Leer información sobre Pedro I San Petersburgo nació cuando en Europa se vivía el llamado Siglo de Las Luces, el XVIII, del deseo y la inquietud de Pedro el Grande, el primer zar que se aventuró a conocer Europa, a saber qué era lo que estaba pasando fuera de las murallas de Rusia, cuáles eran las novedades arquitectónicas y edificadoras de Occidente. Su objetivo era construir una ciudad modelo, culta, bella, moderna, innovadora y, sobre todo, atenta a las realidades externas. Una urbe que huyera del medievalismo en el que se encontraba inmerso el país. Y así lo hizo. Cuarenta mil soldados y obreros, más una plantilla de trabajadores finlandeses, estonios, tártaros, calmucos, prisioneros suecos y mercaderes de Nóvgorod trabajaron hasta el agotamiento para construir la primera ciudad rusa hecha de piedra [hasta ese instante sólo unos pocos monumentos en Rusia se habían construido de piedra. La madera era el material más utilizado]. San Petersburgo nació en 1703 y deslumbró hasta el punto de que se convirtió en el corazón del país «Frente a la nueva capital, Moscú ha inclinado la cabeza del mismo modo que la viuda imperial se inclina frente a la joven zarina», escribía al respecto Pushkin. Desde su origen hasta la actualidad ha ido continuamente buscando una identidad [cambió tres veces de nombre: San Petersburgo, Petrogrado y Leningrado. En 1991 por Referéndum volvió a su primer nombre], ha supuesto, en ocasiones, una auténtica paradoja [la ciudad construida por un zar fue el germen de la Revolución Socialista de 1917] y fue la preferida de los zares hasta el punto de que allí se construyó dos de los más bellos palacios: el Ermitage y el Palacio de Verano.
Inicio