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LOS ORÍGENES DE 
  "ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS"

Yo no puedo poner en marcha la invención como un reloj, por un acto de voluntad: ni creo que escrito «original» alguno (y ¿qué otros escritos merecen ser conservados?) se haya producido así. Si te sientas, sin pasión ni inspiración, y te «dices» que vas a escribir unas horas, lo único que lograrás producir es uno de esos artículos, tan fáciles de escribir como aburridos de leer, que invaden las revistas... Alicia y A Través del Espejo nacieron de cabos e ideas sueltas que vinieron por sí mismas, pobres tal vez, pero las mejores que supe ofrecer. No quisiera para mí más alto elogio que estas palabras de un Poeta sobre un Poeta: «Dio a la gente lo mejor de si:/ lo peor lo retuvo, lo mejor lo dio.»
                                                          LEWIS CARROLL, Alicia en el teatro.

La “tarde dorada”

En sus diarios, cartas y recuerdos Carroll ha tejido para la posteridad la idealizada historia del origen del cuento Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas, y las versiones audiovisuales de Alicia han familiarizado al gran público con la escena.  

Fue en la tarde del 4 de julio de 1862 y en las cercanías de Oxford, en una barca de remos tripulada por dos clérigos y tres niñas que bogaban sobre un afluente del Támesis rumbo a la villa de Godstow. Uno de los hombres, un joven de treinta años, aire tímido y ojos azules, que tartamudeaba ligeramente al hablar y mientras el otro hubo de remar por los dos, cautivó durante todo el tiempo a su infantil auditorio improvisando un fascinador cuento de hadas. Luego una de las niñas, que había seguido el relato con interés aún más vivaz que el de sus 

compañeras, le pidió que lo escribiese para ella. El hombre era el profesor Dodgson, literariamente. Conocido como Lewis Carroll, y la vehemente niña era Alicia Liddell, hija del Decano del Christ Church College; tenía entonces diez años y había ido a la excursión acompañada de sus inseparables hermanas.

Los datos que documentan el hecho son su constancia en los diarios de Dodgson y el recuerdo a larga distancia del propio Carroll, de Alicia Liddell, modelo real de la heroína del relato, y de Robinson Duckworth, el compañero de Dodgson que remaba en la barca.
En el diario de Dodgson puede leerse que el 4 de julio
de, 1862 el joven profesor llevó de excursión por el río a Alicia y sus dos hermanas, junto con el amigo Duckworth, hasta llegar a Godstow.

Allí tomamos el té, y no volvimos a Christ Church hasta las ocho y cuarto de la tarde. Tras llevarlas a mis habitaciones para enseñarles mi colección de microfotografías, fueron devueltas al Decanato poco antes de las nueve.

El 10 de febrero del año siguiente Carroll añadió en nota a este pasaje: «En aquella ocasión yo les conté el cuento de hadas "Las aventuras subterráneas de Alicia".»
Un cuarto de siglo más tarde, con motivo de la representación musical del cuento de las Maravillas, Carroll rememora en su artículo “Alicia en el teatro” (“Alicia on the Stage”), abril 1887) aquellos felices momentos:

Muchos días habíamos remado juntos por ese río tranquilo -las tres jovencitas y yo-, y muchos fueron los cuentos improvisados para beneficio de ellas, tanto si en ese momento el narrador estaba «en vena» y le venían en tropel fantasías no buscadas, o era un momento en que había que espolear a la agotada Musa para que trabajase, y seguía penosamente, más porque tuviera que decir algo que porque tuviera algo que decir... Sin embargo, de toda esa cantidad de cuentos ninguno llegó a ser escrito: nacieron y murieron, como minúsculas moscas de verano, cada uno en su correspondiente tarde dorada; hasta que llegó un día en que, por casualidad, una de mis pequeñas oyentes me pidió que le escribiese el cuento. Eso fue hace muchos años, pero   recuerdo claramente, mientras escribo esto, cómo, en un desesperado intento por  iniciar una nueva vía del cuento 

fabuloso, empecé metiendo a mi heroína  por una madriguera de conejos, sin la menor idea de lo que iba a suceder después... Emerge, pues, de las sombras del pasado, «Alicia», hija de mis sueños. Son muchos los años que han volado desde aquella «tarde dorada» que te dio el ser; sin embargo, puedo evocarla casi con tanta claridad como si hubiese sido ayer: el azul limpio en lo alto, el espejo acuoso abajo, la barca deslizándose perezosamente, el sonido de las gotas que caían de los remos al agitarse soñolientos adelante y atrás (único destello luminoso de vida en todo el pasaje amodorrado), las tres caritas anhelantes, ávidas de noticias del país maravilloso, las cuales no consentían que se les dijese que no; y de cuyos labios brotó: «Cuéntenos un cuento, por favor», ¡con toda la severa inexorabilidad del Destino!    

Otros recuerdos de la “tarde dorada”

El hijo de Alicia Liddell publicó en 1932 recuerdos de madre que confirman los de Carroll:  

Casi la totalidad de Las Aventuras subterráneas de Alicia nos las contó aquella calurosa tarde de verano, con la ardiente calma estremeciéndose por encima de¡ prado donde había desembarcado el grupo para protegerse un rato en la sombra que formaban los montones de heno cercanos a Godstow. Creo que los cuentos que nos contó aquella tarde fueron mejores de lo normal, porque guardo un recuerdo muy nítido de la excursión; además al día siguiente empecé a insistirle en que me escribiese el cuento, cosa que nunca había hecho yo antes. Fue mi «venga, venga» y mi pesadez lo que le movió, tras decir que lo pensaría, a hacer la vacilante promesa que le obligó a escribirlo. (Captain Caryl Hargreaves, Alice's Recollections of Carrollian Days, Told to her Son, «The Cornhill Magazin», julio 1932.)  

La rememoración, también lejana de aquella tarde que debemos al reverendo Duckworth, coincide con las de Carroll y Alicia Liddell y aporta detalles más precisos:

Yo remaba en la popa y él en la proa en la famosa excursión a Godstow, durante las vacaciones de verano , con las tres señoritas Liddell como pasajeras nuestras; y el cuento se compuso y se contó literalmente «sobre mi hombro», en atención a Alicia Liddell, que iba de «patrón» de nuestra canoa. Recuerdo que me volví y le dije: «Dodgson, ¿es una de sus historias improvisadas;'» y me contestó: «Sí, la estoy in- ventando mientras navegamos.» También recuerdo perfectamente que, al volver a dejar a las tres niñas en la residencia de¡ Decano, Alicia dijo al despedirse de nosotros: «Señor Dodgson, quisiera que me escribiese las aventuras de Alicia. » «Señor Dodgson, quisiera que me escribiese las aventuras de Alicia. » Él contestó que lo intentaría; después me contó que había permanecido en vela casi toda la noche, pasando a un manuscrito lo que recordaba de las extravagancias con que había alegrado la tarde. Le añadió ilustraciones de su propia mano, y le regaló el libro, que solía verse a menudo sobre la mesa que hay en el salón de la residencia del Decano.

Si se da por cierto el resultado de una comprobación efectuada en 1950 por el Departamento de meteorología de Londres, el día 4 de julio de 1862 fue, según datos registrados, «frío y lluvioso» en las proximidades de Oxford. Gardner opina que los tres testigos «confundieron el memorable día con alguna otra ocasión soleada en la que efectuaron una excursión parecida en barca». Los recuerdos de ocasiones lejanas pueden engañar. Pero el diario del meticuloso Dodgson, anotado a raíz del suceso, no es menos fiable que una remota comprobación meteorológica. Un experto del aeropuerto de Dublín ha aducido en 1968 razones de peso, según Gardner para seguir opinando que la tarde de aquel 4 de julio fue soleada. Carroll pasó en vela, en efecto, casi toda la noche siguiente a la excursión para hilvanar las ideas. No obstante, la versión escrita sólo estuvo acabada en febrero del año siguiente. Pero su autor la destruyó para reelaborar una segunda a la que acompañaban diecisiete ilustraciones de su propia mano. El 16 de noviembre de 1864 Carroll le dio a la niña como regalo de Navidad el manuscrito con el título Aventuras subterráneas de Alicia (Alice's Adventures under Ground).

Ese manuscrito sobre las andanzas subterráneas de la heroína de Carroll fue el germen del universalmente famoso cuento Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas (Alice's Adventures in Wonderland).

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© Ediciones Cátedra, S.A.,1999
    Alicia en el País de las Maravillas / A través del espejo
    Edición de Manuel Garrido

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http://catlin.clas.virginia.edu/shadows/carroll/dodgson.html  Visita esta página si quieres ver muchos más ejemplos de la trayectoria de Carroll como FOTÓGRAFO, incluidas muchas fotos de Alice Liddell,sus hermanas y esa "tarde dorada". 

http://www.lewiscarroll.org/photo.html Completísimo listado de links de páginas web dedicadas a la trayectoria como fotógrafo de Charles Dogson/ Lewis Carroll.