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¡Por fin he llegado a casa de mi hermano!, un quinto piso sin ascensor y de 70m2. Son las 9 de la mañana, hora perfecta para tratar de convencer a mi hermano de que la mejor opción es desayunar en  nuestra cafetería favorita: Santa Bárbara. Insisto una y otra vez para que me abra el portal, pero... ¡¿cómo me he podido olvidar de este gran detalle?!, ¡esta puerta no ha funcionado bien en su vida!. Decido meter la tarjeta de crédito en la ranura y...¡ya está!, problema resuelto.

• “Ari, ¿eres tu?”
• “si Marcos, ¿cuando puñetas vais a decir que os arreglen la puerta?. Se supone que tendrías que haber bajado tu a abrirme, pero ¡claro! ya veo que es imposible!!.”
• “´Menudo genio tienes tu de buena mañana,¿no?”
• “Marcos enserio, vístete y vámonos por ahí a desayunar que lo último que me apetece es estar en un piso encerrada.Además, necesito contarte muchas cosas. Va, que te invito a desayunar”.
• “jajajaja. ¡Eso si que ha tenido gracia!¿ Con qué dinero?, te recuerdo que no trabajas...”
• “Pues, ¡con tu dinero!. Yo propongo el lugar y tu pagas, ¿no es mala idea no?
• “Pues si quieres que salgamos de aquí vas a tener que ayudarme a bajar escalón a escalón. Todavía llevo la escayola y tardaremos un buen rato”
• “si pretendes convencerme de que nos quedemos aquí no lo estás consiguiendo. Además,¡tengo todo el día libre!.”