Joaquín
Sabina
Loco de atar...
hay que correr más que la policía
para bailar el vals de los recuerdos
llorando de alegría,
llorando de alegría..."
Joaquín Sabina
Jugar por jugar
Yo, mi, me, contigo (1996)
La cordura no es, precisamente, una de las cualidades que figuren en
el ramillete de virtudes de Joaquín Sabina es, al contrario, su aparente
locura, la que le caracteriza desde sus inicios. Aunque, en realidad, es
un hombre muy inteligente y culto, seguramente, la mayor parte de su
público, se lo imagina borracho hasta las cejas y rodeado de yonkis,
macarras y señoritas de dudosa reputación.
Ahora todo es diferente pero hace algunos años, si ha vivido
situaciones, cuando menos curiosas, por culpa de su falta de
responsabilidad. Siempre ha contado -aunque no se sabe cuánto hay de
literatura y cuánto de realidad- que la cerradura de su casa se había
cambiado en pocos años, una decena de veces ya que no recordaba a
cuántas personas les había regalado un juego de llaves. Así, por su
enorme piso situado en la calle Relatores, en el barrio de Tirso de
Molina, paseaban alegremente amigos que picaban algo, que celebraban
fiestas o que asaltaban su completo estudio de sonido para grabar
maquetas. Finalmente, y después de encontrar en su casa unos okupas que
decían "haberse instalado gracias a un amigo", decidió acabar con aquel
caos.
Puede que esta locura o la falta de responsabilidad, también sean
culpables de que se mantenga alejado de los asuntos financieros que le
rodean. Isabel Oliart -madre de sus hijas- primero, y Jimena Coronado,
en la actualidad, se han encargado de administrar su fortuna y los
asuntos relacionados con ésta.