Indagaciones filosóficas de Beckett
 

            La escritura de Beckett revela su propio inmenso aprendizaje. Está llena de sutiles alusiones a muchas fuentes literarias como también a un número de escritores teológicos y filosóficos. Las predominantes influencias de Beckett, aunque eran indudablemente el poeta italiano Dante, el filósofo francés René Descartes, el filósofo alemán del siglo XVII Arnold Geulincx--un pupilo de Descartes que se interesó por la cuestión de cómo actúa la interacción  entre la parte física y la parte espiritual del hombre--y, finalmente, su compañero Irlandés y venerado amigo, James Joice. Pero esto no son medios esenciales para el entendimiento de la obra de Beckett, como ser consciente de todas sus alusiones literarias, filosóficas y teológicas.
            La idea generalizada, por la crítica popular, de que las obras de Beckett están ligadas primariamente con la sólida base de la existencia humana, con vagabundos y lisiados que viven cubos de basura, es fundamentalmente un error muy generalizado. Él se ocupa de los seres humanos en situaciones tan extremas no porque estaba interesado en los sórdidos y enfermizos aspectos de la vida, sino porque se concentró en los aspectos esenciales de la existencia humana. El tema principal de mucha de toda la literatura en el mundo--las relaciones sociales entre individuos, sus actitudes y bienes, la lucha por escalar en la escala social, o la conquista de los objetos sexuales--aparecen en Beckett como mera parafernalia de la existencia, los aspectos accidentales y superficiales que enmascaran los problemas primarios y la angustia básica de la condición humana. Las preguntas básicas de Beckett parecen ser estas: ¿Cómo podemos aceptar el hecho de que, sin nunca haberlo pedido, hemos sido lanzados al mundo, al ser? ¿Y quién somos; cual es nuestra verdadera naturaleza? ¿A qué se refiere el ser humano cuando dice "yo"?
          Lo que aparece en una visión superficial como una concentración en lo sórdido de esta forma emerge como un intento de forcejear con los aspectos más esenciales de la condición humana. Los dos héroes de Esperando a Godot, por ejemplo, son considerados a menudo por los críticos como vagabundos, aunque no son nunca descritos como tales por Beckett. Ellos son simplemente dos seres humanos en la situación humana más simple de estar en el mundo y no saber para que están allí. Desde que el hombre es un ser racional y no puede imaginar que habiendo sido lanzado a cualquier situación, podría no tener ningún sentido, los dos vagamente asumen que su presencia en el mundo, representado por un escenario vacío con un solitario árbol, debe estar debido al hecho de que están esperando a alguien.  Pero no tienen ninguna evidencia positiva de que esa persona, que ellos llaman Godot, quedara alguna vez  para tal cita--o, incluso, que realmente exista. Su paciencia y pasividad esperando es contrastada por Beckett con los viajes mecánicos y sin propósitos que llenan la existencia de una segunda pareja de personajes. En literatura más dramática, los personajes prosiguen bien-definidos objetos, buscando el poder, la riqueza, el casamiento con la compañera deseada, o cosas por el estilo. Sin embargo, ¿una vez han conseguido sus objetivos, la audiencia o ellos están más cerca de contestar la pregunta básica que Beckett propone? ¿Puede el héroe, una vez alcanzado su mujer, vivir realmente feliz para siempre? Esto es aparentemente por qué Beckett elige desechar lo que el considera como cuestiones no esenciales y empezar donde la escritura de otros terminó.
             Esta simplificación de la realidad a sus huesos desnudos es la razón por la que el desarrollo de Beckett como escritor fue hacia una concentración cada vez mayor, escasa y más breve. En dos primeras obras narrativas, More Pricks Than Kicks and Murphy, abundan los detalles descriptivos. En Wat, la última de las novelas de Beckett escritas en inglés, el entorno es todavía evidentemente Irlandés, pero la mayoría de las acciones tienen lugar en un lugar altamente abstracto, un mundo irreal. Watt, el héroe, da servicio a un misterioso patrón, Mr. Knott, y trabaja para su amo durante un tiempo sin nunca conocerlo cara a cara, y después es despedido. La alegoría de la vida del hombre en medio del misterio es simple.
            La mayoría de las obras de teatro de Beckett tienen lugar en un nivel similar de abstracción. Fin de partie (1757; Endgame) describe la disolución de la relación entre un amo, Hamm, y su sirviente, Clov. Ellos habitan una estructura circular con dos altas ventanas--quizá la imagen interior de un cráneo humano. La imagen podría haber sido considerada como un símbolo de la desintegración de una personalidad humana a la hora de su muerte, la rotura del vínculo entre las caras espiritual y física del hombre. En Krapp's Last Tape, (por primera vez representada en 1958), un anciano oye las confesiones que guardó en días anteriores y más felices. Esto se convierte en una imagen del misterio del yo, donde para el viejo Krapp la voz del joven Krapp es tal como un completo desconocido.  ¿En qué sentido, entonces, pueden los dos Krapp ser considerados como el mismo ser humano? En Los Día Felices (1961), una mujer, literalmente hundida continuamente bajo el suelo, sin embargo continua parloteando sobre las trivialidades de la vida. En otras palabras, quizás, así como uno se va acercándose más y más a la muerte, uno finge que la vida seguirá así, normalmente para siempre.
        En su trilogía de obras en prosa--no son, estrictamente hablando, novelas como normalmente se entienden-- Molloy, Malone Dies y The Unnamable, así como en su colección Stories and Texts for Nothing (1967), Beckett plantea el problema de la identidad del ser humano mismo, desde dentro. El problema básico, simplemente expuesto, es que cuando digo "yo estoy escribiendo", cuando yo estoy hablando sobre mí mismo,  una parte de mí describe lo que la otra parte de mí está haciendo. Yo soy al mismo tiempo el observador y el objeto que observo. ¿Cuál de los dos es el "yo" verdadero? En su prosa, Beckett trató de perseguir esa escurridiza esencia del yo, que, para él, se manifiesta como una constante corriente de pensamiento y de observaciones sobre uno mismo. La completa existencia de un individuo, su propia consciencia de sí mismo como un ser en el mundo, puede ser como un fluir del pensamiento. Cogito ergo sum es el punto de partida de el filósofo favorito de Beckett, Descartes: "Pienso; luego existo". Para atrapar la esencia del ser, entonces, Beckett trató de atrapar la esencia del fluir de esa consciencia que es el ser. Y lo que encontró fue un constante grupo de observadores que se alejan, o contadores de historias, quienes inmediatamente al ser observados, se convirtieron, a la vez, en objetos de observación por un nuevo observador. Mollow y Moran, por ejemplo, el perseguido y el perseguidor en la primera parte de la trilogía, son sólo ese binomio de observador y observado . Malone, en la segunda parte, pasa el tiempo inventando historias sobre gente que son claramente aspectos de sí mismo. La voz es de alguien que es innombrable, y no está claro si es una voz que viene más allá de la tumba o de un limbo antes de nacer. Así como no podemos darnos cuenta de nuestra conciencia de no estar allí--"Yo no puedo ser consciente de que he dejado de existir"--entonces la conciencia está a la otra parte de lo infinito. Este es el tema también de su obra de teatro Play (representada por primera vez en 1963), la cual muestra la muerte de la conciencia de tres personajes, quienes han sido enlazados en un triángulo amoroso trivial en vida,  prolongándose en la eternidad.

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 (Encyclopedia Britannica)
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Translated by  ©Juan Gil Borrás