Casi el 70 % de los españoles reconoce haber espiado los mensajes del móvil o del correo electrónico de su pareja. Hasta el día en el que conocí a Marco, jamás se me había ocurrido hacerlo, pero la irrupción de este italiano guapo y descarado desató en mí unos celos incontenibles. Marco había llegado un día después de que yo me fuera y ahora pasaba los días enteros con Laura. Y por supuesto siempre que quedábamos los dos era la otra persona que el padre Adolfo había mencionado que estuviera con nosotros. Cuando nos despedimos en el décimo día de separación forzada fui a casa a recoger unos CDs que me hacían falta. Ellos irían a resolver algunos asuntos que tenían que ver con la boda. Al entrar en el despacho observé que el ordenador de Laura estaba encendido y el correo electrónico abierto. Leí el asunto del primer mensaje. “No puedo entender que te vayas a casar…”. El remitente era un tal Marco Valentino. A un clic estaba la posibilidad de conocer la identidad de ese italiano. Aunque también podía preguntar a Laura por él.