CONTEXTO DEL AUTOR Y SU ÉPOCA

                  

ENTORNO SOCIAL E HISTÓRICO

Cuando el pequeño periódico local del pueblecillo de Bromley, situado en el condado inglés de Kent y a no mucha distancia de Londres, informó a su reducido y vecinal círculo de lectores sobre el feliz nacimiento en la tarde del 22 de septiembre de 1866 del niño Herbert George Wells, nada hacía prever que aquel sonrosado recién nacido sería uno de los testigos más lúcidos y afamados de su tiempo.

La Inglaterra de aquel entonces atravesaba una de sus etapas históricas más características: la llamada época victoriana. Esta se corresponde con la dilatada permanencia en el trono británico de la reina Victoria, que, habiendo sido coronada en 1837, sostendría tal símbolo de realeza hasta su fallecimiento en 1901.

Los aconteceres sociopolíticos más destacados de la sociedad inglesa durante aquellos años fueron los siguientes:

       ·  Continuación del desarrollo económico que, habiéndose iniciado en el siglo anterior con la denominada primera revolución industrial, sufrirá una aceleración tan acentuada en los últimos treinta años, que algunos autores hablan de una segunda revolución industrial, en la que el carbón será acompañado, en cuanto fuente de energía, por el petróleo y la electricidad.

     ·   Expansión colonial de los países europeos, que, llevados por la necesidad de encontrar materias primas: algodón, caucho, madera, etc., se reparten el continente africano y el sur de Asia.

     ·   Como consecuencia de la concentración de la población en las zonas fabriles, las ciudades crecen de forma intensiva y aparecen las primeras formaciones políticas del proletariado organizado en sindicatos -Trade Unions- y partidos de ideología socialista de carácter reformista.

Por otra parte y durante los años de la época victoriana en que vivió H. G. Wells, deberán destacarse dos fenómenos que tiñeron con relieves muy especiales la vida inglesa en aquel tiempo: el maquinismo y la moral victoriana.

       ·   El maquinismo nace como efecto del espectacular avance de la ciencia y de la técnica, que permitió la aparición sucesiva de toda una serie de instrumentos hasta componer una especie de catálogo de maravillas científicas: el teléfono, el micrófono, el alumbrado eléctrico, el gramófono, el motor de gasolina, la máquina de escribir, la máquina de segar, el cine, etc. Las máquinas parecen ocupar el lugar de los dioses, así como en el paisaje las chimeneas de las fábricas ocultan las tradicionales torres de campanario y el prestigio de los clérigos y humanistas se eclipsa ante el de los nuevos sacerdotes: los científicos, algunos de los cuales sentarán en este tiempo los pilares del mundo contemporáneo como es el caso de Darwin, con su teoría sobre la evolución del hombre y las especies; Pasteur, que dio al traste con la creencia inmemorial en la generación espontánea de los gérmenes, o Mendeleyev, que al publicar su Tabla Periódica de los Elementos creó las bases de la química moderna.

    ·   La moral victoriana es un fenómeno sociológico que está correlacionado con la prosperidad material de la burguesía durante aquel tiempo y que provocó el que los valores éticos de este grupo social se convirtiesen en la única escala de valores aceptable socialmente: el autoritarismo patriarcal en la familia; la condena hipócrita de cualquier hecho relacionado con el sexo; la gazmoñería en las costumbres; la huida de cualquier referencia a lo desagradable de la vida y en general la defensa del orden establecido basándose en un respeto falso eran las claves de aquella vida social que se resistió duramente a aceptar cualquier tipo de cambio o innovación que alterase alguno de aquellos valores.

Cuando H. G. Wells falleció en 1946 había sido testigo de las dos catástrofes bélicas mayores que ha presenciado el mundo: la primera y segunda guerras mundiales. En 1914 y 1939 el mundo fue escenario de unos enfrentamientos cuya causa última descansaba en las rivalidades nacionalistas que se habían forjado en los últimos años del siglo XlX. Aquellas guerras demostraron que las máquinas, creadas para la paz, podían fácilmente transformarse en herramienta de violencia y que el crecimiento económico tenía que ser reordenado para evitar tanto la explotación desmesurada de los trabajadores como la competencia salvaje de unos países con otros en su afán de encontrar materias primas baratas o acaparar mercados donde vender sus productos.

De entre los acontecimientos que jalonaron aquel tiempo y de los que el autor de La máquina del tiempo fue sin duda atento y estudioso espectador deben tenerse en cuenta la Revolución rusa de 1917, que supuso la toma del poder político y económico por el proletariado y por tanto esperanza para muchos, desencantados más tarde, de que la utopía comunista podía ser una realidad; la gran crisis económica de 1929, que terminó con las ilusiones de  quienes confiaban en un progreso continuo del bienestar general, y la publicación de los trabajos de Albert Einstein, sobre los que se fundamentaría la producción de la bomba atómica, cuya primera explosión tuvo lugar el mismo año en que murió nuestro autor y que encierra en su dualida -átomos para la guerra/átomos para la paz- toda la tragedia de la aventura científica y social de nuestros tiempos.
 

© Grupo Anaya,S.A.,1982
    Constantino Bértolo Cadenas