Conocí a Laura en un viaje por Italia con el que mis compañeros y yo celebrábamos que por fin éramos licenciados en Ciencias económicas. El autobús que nos debía guiar a Florencia se vio obligado a refugiarse en un villorrio de la Toscana debido a la tromba de agua que nos había sorprendido en el viaje desde Roma. Encontramos refugio en la única posada de aquella villa, donde la chica de la recepción nos sorprendió hablando un perfecto español. Hablamos durante toda la noche y acabé convenciéndola para que me visitara en España. Vino para una semana y tres años después estábamos prometidos.