TIEMPO

Habíamos hablado durante horas. Fui al salón y cogí el móvil. Tenía quince llamadas perdidas de Laura y un mensaje. Me estaba esperando en el curso prematrimonial. La llamé y descolgó el teléfono enfurecida. “¿Cómo has podido dejarme plantada?”. No tenía excusas. La cosa empeoró cuando me preguntó por las tarjetas. Me dijo que parecía que la boda no me importaba nada y que no quería verme al regresar a casa.