La
alteración fundamental en estos trastornos es una
alteración del humor o de la afectividad, por lo general
en el sentido de la depresión (acompañada o no de
ansiedad) o en el de la euforia. Este cambio suele
acompañarse de uno del nivel general de actividad
(vitalidad). La mayoría del resto de los síntomas son
secundarios a estas alteraciones del humor y de la
vitalidad o son comprensibles en su contexto. La mayoría
de estos trastornos tienden a ser recurrentes y el
inicio de cada episodio suele estar en relación con
acontecimientos o situaciones estresantes. Esta sección
incluye los trastornos del humor (afectivos) en todos
los grupos de edad. Aquellos que se presentan en la
infancia y adolescencia se codificarán por tanto también
de acuerdo con las pautas que siguen.
Se especifican aquí tres niveles de gravedad que
comparten la exaltación del humor, y el aumento de la
cantidad y velocidad de la actividad física y mental
propias del individuo. Todas la subdivisiones de esta
categoría deben utilizarse sólo para episodios maníacos
aislados. En el caso de que haya episodios del trastorno
del humor (afectivos) anteriores o posteriores, ya sean
depresivos, maníacos o hipomaníacos, debe recurrirse al
trastorno bipolar.
Hipomanía
La hipomanía es un grado menor de manía (F30.1) en el
que las alteraciones del humor y del comportamiento son
demasiado persistentes y marcadas como para ser
incluidas en el apartado de ciclotimia pero a su vez no
se acompañan de alucinaciones o ideas delirantes. Hay
una exaltación leve y persistente del ánimo (durante al
menos varios días seguidos), un aumento de la vitalidad
y de la actividad y por lo general, sentimientos
marcados de bienestar y de elevado rendimiento físico y
mental. También es frecuente que el individuo se vuelva
más sociable, hablador, que se comporte con una
familiaridad excesiva, que muestre un excesivo vigor
sexual y una disminución de la necesidad de sueño, pero
nada de esto tiene una intensidad suficiente como para
interferir con la actividad laboral o provocar rechazo
social. En algunos casos la irritabilidad, el
engreimiento y la grosería pueden sustituir a la
exagerada sociabilidad eufórica.
Puede alterarse la capacidad de atención y
concentración, dando lugar a una imposibilidad para
desarrollar con calma actividades laborales, de
entretenimiento o descansar tranquilamente. No obstante,
esto no suele impedir el interés por actividades y
empresas totalmente nuevas o por gastos ligeramente
excesivos.
Pautas para el diagnóstico
Deben presentarse varias de las características citadas
más arriba de exaltación o de alteración del estado de
animo, y del aumento de la vitalidad durante al menos
varios días seguidos, en un grado y con una persistencia
mayor que la descrita para la ciclotimia. Una
interferencia considerable con las actividad laboral o
social permite el diagnóstico de hipomanía pero si la
interferencia es grave o completa se debe diagnosticar
de manía.
Manía sin síntomas psicóticos
En este trastorno existe una exaltación del humor sin
relación con las circunstancias ambientales, que puede
variar desde una jovialidad descuidada hasta una
excitación casi incontrolable. La euforia se acompaña de
aumento de vitalidad con hiperactividad, logorrea y una
disminución de las necesidades de sueño. Hay una pérdida
de la inhibición social normal, una imposibilidad de
mantener la atención y gran tendencia a distraerse. La
estimación de sí mismo crece desmesuradamente y se
expresan sin inhibiciones ideas de grandeza o
extraordinariamente optimistas.
Pueden presentarse trastornos de la percepción tales
como una apreciación de los colores en forma
especialmente vivida (y por lo general hermosa), o bien
una preocupación con los detalles finos de las
superficies o texturas, así como hiperacusia subjetiva.
El individuo se puede embarcar en proyectos
extravagantes e impracticables, gastar dinero de forma
descabellada o tornarse excesivamente agresivo, cariñoso
o chistoso en circunstancias inadecuadas. En algunos
episodios maníacos, el humor es irritable y receloso más
que exaltado. La primera manifestación tiene lugar con
mayor frecuencia entre los 15 y los 30 años de edad,
pero puede presentarse a cualquier edad desde el final
de la infancia hasta la séptima u octava década de la
vida.
Pautas para el diagnóstico
El episodio debe durar al menos una semana, debe ser lo
suficientemente grave como para alterar la actividad
laboral y social de forma más o menos completa. La
alteración del humor debe acompañarse de un aumento de
la vitalidad y varios de los síntomas descritos en el
apartado previo (en particular la logorrea, la
disminución de las necesidades del sueño, las ideas de
grandeza y el optimismo excesivo).
Manía con síntomas psicóticos
El cuadro clínico es el de una forma de manía más grave
que la última descrita. El grado de aumento de la
estimación de sí mismo y las ideas de grandeza pueden
desembocar en ideas delirantes, así como la
irritabilidad y el recelo pueden dar paso a las ideas
delirantes de persecución. En los casos graves pueden
presentarse marcadas ideas delirantes de grandeza o
religiosas referidas a la propia identidad o a una
misión especial. La fuga de ideas y la logorrea pueden
dar lugar a una falta de comprensibilidad del lenguaje.
La excitación y la actividad física intensas y
mantenidas pueden dar lugar a agresiones o violencias.
El descuido de la alimentación, de la ingesta de
líquidos y de la higiene personal pueden dar lugar a
situaciones peligrosas de deshidratación y abandono. Si
fuere necesario, las ideas delirantes y las
alucinaciones pueden calificarse de congruentes o no
congruentes con el estado de ánimo. "No congruente"
incluye las ideas delirantes y alucinaciones que se
presentan con un estado de ánimo neutro, por ejemplo,
ideas de referencia sin sentimientos de culpabilidad o
sin sentirse acusado o voces alucinatorias sobre temas
que no tienen un significado emocional especial.
