9. CONCLUSIONES
Los fenómenos de periurbanización residencial
generados por la ciudad de Valencia han alcanzado de lleno al municipio de El
Puig. Este proceso de expansión de la función residencial está directamente
relacionado con una serie de factores generales a todos los espacios
periurbanos y en particular a los de El Puig y Valencia:
·
la
construcción y mejora de infraestructuras de comunicación, la generalización
del uso de medios de transporte privados así como la optimización de los
transportes públicos colectivos, han propiciado la disociación entre lugar de
trabajo y de residencia y con ello un incremento de la movilidad y de las
migraciones cotidianas.
·
El
atractivo natural y paisajístico, con sus tres cerros urbanos en medio de la
huerta valenciana, conjugado con la revalorización del medio rural, como
consecuencia de un cambio ideológico relacionado con el creciente
individualismo, el mito de la naturaleza y otros factores de repulsión del
medio urbano, hacen de El Puig el objeto de deseo de muchas personas donde
encontrar una mejor calidad de vida, en un momento en que el progresivo aumento
y diversificación de equipamientos y servicios, tanto públicos como privados,
les permite mantener un modo de vida urbano al que no quieren renunciar.
·
La
década de los 80 y buena parte de los 90 es un periodo de tiempo en el que la
ciudad de Valencia ha estado inmersa en una serie de grandes proyectos
urbanísticos –construcción de túneles para evitar intersecciones en grandes
vías, remodelación de espacios públicos abiertos y peatonalización de calles,
construcción del metro... – los cuales han provocado situaciones caóticas y
duraderas con respecto a la movilidad, han incrementado los niveles de
contaminación atmosférica y acústica por la saturación del tráfico rodado y las
obras, etc.
·
Pero
quizás el elemento o factor más decisivo haya sido la facilidad que este
proceso ha encontrado, en relación con la oferta de suelo para urbanizar, por
un lado, derivada de una voluntad de acogida propia, la cual viene implícita en
la política urbanística municipal de El Puig en los últimos veinte años; y por
otro lado, con la escasa competitividad de la actividad agraria frente a los
nuevos usos del suelo, especialmente el residencial.
Las consecuencias han sido cambios
cuantitativos y cualitativos en la población y en el espacio municipal de El Puig.
Los cualitativos hacen referencia a un cambio social por la llegada de nueva
población con niveles adquisitivos superiores a los de la población residente
más antigua y a la generación de nuevos espacios urbanos residenciales en
consonancia con las peculiaridades socioeconómicas de los recién llegados, lo
cual ha provocado una segregación espacial de la población de El Puig en
función de esos rasgos distintivos.
Una de las variables del planeamiento
municipal debe ser la demanda social. Es evidente que el modelo urbano
residencial adoptado ha satisfecho la demanda externa, pero el descuido en la
atención de la demanda interna de viviendas más asequibles ha propiciado la
salida de jóvenes con escasos recursos hacia municipios vecinos, generando
sentimientos de sustitución. La toma de conciencia por parte de los
representantes locales de este efecto no deseado, debería hacer que en futuros
proyectos expansivos se tenga en cuenta la diversidad de las capacidades
económicas de los habitantes de El Puig.
En un futuro no muy lejano, a juzgar por las
perspectivas apuntadas, lo que va a estar en juego es el espacio municipal de
El Puig. las enormes presiones
que se ejercen, tanto desde la iniciativa privada como por una gran parte de
los propietarios del suelo con expectativas de cambio de uso, por medio de las
Agrupaciones de Interés Urbanístico, pueden intensificar el proceso iniciado
hace ya dos décadas. Pero este no es un problema exclusivo de El Puig, otros
municipios vecinos, independientemente del color político de sus gobiernos,
están inmersos en la misma dinámica, con un urbanismo al servicio del negocio
inmobiliario, por lo cual, lo que verdaderamente está en juego es la huerta de
Valencia, sobre todo ahora que la estructura social que la venía manteniendo está
a punto de desaparecer. Por todo ello se hace evidente que, para evitar el
crecimiento urbano desordenado, especulativo y derrochador de suelo, es
necesaria una planificación territorial integrada y coordinada, que supere la
escala local, con criterios de sostenibilidad en sus dimensiones tanto
económica y social como medioambiental, la cual podría ser competencia de un
organismo como el políticamente despreciado Consell Metropolità de l'Horta.