De pronto, apareció el lobo. Caperucita se asustó. Pero el lobo, muy astuto, le preguntó dulcemente:

-Caperucita, ¿adónde vas con esa cestita?

-Voy a casa se mi abuelita a llevarle miel, que está malita –respondió pensando que era inofensivo.

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© 2007 - Mar Pastor Campos