Cuando cumplió los 18 años Heracles abandonó la hacienda de ganado, resuelto a matar al león de Citerón que hacía estragos en los ganados de Anfitrión y su vecino el rey Tespio, el erectita ateniense. Este tenía cincuenta hijas de su esposa Megamede, hija de Arneo, tan alegre como cualquier habitante de Tespias. Tespio temiendo que pudieran contraer matrimonios inapropiados, decidió que cada una de ellas tuviera un hijo con Heracles, que entonces se dedicaba durante todo el día a la caza del león,ya que Heracles se alojó en Tespias durante cincuenta noches seguidas. “ Puedes tener a mi hija mayor como tu compañera de lecho”, le dijo Tespio hospitalariamente. Pero cada noche visitaba otra de sus hijas a Heracles, hasta que las gozó todas. [Otra versión] Cuando por fin descubrió al león y lo mató con una clava sin adornos cortada de un acebuche que desarraigó en el monte Helicón, Heracles se vistió con la piel del animal y se puso como yelmo sus fauces abiertas. Sin embargo, algunos dicen que llevaba la piel del león de Nemea, o de otro animal que mató en Teumeso, cerca de Tebas, y que fue Alcátoo quien mató al león de Citerón.