GRANDES DIRECTORES | El cine y sus maestros

 

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George Orson Welles nació en Kenosha, Wisconsin, el 6 de mayo de 1915, en un ambiente acomodado y excéntrico. Su padre, Richard Head Welles, era un millonario fascinado por sus propios inventos, a los que dedicaba buena parte de su energía y fortuna. Su madre, Beatrice Ives, era una elegante feminista con inquietudes intelectuales, y virtuosa del piano. La influencia de ambos se dejó pronto entrever en la personalidad del hijo, que combinaba el ingenio visionario paterno con la materna sensibilidad hacia el arte.

Orson comenzó a los 16 años su carrera teatral en el Gate Theatre de Dublín, y en 1936 debutó como actor y director en Nueva York. Durante su etapa teatral alcanzó notoriedad debido a los diversos montajes que realizó de su admirado escritor William Shakespeare. Todos ellos fueron producidos por la Mercury Theatre, compañía que fundó en 1937 él mismo con su socio John Houseman.

Pero lo que en realidad lo consagró a la fama fue el famoso episodio radiofónico conocido por todo el mundo. Para contrarrestar la fuerte competencia radiofónica que debía soportar el programa en el que trabajaba Welles, para la víspera de la fiesta de Todos los Santos de 1938 se programó una emisión de La guerra de los mundos, la conocida novela de Herbert George Wells, en una versión actualizada en la que los marcianos invadían Nueva Jersey. El truco del guión consistía en que el radioyente que acababa de conectar la radio escuchaba un programa de música bailable en directo que, de tanto en tanto, se interrumpía para dar paso a breves informaciones sobre “un objeto en llamas, al parecer, un aerolito”, que había caído en una granja de Nueva Jersey y que resultaba ser la avanzadilla de una invasión marciana de la tierra.

Con la emisión de ese programa Wells provocó la histeria de un buen número de personas, que se creyeron al pie de la letra lo que habían escuchado por la radio. Sin duda, fue un efecto maestro de puesta en escena radiofónica. Debido a este éxito, firmó con la productora RKO un importante y abultado contrato. Con total creatividad hizo su primer y fantástico filme, Ciudadano Kane (1941).

Fue considerada una de las obras más significativas de la historia del cine. La protagonizó el propio Welles, además de haber sido el coautor del guión, que escribió en colaboración con Herman J. Mankiewicz. Con esta película innovó en un moderno lenguaje narrativo cinematográfico. A pesar de haber sido bien recibida por la crítica, no lo fue en cuanto a lo comercial. Solo más tarde se ha reconocido la importancia de este film.

Su segunda película, El cuarto mandamiento (1942) sufrió considerables recortes de la productora antes de su estreno, y también fue un rotundo fracaso económico. Por esto, la RKO rescindió el contrato, por lo que Welles tuvo que trabajar con escaso presupuesto, lo cual no impidió que su genialidad resurgiera.

En 1946 realizó su tercera película, The Stranger, gracias a la ayuda de Sam Spiegel, un productor independiente. Dos años más tarde filmó una gran obra maestra, La dama de Shangai. Este magnífico film fue rodado junto a su esposa Rita Hayworth, con quien se hallaba en pleno proceso de divorcio.

Después de rodar Macbeth (1945), se exilió a Europa donde hizo su versión de Otelo (1952), film con el cual fue premiado con la Palma de Oro del Festival de Cannes, a pesar de haber sido otro fracaso comercial.

Después de diez años alejado de Hollywood, regresó para dirigir Sed de mal (1958), excelente thriller en blanco y negro en el que destaca el plano-secuencia que abre el filme, el más largo de la historia del cine. De nuevo en Europa, rodó El proceso (1962), versión de la novela homónima de Franz Kafka, y en 1965 y con producción del español Emiliano Piedra, dirigió Campanadas a medianoche , que es una fusión de diversos textos shakesperianos. Después de esto rodó para la televisión francesa Una historia inmortal (1968). Su última obra acabada fue el documental Fraude (1973).

La etapa final de su carrera como director estuvo marcada por ambiciosos e inconclusos proyectos, como Don Quijote, The deep o The other side of the Wind. Además de haber dirigido películas y haber participado como actor en ellas, Welles desarrolló una importante carrera interpretativa, en la que destacan Alma rebelde (1944), de Robert Stevenson, El tercer hombre, de Carol Reed, y Moby Dick , de John Huston. En 1975 recibió del American Film Institute el reconocimiento por toda su carrera artística.

Welles murió en Los Ángeles el 9 de octubre de 1985, con 70 años. Logró una carrera exitosa, donde su manera de hacer cine pasó a la historia y sirvió de ejemplo para muchos otros directores. Su genialidad y su creatividad no fueron de la mano con la taquilla, pues sería más tarde cuando el talento de este gran cineasta fuera reconocido por todo el mundo. Fue un artista que se negó a aceptar las convenciones de una industria más acostumbrada a tratar con funcionarios complacientes que con creadores auténticos. En definitiva, Welles marcó un estilo donde la creatividad y la calidad excelente de su obra pasaron a la historia del séptimo arte.

 

 

 

Vida y obra

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