Etapa 1: de Sarria a Portomarín


El camino se despide de Sarria y comienza la nueva jornada cruzando primero Viley y Barbadelo después. Es esta segunda población hay que detenerse ante la iglesia de Santiago, declarada Monumento Histórico Nacional. Levantada en el siglo XII es uno de los mejores exponentes del románico gallego. Destaca en el templo su tímpano, el frontis, el lateral norte y su decoración escultórica. El siguiente municipio que aparece ante los ojos del caminante es Rente al que sigue Mercado da Serra, humilde aldea a la que solían acudir los judíos de Portomarín para negociar y proveer a los peregrinos.

Continúa la Ruta por Xisto del Camino; Leimán; Pana; Peruscallo; Cortiñas; Lavandeira; Casal; Brea, que significa camino, lugar de paso para viajeros en general, y peregrinos en particular; Morgade, donde solo hay una casa; Ferreiros; Mirallos, con una interesante iglesia del siglo XII de la que destaca su crucero; Pena; Couto; Rozas; Moimentos; Cotareio; Mercadoiro, donde el peregrino podrá descubrir evidentes vestigios de la antigua calzada; Moutras; Parrocha y Vilachá, pueblo rural de campesinos acomodados donde se conservan las ruinas del Monasterio de Loio, cuna de los Caballeros de la Orden de Santiago. Destaca también en este pueblo la ermita de Santa María de Loio con muros de estilo visigótico.

Finalmente el Camino, tras recorrer numerosas aldeas, llega a una ciudad, una urbe conocida, Potomarín. Esta villa, que ya existía en tiempos de los romanos, fue otro de los enclaves importantes del Camino durante la Edad Media. El antiguo Portomarín yace actualmente bajo las aguas del embalse construido en 1962, aunque antes de inundarlo trasladaron, piedra a piedra, entre otros monumentos; la iglesia-fortaleza de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, que tuvieron a su cargo el viejo hospital que no tuvo tanta suerte como la iglesia y que, al igual que los viejos puentes medieval y romano, duerme bajo las aguas del Miño. Se puede visitar en este municipio además de los monumentos mencionados, la iglesia de San Nicolás del siglo XIII; la portada de la iglesia de San Pedro, de 1182; la Casa del Conde, S. XVI, y el Palacio de Berbetoros, S. XVII.

 


Etapa 2: de Portomarín a Palas de Rey

Tras abandonar Portomarín el peregrino vuelve al Camino, que recorrerá lentamente numerosas aldeas que pueblan, no solo Lugo, sino toda Galicia. En esta etapa cruza Toxibó; Gonzar; Castromayor; Hospital da Cruz; Ventas de Narón, enclave importante en la época medieval, en sus tierras se produjo una cruenta batalla entre cristianos y árabes en el año 820; Prebisa; Lameiros, donde se puede detener el caminante para visitar su Capilla de San Marcos y admirar un hermoso crucero.

La Ruta avanza en esta jornada y entra en Ligonde, población en la que pararon en su peregrinaje Carlos V y Felipe II en 1520. Muestra de la nobleza de esta villa son sus casas blasonadas. Tuvo, por supuesto, Hospital, en cuyo recuerdo se alza en el solar que ocupó una sencilla cruz de piedra. También se puede visitar la iglesia de Santiago, con su antiguo cementerio de peregrinos.

Continúa el recorrido hacia Portos, donde el romero puede dejar por un momento la Ruta Jacobea principal y acercarse a Vilar de Donas, población en la que se alza majestuoso un valioso templo románico con pinturas góticas del siglo XVI. Destacan, así mismo, los bustos de las "donas" o señoras que fundaron la casa y su ábside central del siglo XIV, que guarda varios sarcófagos de Caballeros de la Orden de Santiago. Conserva además, un retablo de piedra que representa el milagro eucarístico de O Cebreiro.

Tras retomar el Camino principal, el trayecto sigue su trazado original y cruza Lastedo y Valos antes de alcanzar Palas de Rei, meta de la etapa vigésimo octava. Villa destacada durante el medioevo -llegó a contar con un Hospital Real- se puede visitatar en ella la iglesia de San Tirso con portada románica. A la salida de esta población está el Campo dos Romeiros, donde según la cuenta la tradición, se reunían todos los peregrinos para comenzar una nueva etapa.

 


Etapa 3: de Palas de Rey a Melide


El Camino Francés abandona Palas por el Campo dos Romeiros, tradicional lugar de encuentro de los peregrinos, donde se recomponían los grupos que se habían organizado, espontáneamente, con el transcurrir de la peregrinación. Estamos en plena comarca de A Ulloa, tierra de gran producción láctea y sabrosos quesos, entre otros reconocidos productos tradicionales, e inmortalizada por Emilia Pardo Bazán en la novela Los pazos de Ulloa (1886).

En las proximidades de este tramo, tomando un pequeño desvío, se llega al Castillo de Pambre. Un camino rural lleva hasta esta fortaleza, construída por Gonzalo de Ulloa a finales del siglo XIV. Fue éste uno de los pocos castillos feudales gallegos que se salvó de la furia destructora del siglo XV, provocada por las luchas antiseñoriales de los "irmandiños".

De regreso al Camino, éste inicia ya su recorrido por la provincia de A Coruña, camino de la aldea de Leboreiro, con evidente sabor medieval. Su iglesia conserva diversos elementos románicos de la fábrica primitiva, como el magnífico tímpano de la portada, con la imagen de la Virgen, y diversas pinturas murales (s.XVI). Entre Leboreiro y Melide, uno de los tramos más hermosos del Camino, se cruza la aldea de Furelos y el estrecho cauce de su río por un grandioso puente medieval.

En Melide (450 m.), localidad considerada el centro geográfico de Galicia, el Camino Francés se hace urbano y recibe a los peregrinos del Camino Primitivo. La ruta se integra en una población con la intensa identidad histórica jacobea. Se trata de un centro medieval repoblado por mandato de Alfonso IX (s. XIII), de cuyo periodo conserva la portada de la iglesia románica de San Pedro, encastrada en la actual capilla de San Roque. A su lado se levanta uno de los "cruceiros" más antiguos de Galicia, obra gótica del s. XIV que muestra la larga pervivencia del estilo del Maestro Mateo en el área de influencia del Camino Francés.

El casco histórico de Melide guarda otros dos tesoros artísticos: la iglesia de Sancti Spiritus, fundación franciscana de 1375, con sepulcros señoriales del siglo XV, y el templo románico de Santa María de Melide, de nave única y ábside semi-circular, decorado en su exterior con profusión de canecillos y dos portadas. Su interior conserva la mesa de altar románica y unos frescos del siglo XVI que representan el misterio de la Trinidad como Trono de Gracia.

La asistencia hospitalaria era otro capítulo importante en la vida medieval de Melide. En la dotación de su hospital, construido en 1375, se sabe que había veinticuatro lechos, para ser ocupados cada uno por dos personas. En la Edad Media era común que las camas fueran compartidas por varias personas. También tenía Melide un lazareto, atendido por los monjes-caballeros de la Orden de San Lázaro. Actualmente es posible rastrear el pasado y las constumbres tradicionales de Melide y su comarca visitando el Museo Terra de Melide


Etapa 4: de Melide a Arzúa

A continuación de Melide, Boente, con su iglesia de Santiago, y Castañeda, son otras dos pequeñas localidades con antigua tradición jacobea, la segunda sobre todo como lugar de emplazamiento para los hornos de cal empleada en la construcción de la catedral de Santiago. Las pequeñas piedras que los peregrinos medievales traían desde las canteras calizas de Triacastela hasta aquí eran algo más que un símbolo de participación en dicha empresa constructiva.

Más adelante el peregrino cruza el río Iso por un pequeño puente de origen medieval que da acceso a otra significativa instalación asistencial: el hospital de Ribadiso, el último espacio histórico que permaneció abierto en el Camino Francés al servicio del peregrino. El edificio, inmediato al río, fue restaurado y recuperado como albergue de peregrinos en 1993, conformando un entorno de notable belleza.

En la villa de Arzúa (388 m.) el Camino Francés recibe a los peregrinos procedentes del Camino del Norte. En esta localidad, famosa por la gran riqueza quesera de la comarca, el peregrino puede todavía encontrar diversos vestigios jacobeos, como la rúa do Camiño, la iglesia de Santiago y, entre otros, la capilla gótica de A Magdalena, perteneciente a otro desaparecido hostipal.


Etapa 5: de Arzúa a Arca

En este tramo el Camino se interna entre prados, robles y eucalipos que rodean pequeñas aldeas, algunas con topónimos de resonancia jacobea: Calzada, Calle, Ferreiros, Salceda, Brea, Santa Irene -singular iglesia y fuente- y Rúa, ésta ya a las puertas de Arca, capital del municipio de O Pino, el último antes de Santiago.


Etapa 6: de Arca a Santiago de Compostela


Ha llegado el día, el peregrino inicia la última etapa del Camino de Santiago por el cual ha recorrido una buena parte del territorio español y ha podido disfrutar de las innumerables maravillas que guarda, fruto de siglos de historia donde ha jugado un papel fundamental la Ruta Jacobea. Comienza el recorrido por San Antón, Amenal y San Paio. Posteriormente entra en Lavacolla, población donde los antiguos peregrinos se lavaban y adecentaban para entrar en la ciudad de Compostela. Tras abandonar este municipio la Ruta cruza Villamalor, San Marcos -antigua aldea donde se levanta una capilla en honor a San Marcos-, Monte do Gozo, San Lázaro, y por fin, SANTIAGO DE COMPOSTELA.

Ciudad nacida para albergar como se merecía a Santiago Apóstol, mantiene su aspecto medieval, excepto la muralla, ésta desapareció desgraciadamente a finales del siglo pasado. El emocionado peregrino recorrerá sus antiguas rúas; Rúa do Franco, la Rúa do Vilar, la Rúa Nova y la Rúa de San Pedro. Admirará sus bellas plazas; la más famosa, la del Obradoiro, al pie de la Catedral, la Plaza de la Quintana, la de la Inmaculada, la de San Martín, la de la Ánimas...

Pronto llegará el caminante ante la Catedral, el destino largo tiempo anhelado. Esta obra maestra de la arquitectura es el monumento más importante del románico. A través de la fachada del Obradoiro se accede al Pórtico de la Gloria, y ya dentro solo queda dejarse llevar por las emociones que produce ver las valiosísimas y hermosas obras de arte aquí guardadas.

La tradición invita a los romeros a seguir varios rituales, el más importante y significativo es el abrazo al Santo. Posteriormente hay que respetar el rito pagano de los coscorrones, que consiste en intentar coger una rama en el parteluz, bajo la figura del apóstol sedente y después pedir tres deseos, tras la misma columna hay una figura al que se le dan tres coscorrones con la cabeza "para que transmita su sabiduría y talento".

Una vez fuera de la catedral, en la Plaza del Obradoiro, el caminante podrá sorprenderse con los magníficos edificios que la rodean, y que hablan de los mil años de historia y arquitectura de la ciudad: el Colegio de San Jerónimo, fundado en 1501; el neoclásico Pazo Raxoi, construido en 1766 y el Antiguo Hospital Real, hospital para peregrinos patrocinado por los Reyes Católicos y edificado a principios del siglo XVI. Estas son algunas de las maravillas que puede disfrutar el peregrino en esta histórica ciudad.