EL AISLAMIENTO EN
ROBINSON CRUSOE:
ANÁLISIS
COMPARATIVO INTERCULTURAL
Amalia Ortíz
de Zárate Fernández
Rodrigo Browne Sartori
- 2000 -
“…I saw my Fate or my great Affliction,
that I was Island
environ’d every Way with the Sea…”
Daniel Defoe.
“Robinsón atravesará,
como Selkirk, las duras pruebas de la
soledad, el pavor y la locura; pero
a la hora del rescate
Alexander Selkirk es un tembleque
esperpento que no sabe
hablar y se asusta de todo. Robinsón
Crusoe, en cambio,
invicto domador de la naturaleza,
regresará a Inglaterra, con
su fiel Viernes, haciendo cuentas
y proyectando aventuras.”
Eduardo Galeano.
INTRODUCCIÓN
Al tratar de reunir y rescatar en
este trabajo de investigación la figura de Robinson Crusoe y la
repercusión que éste ha producido en diferentes ámbitos
de la cultura moderna, nos es imposible obviar lahuella que este personaje
ha marcado no sólo en la literatura universal, sino que prácticamente
en todo orden de disciplinas sociales, transformándose, sin quererlo,
en el prototipo del náufrago de barba y melena larga: paradigma
del aislamiento y el abandono, ejemplo de estilo de vida y supervivencia
que desde su nacimiento ficcional, bajo el alero de Daniel Defoe, hasta
nuestros días no ha querido estar ausente en el imaginario universal
que conformamos todos nosotros.
Montajes teatrales, rodajes cinematográficos,
documentales para la televisión, performances, instalaciones, segundas
y terceras versiones literarias, nombres propios y hasta el bautizo, alrededor
de los años ’60, de una isla con su nombre arrojan un certero diagnostico
que avala la permanencia de Robinson Crusoe a través del tiempo.
No es casualidad que estemos trabajando
sobre el “inmortal” señor Crusoe. El hecho de habernos radicado
durante dos años aproximadamente en aquella isla del Pacífico
Sur, parte del Archipiélago de Juan Fernández (Chile),
es una de las excusas que justifica dicha investigación y nuestra
mayor dependencia hacia la figura de este marinero inglés que irrumpió
en el circuito literario británico del siglo XVIII. La propia novela
de Daniel Defoe: The Life and Strange Surprizing Adventures of Robinson
Crusoe, un registro audiovisual sobre esta isla denominado L’Île
de Robinson y una historia de vida relatada por habitantes de este territorio
insular componen el corpus de este trabajo, soporte desde el cual pretendemos
erigir este ejercicio comparativo
intercultural, cuya hipótesis
definitiva es: comparar el concepto de aislamiento que se presenta en la
novela, luego en el documental -con la particular mirada de su realizador-
y finalmente en la ingenua pero fogueada opinión de quienes efectivamente
viven, día a día, lo que llamaremos el “síndrome de
insularidad” o “el espíritu robinsoneano”.
Para lograr nuestro propósito
hemos planteado dos grandes objetivos que serán los encargados de
orientar y enmarcar los límites de esta navegación por mares
robinsoneanos:
a) Confrontar la realidad factual
de los habitantes del Archipiélago de Juan Fernández -a través
de historias de vida y de un documental sobre esta isla- con la realidad
ficcional de la novela de Daniel Defoe en el tiempo y en el espacio.
b) Encontrar lugares comunes, diferencias
y semejanzas entre la realidad de los isleños y la ficción
del texto original del autor inglés.
Como podemos apreciar, este trabajo
se basará en dos tipos de discurso: el fáctico y el ficcional.
A raíz de esto nos surge de inmediato una interrogante: ¿Cómo
enfocaremos el concepto de aislamiento dentro de esta propuesta, tomando
en cuenta que estamos trabajando con herramientas escriturales (literarias,
biográficas y autobiográficas) y audiovisuales? El anterior
cuestionamiento trataremos de dilucidarlo a través del análisis
del narrador. Un narrador que en este caso es en primera persona y el cual
-según Mieke Bal- puede ser de tipo externo o personaje, donde el
primero de éstos es un narrador que cuenta algo sobre otros y el
segundo habla sobre sí mismo (Mieke Bal, 1985: 126). Por ejemplo,
en el caso de la novela Robinson Crusoe se trata de un narrador personaje
y, en el caso del documental nos aventuramos indicando que su mirada proviene
de un narrador externo e interno o personaje. Finalmente, en las historias
de vida se presenta tanto un narrador externo como uno con cualidades de
narrador personaje, por su carácter biográfico. Los narradores
de estos tres discursos, a su vez, se sitúan en un tiempo y en un
espacio determinado que será la base de la comparación antes
enunciada.
A la hora de plantearse las características
de los instrumentos a comparar nos percatamos que, a la luz de los teóricos
estudiados, se definen, al menos, dos niveles de realidad. El primero tiene
como referente el mundo real cotidiano y normal y el segundo es la mimesis
de ese mundo real -dentro de ésta caben todas las expresiones del
ser humano como la literatura, el cine, las bellas artes en general, etc.
En este segundo nivel partimos de la premisa que toda representación
de la realidad, ya sea novela, documental o historias de vida, son construcciones
ficticias que se escapan -aunque se inspiren y traten de asemejarse-
de lo real.
Por lo mismo y para dar mayor realce
a nuestro juego comparativo hemos tomado ciertas deducciones y definiciones
que el investigador francés Gérard Genette hace sobre ficción
y realidad. En éstas, esencialmente, el autor entiende -citando
a John Searle- que todo lo que trata de imitar o representar la realidad
no es verdad pero, al mismo tiempo, propone que es necesaria la existencia
de distintos niveles de ficción después de la representación
o mimesis de la realidad, que están supeditados a la intención
que el autor pretende dar a su obra y a las distancias que guarda ésta
entre, por una parte, lo factual y, por otra, lo
ficcional. Por ejemplo, aunque los
dos son relatos básicamente ficcionales, la novela Robinson Crusoe
es una obra mucho más ficcional que el diario de vida de Alejandro
Selkirk porque los dos ofrecen al lector distintos niveles de acercamiento
a la ficción o la realidad.
“Esos enunciados, que instauran el
universo que pretenden describir, consisten, según Searle, en aserciones
‘fingidas’, es decir, que se presentan como aserciones sin cumplir con
sus condiciones pragmáticas de validez. Esta definición es,
para mí, indiscutible, pero incompleta: si los enunciados de ficción
no son aserciones verdaderas, falta precisar a qué otra clase de
actos de habla corresponden.
...la narratología se ha
ocupado casi exclusivamente de las formas del relato de ficción,
como si esas observaciones fueran automáticamente aplicables o transponibles
a los relatos no ficcionales, como el de la historia, la autobiografía,
el reportaje o el diario íntimo.” (Gérard Genette, 1993:
8).
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Academic
Year 00-01
07/02/2001
©a.r.e.a.
Dr. Vicente Forés López
©Ana
Aroa Alba Cuesta
Universitat
de València Press