Joaquín
Sabina
en La Mandrágora
bajar la escalera,
yo rompia una copa y Javier
destrozaba La Hoguera "
Joaquín Sabina
Resumiendo
Alivio de luto (2005)
Sabina es impetuoso, irrespetuoso, irresponsable, irreverente.
Ataca "Ocupen su localidad" y el abogado de la mesa del fondo descubre
que está escuchando algo nuevo, distinto, original, en este paisaje de
cantautores muermo, de cantamañanas coñazo, de cantaleches sobones.
¡¡Es aco-jo-nan-te!!, le comenta a la rubia oxigenada que piensa
follarse después del concierto. "¿Ves? Te dije que te iba a gustar.
Que
gente..." "Es verdad, son totales, Jorge. ¡Qué super!". El abogado,
que
antañazo escuchó en la plaza de las Ventas los himnos de Quilapayún,
se
afloja de orgullo cuando escucha "Calle melancolía". Incluso los
abogados del Estado, dicen, tienen su pequeño armario para los
sentimientos.
Uno de los miembros del grupo, Joaquín Carbonell, relató años después
el mágico ritual que se repetía cada noche, el fenómeno que llegó a
ser
La Mandrágora.
"A las 11.00 pm el bar de la planta de arriba ya está
repleto. Acuden bigotudos con pipa, modernos con chica, solitarios con
gripe. En unos meses, La Mandrágora se ha convertido en el sitio que
hay que visitar, en el antro, en el garito de moda de Madrid. Tocan
allí unos barbudos que presumen de desparpajo, que agreden al burgués
y
que se ríen del mundo civilizado. "¿Has visto ya a esos cantantes de
La
Mandrágora? Joder, tío, dicen que son cojonudos".
Al bajar a la planta del subterráneo te sorprendes de su limitada
capacidad. Una especie de bodega de paredes de ladrillo (igual que The
Cave en Liverpool) muy pequeña; unas pocas mesas con sillas rozan el
escenario diminuto. Todo está lleno. Repleto. Atosigante. Uf, qué
humo.
¿Me permite? ¿Puedes correrte un poco para que meta el pie entre las
dos patas? Gracias. Sale la panda, la banda, los bandidos, los
barbudos, los besugos. Sabina, Javier Krahe, Alberto Pérez, Antonio
Sánchez que empuña una guitarra acústica y Fernando Anguita que carga
con el con-trabajo.
¿Pero qué es esto? ¿Qué canciones cantan? ¿Qué dicen estos piraos?
Javier Krahe la emprende con "Un burdo rumor" mientras el resto de la
panda fuma, se ríe, da palmas, bebe, comenta o hace dúos. ¿Esto es un
espectáculo? El publico avisado, los acérrimos y fanáticos fans que
acuden cada-todas las noches, carcajea en cada canción. Ríe todas las
frases, aplaude todas las "gansadas", como si las escuchase por vez
primera. En realidad se saben las canciones de memoria, cosa que
sorprende a la abigarrada señorita de la mesa central que toma
¡whisky!
de marca. ¡Coño, bebe Jhonny Walker, te has fijao!
Madrid no habla de otra cosa. Por entre los cientos de garitos que
contaminan de ruido la noche aborregada, destaca este pequeño bar,
café
cantante, pub, donde cada noche puede salir el sol. Donde cada noche
una panda de gamberros ríe sin pagar impuestos. Cobran 3.000 pelas y
los cubatas (muchos) y ofrecen dos pases (largos) en donde parece que
se juegan la vida si no logran que los amiguetes que acuden y consumen
no rían, aplaudan, salten, berreen y coreen. Montan el copón bendito y
se van con sus guitarras al hombro. Suben al bar de arriba donde
departen otra vez con los mismos que departieron anoche y anoche y
anoche... Cuando se han dado cuenta, se han gastado las 3.000 pelas en
cubatas mientras el dueño se frota las manos lujuriosamente…"