Joaquín
Sabina
Y sus poetas...
Joaquín Sabina ha mostrado, de unos años a esta parte, una cara que
muchos desconocían: la de ávido lector y escritor de poesía. Según ha
contado en alguna entrevista, esta pasión por escribir en verso se la
debe a su padre, Jerónimo Martínez Gallego, comisario de Úbeda y que
según su hijo, "escribía sobre cualquier cosa de un modo muy
nerudiano".
Así, Joaquín recuerda que en su casa nunca faltaron libros de
"maravillosos y románticos poetas malos" como Gabriel y Galán,
Campoamor
o Emilio Carrere.
Su llegada a la Universidad de Granada le abriría mucho más el campo de
visión y le permitiría conocer la obra de poetas que han sido para él
del todo influyentes. De hecho, su libro de sonetos Ciento volando
de
catorce esta lleno de guiños literarios a poetas como Neruda, Sor
Juana Inés, Cesar Vallejo, Lope de Vega...
Pero lo más emocionante para el cantautor se ha dado en el momento en
que ha podido conocer, y más tarde, estrechar una bonita relación, con
dos grandes poetas: Jose Hierro y Ángel González. Del primero, guarda
orgulloso un valioso recuerdo:"En el hospital y hasa que falleció,
estuvo intentando mejorar unos versos que le mandé". Hoy guarda esos
versos, sobre un capote de Manolete y bajo un cristal que los protege
en
la mesa que preside el salón de su casa. Del segundo, fallecido
recientemente, Joaquín guardaba también muy buen recuerdo y lo
demostraba
así el día de su muerte:"ojalá los españoles se enteren, los que no se
enteraron antes, de que este señor era un poeta en carne viva y uno de
los seres humanos más dignos, decentes y ejemplares que han existido.
Estoy huérfano. He perdido a un maestro, a un padre, a un hermano, a un
amigo, a una guía, a un ejemplo,... y, desde luego, a un poeta digno de
que mañana se acaben todas sus existencias en las librerías. ¡Bendito
sea Angel González!".
Recientemente, publicó dos sonetos en Interviu elogiando a los
que han sido sus grandes poetas de cabecera.
MIS POETAS
Aquí lo podemos ver en el homenaje a Neruda poniendo voz y música al
poema Amo el amor de los marineros .
De Rubén aprendí la peregrina
alquimia del diamante y la madera,
de Cernuda el olvido y la quimera,
de Vallejo los húmeros, la espina.
De Neruda la fronda y la sentina,
de Manrique verdura de las eras,
de Garcilaso la égloga tercera,
de Juan Ramón la esencia y la rutina.
De Federico el Nueva York gitano,
del pastorcico el rayo que no cesa,
de Blas el ángel fieramente humano,
de Borges el enigma en letra impresa,
de Machado la biblia del pagano,
de Espronceda la epístola a Teresa.
[II]
De Ángel González la palabra breve,
la risa generosa de cantina,
de Jaime Gil la cita clandestina,
la margarita que a volar se atreve.
De San Juan de la Cruz el vuelo leve,
de Lope una aventura en cada esquina,
de Bécquer las oscuras golondrinas,
de Campoamor la tarde cuando llueve.
De Sor Juana el amor a contrapelo,
de Gelman la orfandad y el desconsuelo,
de Violeta la décima inocente,
de Góngora lo oscuro cristalino,
de Quevedo el ardid luciferino,
de García Montero el pan urgente.