Todo aquel mundo de gatos parlanchines y árboles de colores era nuevo
para ella, por tanto denconfió
desde el primer momento de todo lo que le rodeaba. Al oír la pregunta
que aquel extraño animal le estaba
formulando, Alicia se extrañó tanto que, pese a las vacilaciones
iniciales y después de haberlo meditado
por unos instantes, no haría caso al gato. Así que se aclaró la
garganta y contestó:
- Gracias por haberme prestado ayuda, Señor gato. Pero lo cierto,
esque usted no parece saber muy bien
hacia donde se dirigió el Señor conejo. Así que, con su permiso,
continuaré por mi camino a través del
bosque. Espero que algún día nos volvamos a ver. Es usted un animal
muy peculiar. ¡Adiós!
-Como quieras, niña. Espero que encuentres a ese conejo, aunque no sé
si estarás muy segura andando tú
sóla por esos bosques...jajajaja...¡Adiós pequeña. La próxima vez que
vengas a verme respeta mi siesta!
De este modo tan poco convencional se despidieron el gato y Alicia. Pero lo que nunca imaginó esta intrépida aventurera era que el viaje iba a acabar como lo hizo y que despedirse del gato había sido la peor de sus opciones. Alicia siguió caminando durante un buen rato por aquel bosque que le era totalmente desconocido y con el que todavía no se había familiarizado. Cuando empezó a notar el cansancio, decidió tumbarse en la hierva, al cobijo de uno de aquellos árboles, y hechar una cabezadita. Al despertar, olió las flores que empezaron a reír a causa de las cosquillas que la niña probocaba en ellas al olerlas. Inmediatamente, Alicia se sobresaltó, tiró bruscamente la flor que había cogido y llevaba en la mano y reanudó su camino apresuradamente.
Depués de otro buen rato de caminata, Alicia sintió hambre. Después de la experiencia con la flores no estaba muy segura, pero ante la necesidad de tomar algo cogió uno de aquellos extraños frutos de colores. Por suete, esta vez resultó que aquello estaba delicioso. Así que se guardó unos pocos más para el resto del camino. Reemprendió la marcha Alicia durante horas y horas; días incluso. No obstante, Alicia nunca encontró al conejo y acabó perdida en el bosque. Nunca se supo más de ella. Su hermana y su familia todavía no se explican cómo pudo pasar. Es lo que ocurre cuando uno decide aventurarse por su cuenta sin tomar la ayuda que se le presta, como le ocurrió a Alicia con el gato.
FIN