Joaquín
Sabina
Y el tabaco...
Durante muchos años, la imagen de Joaquín Sabina siempre iba
acompañada de su inseparable cigarrillo, pero eso cambió - al menos,
temporalmente- cuando sufrió la isquemia cerebral. Durante ocho meses
dejó el tabaco pero, finalmente, recayó. Curiosamente, ha contado que,
al contrario que todos los ex-fumadores, no le molestaba que fumaran en
su presencia sino que, al contrario, "les pedía que le echaran el humo
en la boca".
Y es que, además de un enorme vicio - que le costó "más de
dejar que la coca"- es un arma de trabajo, un cómplice que le acompaña
en las noches en que puede pasar hasta cinco horas seguidas escribiendo,
olvidándose de todo lo que le rodea. "En el humo hay inspiración...".