Cuando la sirena deja de sonar, exactamente a los cuarenta segundos como tú creías, ya has llegado al despacho del señor García.

Sin embargo, cuando estás a punto de entrar ves en el umbral de la puerta un guante de fregar de color amarillo para la mano izquierda. El guante debió de caérsele al asesino cuando intentaba no dejar huellas. Además, las puntas de los dedos están manchadas con una especie de polvo negro como el hollín: ¡exactamente el mismo tipo de polvo que observaste en la bodega! De hecho el guante también te proporciona información sobre el asesino. Hay manchas de polvo semejante al hollín en todos los dedos del guante.

¡Al asesino no le faltaba ningún dedo! Esto te recuerda que puedes tachar a otro de los sospechosos con solo consultar sus fichas. Ya solo te quedan dos.

 

Entras al despacho mientras comienzas a preguntarte que tal vez no fuera un asesinato. Tal vez el señor García tropezó y cayó por el balcón. Te asomas a él. Al fin y al cabo, la barandilla es bastante baja. Pero cuando vuelves a la habitación, ves una nota en forma de pergamino sobre la mesa.

Dice: GARCÍA HA SUFRIDO LO QUE SE MERECÍA

 

Animado, vas a echaminar la nota, pero el asesino la ha imprimido para que no se pueda reconocer la caligrafía. De todas formas, te guardas el pergamino por si pudiera servirte más adelante.

Buscas a Tomás y le pides que te lleve al lugar donde el cable telefónico principal entra en el edificio. Tal vez el asesino dejó una pista vital cuando lo cortó. Sigues a Tomás hasta la parte trasera de la casa, rodeada de un fantasmal bosque.