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MARCO HIPOTÉTICO: TEORÍAS SOBRE EL ESPACIO RURAL
1.1. Espacio rural versus espacio urbano:
El adjetivo rural puede tener
dos acepciones, por un lado puede ser sinónimo de agrario, y por otro en, un
sentido más amplio, calificaría lo relativo al campo, campo en oposición a la
ciudad. Tradicionalmente el medio rural ha sido tratado en un sentido estricto
como medio agrario, con unos rasgos dominantes que lo definían: Uso del suelo
para la agricultura, población mayoritariamente agrícola y una relación directa
entre lugar de trabajo y de residencia.
Históricamente
ciudad y campo han establecido una relación recíproca, aunque desigual, basada
en la proximidad; el campo aportaba los alimentos pero era la ciudad la que
organizaba a través de la comercialización de los productos agrícolas el
territorio, la sociedad y la economía. La Revolución Industrial no hizo sino
aumentar la desigualdad de esta relación. Fue la segunda gran revolución
tecnológica de la humanidad, varios milenios después de la del Neolítico. Los
adelantos técnicos asociados a ella permitieron un relativo incremento de la
productividad agraria, pero lo más destacable fue la aparición de una oferta
urbana, la de productos manufacturados industriales más asequibles que los
artesanales. La ciudad no sólo exigía al medio rural la producción de alimentos
para su población, ahora también lo utilizaba como fuente de materias primas y
de mano de obra para su industria a la vez que lo invadía con su expansión
territorial necesaria para ubicar las factorías, las viviendas de los
asalariados fabriles y las nuevas vías de comunicaciones. En estas condiciones,
en el medio rural de los países desarrollados, se produjeron en el transcurso
del siglo XIX y buena parte del siglo XX una serie de procesos o fenómenos
interrelacionados: Industrialización, Desagrarización, Éxodo Rural y
Urbanización. La relación ciudad-campo era una relación de dominio-dependencia,
lo cual influía en una imagen negativa del mundo rural, como espacio de reserva
para la expansión urbana.
Ya
en las últimas décadas de este siglo con el desarrollo de los nuevos medios e
infraestructuras de transporte, con la difusión de la información y de la
tecnología, unido a fuertes disfuncionalidades urbanas a las que J.
Gottman llamó «las miserias de la urbanización»: congestión, marginación social,
deterioro ambiental, etc., los espacios rurales de los países desarrollados se
han visto revalorizados por cuanto le han sido asignadas nuevas funciones:
·
Funciones ambientales, culturales,
paisajísticas.
·
Funciones residenciales.
·
Funciones de esparcimiento y ocio.
·
Zonas de difusión industrial.
La
sociedad, en su fase post-industrial ha echado mano del mundo rural para
satisfacer nuevas demandas, de forma que el sistema económico y social integra
la ciudad y el campo cambiando la relación dominio-dependencia por otra de
interdependencia dentro de un conjunto cuya dirección sigue escapándosele al
medio rural, lo cual constituye su rasgo fundamental (Kayser, 1990). Son los territorios los
que cuentan con un diferente grado de integración en los procesos globales.
Territorios, más o menos «conectados», que incluyen ciudades y espacios
rurales, lo cual significa que la vieja oposición campo/ciudad ha dejado de
tener sentido desde un punto de vista tanto social como económico y, en
consecuencia, también desde la óptica académica.
1.2. Concepto de espacio rural:
El espacio rural se ha definido desde distintas perspectivas: como
espacio físico o natural, como espacio económico y social o, simple y
llanamente, como lo opuesto al espacio urbano. Desde los años ochenta la
mayoría de los investigadores han optado por una definición atendiendo a una
combinación de criterios físicos, sociales y económicos.
La
Comisión Europea en 1988 señalaba que: «La
noción de mundo rural … se refiere a todo un tejido económico y social que
comprende un conjunto de actividades diversas (...) Además de su función de
marco existencial de los que allí viven y trabajan, el espacio rural presenta
unas funciones vitales para la sociedad (...) En tanto que zona tampón y
espacio de regeneración, es indispensable para el equilibrio ecológico y es
cada vez más un lugar de acogida privilegiado para el descanso y el recreo.»
(Kayser, 1990; 12)
El
propio Kayser hace una síntesis afirmando que el espacio rural se define por un
modo particular de utilización del espacio y de vida social con una serie de
rasgos fundamentales:
·
Densidad relativamente débil, tanto
demográficamente como en edificaciones, donde predomina el paisaje vegetal.
·
Uso económico con predominio espacial
agro-silvo-pastoril.
·
Modo de vida caracterizado por la
pertenencia de sus habitantes a comunidades relativamente pequeñas y asociado a
una relación peculiar con su entorno natural.
·
Una identidad específica propia. (Kayser, 1990:13)
Sancho
Hazak habla directamente de espacio social, como resultante de la intervención
del hombre sobre un espacio físico o natural «en un proceso
histórico en que la sociedad ha impulsado el establecimiento de unas funciones
concretas, bajo unas relaciones sociales de producción, (...), específicas. Se
trata por tanto del impacto geográfico de las actuaciones sociales».
(J. E. Sánchez, 1991: 167) Para
este autor el espacio social se materializa según el grado de homogeneidad de
los criterios o variables utilizadas, a mayor número de éstas, menor será el
espacio social, así hablaremos de nación, comarca, pueblo, aldea… Pero el
espacio rural no se corresponde, según él, con ninguno de estos agregados, si
acaso es una parte de ellos. El calificativo rural reúne una serie de
características que resume en tres componentes:
·
Ecológica: Estructura del hábitat humano,
en referencia a la forma de ocupación del suelo y a las interrelaciones que se
establecen, o bien al espacio físico natural escenario de esas relaciones.
·
Socio-económica: Actualmente las
actividades se han diversificado, la agraria ya no es la dominante, aunque es
en el espacio rural donde todavía alcanza su mayor peso respecto a la
configuración de esa estructura rural.
·
Socio-cultural: En relación con las
pautas de trabajo y las normas de adhesión al espacio y a la comunidad rurales,
donde los vínculos de reciprocidad son esenciales para mantener la coherencia
del grupo y que tras la crisis del éxodo rural ha derivado en una nueva
identidad con su entorno ambiental, lo cual ha influido a su vez en una imagen
positiva del mundo rural. (Sancho Hazak, 1997)