Tu camino al periodismo
--¡Pues vaya un estudiante! --exclamó enfadada-- Ahora busca tú mismo el libro y si no lo encuentras haces una desiderata para que te lo traigan. Adiós. Y dándote la espalda se perdió entre las estanterías con una velocidad pasmosa. Tú no supiste qué hacer, seguiste buscando la salida infructuosamente. Las horas fueron pasando y continuaste perdido por las salas del piso tercero, sin encontrar a un alma que te echara una mano para escapar de ese laberinto de libros. Cuando viste en tu reloj que eran las diez de la noche y tenías un hambre y una sed atroces te dio un ataque de ansiedad y frustración que te hizo perder la razón y golpear tu cabeza contra la estantería más cercana. Después vino la placentera oscuridad. Cuando recobraste el conocimiento no estabas demasiado lejos de donde habías sufrido aquel shock. En una cama del hospital Clínico sufrías aún leves jaquecas y horribles pesadillas por aquella experiencia en la biblioteca. Al día siguiente día te marchaste a casa con una venda en la cabeza y algo más animado. Abriste tu correo electrónico y encontraste un mensaje de Rosa, la profesora de Documentación, pidiéndote perdón:
“Cuando
Javi, el guardia de seguridad, me contó en qué condiciones te había
encontrado quise que se me tragara la tierra. Te pido mil perdones por
no haberte ayudado. Sin ánimo de ofender te adjunto el poema
DESIDERATA
Escucha entonces la sabiduría del sabio: “Camina plácidamente entre el ruido y las prisas, y recuerda que la paz puede encontrarse en el silencio. Mantén buenas relaciones con todos en tanto te sea posible, pero sin transigir. Di tu verdad tranquila y claramente; Y escucha a los demás, incluso al torpe y al ignorante. Ellos también tienen su historia. Evita las personas ruidosas y agresivas, pues son vejaciones para el espíritu. Si te comparas con los demás, puedes volverte vanidoso y amargado porque siempre habrá personas más grandes o más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros, así como de tus planes. Interésate en tu propia carrera, por muy humilde que sea; es un verdadero tesoro en las cambiantes visicitudes del tiempo. Sé cauto en tus negocios, porque el mundo está lleno de engaños. Pero no por esto te ciegues a la virtud que puedas encontrar; mucha gente lucha por altos ideales y en todas partes la vida está llena de heroísmo. Sé tu mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico respecto al amor, porque frente a toda aridez y desencanto, el amor es tan perenne como la hierba. Acepta con cariño el consejo de los años, renunciando con elegancia a las cosas de juventud. Nutre la fuerza de tu espíritu para que te proteja en la inesperada desgracia, pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Más allá de una sana disciplina, sé amable contigo mismo. Eres una criatura del universo, al igual que los árboles y las estrellas; tienes derecho a estar aquí. Y, te resulte o no evidente, sin duda el universo se desenvuelve como debe. Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que Le concibas, y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, mantente en paz con tu alma en la ruidosa confusión de la vida. Aún con todas sus farsas, cargas y sueños rotos, éste sigue siendo un hermoso mundo. Ten cuidado y esfuérzate en ser feliz”.
Y a raíz de ese poema empezaste a ver la vida de otro modo y fuiste feliz hasta el mismísimo día de tu muerte, sin importar para el final de esta historia si acabaste de periodista o no.
Enhorabuena.
FIN
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