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Castillo de Aguiló.
Se estima que empezó a levantarse a finales del siglo XIV -después de 1389- con materiales muy similares a
los empleados en las Torres de Quart de Valencia, finalizando la obra a principios del siglo XV. Este Palacio, de sólida
mole y aspecto de fortaleza, albergaba una capilla dedicada a la Inmaculada -cuyo altar tenía la misma construcción que
el Palacio de las Cortes Valencianas-, que hasta 1588 hizo las funciones de Parroquia. Al ser derribado el Castillo, su
cruz fue trasladada al Museo Diocesano de Valencia.
El Castillo perteneció a los sucesivos Barones de Petrés hasta el 15 de Mayo de 1896, cuando el Barón D. Alfonso
de Sandoval y Bassecourt, vecino de Alicante, lo vendió junto con otras fincas de su propiedad. Desde entonces, este
edificio -desde cuya terraza almenada se contempla una excelente panorámica, tal vez la mejor que pueda divisarse desde
el pueblo- permanece prácticamente en ruinas.
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Iglesia parroquial de San Jaime.
Hasta 1603 no se acabó de derribar una mezquita que se ubicaba en la plazoleta del Alfaqui (la primera que se
encuentra, entrando al pueblo viniendo de Gilet). Unos 500 moriscos de Petrés fueron embarcados rumbo a Orán desde el
Puerto de Valencia en Octubre de 1609 como consecuencia de la expulsión decretada por Felipe III.
La actual Iglesia se alza sobre otro pequeño templo que ordenó construir San Juan de Ribera (Patriarca de
Antioquía y Virrey de Valencia) en el año 1577 y cuyas obras finalizaron en 1588. En 1734 se inició, bajo el patrocinio
del Barón D. José Vicente Aguiló Romeu de Codinats y con la colaboración de los párrocos Dr. Musoles y Dr. Vives y la
del resto del vecindario, la construcción de la actual Iglesia. En 1740 se acabó de derribar el antiguo templo y el 28
de Octubre de 1743 volvió el Santísimo -custodiado hasta entonces en la Sala Capitular - al nuevo edificio. En la fachada
(construida con piedra blanca y negra de Ribesalbes) y sobre la puerta de entrada hay una hornacina con la imagen en piedra
de San Jaime vestido de peregrino (réplica moderna de la anterior, que databa del siglo XVI). A la izquierda se levanta
la torre-campanario.
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Ermita de Santo Domingo.
De líneas sobrias y sencillas, se construyó esta ermita en la falda de la Ponera (justo en el límite norte del
término municipal) por iniciativa de Jaime Villalba en agradecimiento a una cura milagrosa atribuida al santo. Las obras,
que se iniciaron en 1721, concluyeron en octubre de 1725 y fueron pagadas por el pueblo. En 1758 se hizo el altar del
Rosario y el Altar Mayor se rehabilitó el 8 de septiembre de 1855. Los cipreses que bordean el camino de subida a la Ermita
separan las estaciones del Calvario, acabadas y bendecidas el 17 de abril de 1878 por D. Miguel Salvador y recientemente
restauradas.
Tras lustros de práctico abandono es nuestro buen amigo D. Francisco López Fernández, desde principios de los
noventa aproximadamente, quien de forma noble y desinteresada se ocupa, tanto de su cuidado permanente como de la
organización de la Fiesta de Santo Domingo.
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