Un cazador vio salir al lobo de casa de la abuelita con la tripa hinchada, lo siguió y aprovechó el momento en el que se tumbó y se quedó dormido para abrirle la pancha. Así logró sacar a caperucita y a su abuelita sanas y salvas. Después, le llenó la tripa de piedras. Cuando el lobo despertó, fue a beber agua al río y, del peso, se cayó y se ahogó.
© 2007 - Mar Pastor Campos