Alicia eligió el camino que le quedaba un poco más a la derecha,
puesto que parecía más seguro que el del otro lado. Ante ella se abría
un claro del
bosque que parecía más agradable para ir caminando. La niña anduvo
durante largo rato; y al poco, vió de nuevo pasar a toda velocidad a
aquel
conejo blanco con chaleco tan extraño. Alicia gritó: "¡Señor Conejo,
Señor Conejo!, ¡Espere!". A continuación, sucedió lo siguiente: