriamente la comprensión de las traducciones, pues difícilmente podrán los lectores encontrarle sentido a lo que ni siquiera el traductor supo comprender.
A modo de resumen, podemos concluir que las técnicas traductológicas empleadas por Astrana para traducir los elementos culturales, si no consiguen transmitir información cultural a los lectores en todos los casos, permiten que el traductor cumpla con su objetivo de fidelidad al texto shakespeariano.
Otro de los criterios traductológicos que Astrana utiliza para traducir a Shakespeare con la mayor exactitud posible es el empleo de la prosa, ya que ésta le permite reflejar todas sus ideas, imágenes y pensamientos. Para Astrana, la prosa se articula como un instrumento al servicio de la expresión de todos y cada uno de los elementos que aparecen en el texto shakespeariano; un recurso que le permite producir un texto en el que no se omite nada del original.
En nuestra opinión, utilizar la prosa para traducir las obras shakespearianas entraña el riesgo de que el contenido que se quiere preservar en realidad se diluya, pues el traductor puede caer en la tentación de explicar y parafrasear el texto original antes que traducirlo. La manifiesta verbosidad de Astrana es buena muestra de que, en ocasiones, al traductor le preocupaba más explicar el pensamiento shakespeariano que traducirlo. Aunque el empleo de la prosa y de las técnicas de traducción antes mencionadas tuvieran su origen en la personal concepción que Astrana tenía de la labor traductora, consideramos que su utilización también puede entenderse como una reacción consciente contra la forma en que los traductores anteriores a él habían traducido la producción shakespeariana.
Tal y como el traductor exponía al comienzo de su Estudio Preliminar:
Doy en la lengua más hermosa del mundo la obra entera del autor dramático más grande de todo el universo, de uno de los espíritus
más serenos, de uno de los corazones más privilegiados de la Humanidad. Este monumentum oere perennius (para el que sólo
parecen escritas las palabras de Horacio) habíase intentado algunas veces traducirlo al idioma de Castilla; mas aunque ciertas ediciones
ostentan el título de obras completas, ni lo son, ni, por otra parte, sus traslados se muestran dignos del poeta inmortal ni de la excelencia
de nuestra habla (Astrana, 1961:13).
De esta cita resultan evidentes dos hechos. En primer lugar, que Astrana era plenamente consciente a comienzos del siglo XX de que en España todavía no se contaba con una traducción de las obras completas del Shakespeare. Al igual que Macpherson, consideró que el vacío literario era intolerable y, contrariamente a aquél, consiguió llenarlo con la publicación de las obras completas del dramaturgo en 1929. En segundo lugar, Astrana no estaba de acuerdo con los métodos que habían utilizado otros traductores para verter a Shakespeare al castellano, y desdeñaba sus traducciones por considerarlas falsas y espurias. Creemos que las traducciones de Astrana se deben a la urgencia que sentía el traductor por divulgar el conocimiento shakespeariano y a la necesidad de hacerlo según unos criterios que consideraba más acertados que los anteriores. Jorge Luis Borges (1968), a quien nos referíamos al inicio de nuestro trabajo, decía que un traductor puede traducir contra otro224, y esto es precisamente lo que creemos que Astrana hizo: traducir contra los traductores shakespearianos que le precedieron, empleando para ello unas técnicas que no sólo pretendían distanciar su versión de las anteriores, sino que aspiraban a establecer la suya como una de las traducciones shakespearianas de referencia. Si bien es cierto que Astrana contribuyó a la difusión de Shakespeare como ningún otro traductor había hecho hasta entonces, cabe destacar que, tal y como exponía Esteban Pujals (1985:82-3), su traducción: “ […] no puede considerarse un trabajo sobresaliente, pero es dign[a] de elogio por su intencionada fidelidad y el esfuerzo realizado para penetrar en el texto inglés y verterlo a un español que resultara un adecuado hilo conductor del sentido original”.
* Referencia
CAMPILLO, L. ESTUDIO DE LOS ELEMENTOS CULTURALES EN LAS OBRAS DE SHAKESPEARE Y SUS TRADUCCIONES AL ESPAÑOL POR MACPHERSON, ASTRANA Y VALVERDE (412-417).
ENGLISH PHILOLOGY DEPT. (UNIVERSITY OF MURCIA)