LOS INICIOS DE LA CIENCIA-FICCIÓN

                  

¿UN GÉNERO MARGINAL?

 

La literatura. de ciencia-ficción, de cuyos orígenes nos ocuparemos más adelante, ha alcanzado en pocos años un desarrollo notable, aunque secreto, que ha dado lugar a una industria cuyas cifras no dejan de ser sorprendentes.

Hay revistas americanas dedicadas al género, que conocen tiradas superiores a los cien mil ejemplares. Esto supone una cantidad asombrosa de lectores, que obliga seriamente a replantearse el significado que puede tener la etiqueta de marginal aplicada a esta literatura. Y el significado que por lo general circula no es otro que aquel que identifica marginal con subgénero, dando a este último término un sentido peyorativo.

De este modo, la literatura de ciencia-ficción, considerada como un subgénero de la literatura culta, no podrá ser otra cosa que una literatura degradada; una mala literatura en definitiva.

El fin que se propone esta introducción consiste en utilizar de otro modo esa etiqueta, explicando el fenómeno e intentando rescatar de entre toda esa bazofia mal escrita y peor construida las numerosas excepciones que han dignificado el genéro a través del único camino posible: el de la calidad literaria.

El desprecio que tradicionalmente han mostrado los estudiosos por todo cuanto se refiere a los géneros marginales  ha dado lugar a un desconocimiento crítico de los mismos, cuyas consecuencias, entre otras, han sido las siguientes:

          1ª La confusión, una confusión que por otra parte con frecuencia ha beneficiado a editores poco escrupulosos, que han podido vender bajo el rótulo de ciencia-ficción historias que nada tenían que ver con lo que los puristas del género llevan décadas defendiendo. Así, por ejemplo, las novelas de aventuras espaciales -o «Space opera», de acuerdo con el término de Kingsley Amis-, que no son sino una trasposición de las novelas del Oeste, en las que el héroe ha cambiado el revólver por los láser y el caballo por la nave espacial.

2.ª Como reflejo de esa confusión temática, funciona un desorden de peores consecuencias, que se refiere a la calidad literaria. En efecto, la falta de un estudio crítico mínimamente sistematizado coloca al hipotético lector de ciencia-ficción en una situación indefensa y complicada a la hora de escoger, entre los miles de autores y de títulos, aquellos cuyas calidades formales estén más cuidadas. En otras palabras, el desconocimiento del género ha hecho posible la convivencia, dentro de las mismas colecciones, de autores rescatables junto a otros que no han escrito más que bazofia, amparados bajo el socorrido marbete de un género que ha sido rechazado globalmente por la literatura culta. Esta labor, que consistiría en rescatar las excepciones, no ha sido hecha o se ha hecho demasiado tarde, en perjuicio de algunos magníficos escritores dedicados al cultivo de la ciencia-ficción.

3.ª Finalmente, y como consecuencia de ese olvido culpable de la crítica, han aparecido numerosos estudios teóricos hechos desde dentro, por los mismos autores de ciencia-ficción, que tenían más de reacción agresiva ante el silencio de la crítica oficial que de sereno estudio sobre una clase de literatura que puede gustar o no, pero que en todo caso no debería ignorarse. La reducción a un gueto de cualquier manifestación cultural obliga a reaccionar violentamente a los integrantes de ese grupo. Y lo peor es que esa situación de grupo aislado suele estimular un tipo de defensas que conducen indefectiblemente a una exaltación casi religiosa de sus propios productos. Así, no es difícil encontrar afirmaciones tales como que la ciencia-ficción es la literatura propia de nuestra época, descalificando de un plumazo aquello que no encaje en sus límites, tan confusos por otra parte.

Todo esto no es nuevo. Le ha sucedido también a la novela policíaca, cuyos autores rara vez se han visto incluidos en las historias de la literatura. Nadie duda, sin embargo, a estas alturas que entre los cultivadores de la novela policíaca ha habido y hay magníficos escritores. El reconocimiento, pues, ha llegado tarde, pero su venida ha significado una jerarquización en lo que atañe a la calidad literaria, que en la ciencia ficción está costando más trabajo, aunque se trata sin duda de un género más joven.

 

© Grupo Anaya,S.A.,1982
    Juan José Millás