ILUSO

La película tocaba a su fin así que le dije a Marta que yo iba a ir saliendo ya porque me daba vergüenza que me viera el rostro. “No tienes por qué fingir más” dijo antes de pronunciar mi verdadero nombre. “Las salas de cine no son tan oscuras”, se limitó a decir después. Así que esperé a que acabara la película.