Traducción de textos literarios ingleses 2007/2008 - Pablo Mínguez Ortega
Alicia en el país de las maravillas
Capítulo 1
Alicia estaba empezando a sentirse muy cansada de estar sentada junto a su hermana en la orilla, y de no tener nada que hacer: una o dos veces había mirado el libro que estaba leyendo su hermana, pero no tenía dibujos ni diálogos, “¿para qué sirve un libro,” pensó Alicia, “sin dibujos ni diálogos?” Así que estaba pensando, para sí misma (tanto como podía, debido a que el caluroso día hacía que se sintiera muy dormida y atontada), si valía la pena molestarse en levantarse y coger margaritas por el placer de hacer cadenas de margaritas, cuando, de repente, un conejo blanco con los ojos rosas pasó muy cerca de ella a gran velocidad.
No había nada de especial en eso; y tampoco pensó Alicia que era raro escuchar decir al conejo "¡Oh, no! ¡Vaya! ¡Debo llegar demasiado tarde!” (cuando volvió a pensar en ello más tarde, se le ocurrió que debió haberse preguntado por ello, pero en aquel momento parecía de lo más natural); pero, cuando el conejo sacó un reloj del bolsillo de su chaleco, lo miró, y comenzó a avanzar más deprisa, Alicia empezó a correr, ya que pensó de repente que nunca había visto antes un conejo con un bolsillo en el chaleco, y con un reloj dentro de él, y, muerta de curiosidad, corrió a través del campo tras él, y llegó justo a tiempo para ver cómo desaparecía por una gran madriguera bajo el seto.
Un momento más tarde, Alicia fue tras él, sin preocuparse de qué manera iba a volver a salir fuera de nuevo.
La madriguera del conejo era recta como el túnel de una carretera, y después bajaba de repente, tan rápido que Alicia no tuvo ocasión de pensar en detenerse antes de que cayera en lo que parecía ser un pozo muy profundo.
O el pozo era muy profundo o ella caía muy lentamente, porque tuvo un montón de tiempo mientras caía para mirar cómo caía y para preguntarse qué sería lo próximo en ocurrir. Primero, intentó mirar hacia abajo para darse cuenta de adónde iba a caer, pero estaba demasiado oscuro para distinguir algo: Entonces miró a ambos lados del pozo, y se dio cuenta de que estaban cubiertos de tazas y estantes de libros: Aquí y allá vio mapas e imágenes que colgadas con clavos. Cogió un tarro de una de las estanterías mientras caía: estaba etiquetado como "MERMELADA DE NARANJA," pero para su desgracia estaba vacío: no quería dejar caer el tarro, por miedo a que matara a alguien más abajo, así que consiguió ponerlo en uno de los armarios conforme descendía.
"¡Bien!” pensó Alicia. “¡Después de una caída como esta, no tendré miedo de caer por las escaleras!” “¡En casa pensarán todos que soy muy valiente!” “¡Ni siquiera me quejaría si cayera desde el tejado!" (Lo que era bastante probable).
Más y más abajo. ¿Dejaré alguna vez de caer? “¿Me pregunto cuántas millas debo haber caído hasta ahora?” dijo gritando. “Debo estar llegando a algún lugar cercano al centro de la tierra. Veamos: eso sería unas cuatro mil millas hacia abajo, creo-“ (como podéis ver, Alicia había aprendido un montón de cosas de este tipo en sus clases, y aunque esta no era una buena oportunidad muy adecuada para demostrar sus conocimientos, ya que no había nadie para escucharle, era una buena práctica como para repasarlos) “-sí, esa es más o menos la distancia- pero, ¿me pregunto a qué latitud o longitud habré llegado?” (Alicia no tenía ni la menor idea de qué era la latitud, ni siquiera la longitud, pero le pareció que eran grandes palabras para pronunciar).
Enseguida volvió a comenzar. “¿Me pregunto si atravesaré la tierra? ¡Debe ser muy divertido salir entre la gente que camina con la cabeza del revés! Las antipáticas, creo – (se alegraba de que nadie la estuviera escuchando esta vez, porque no parecía ser la palabra correcta) “-pero les preguntaré cuál es el nombre del país, ya sabéis. Por favor, señora, ¿esto es Nueva Zelanda? ¿o Australia?” ( y intentó hacer una reverencia mientras hablaba- imaginaos, ¡haciendo reverencias mientras estáis cayendo! ¿Pensáis que podríais hacerlo? “¡Pensará que soy una niña muy ignorante por preguntar! No, nunca lo preguntaré: quizá lo vea escrito en algún lugar."
Más y más abajo. No había nada más que hacer, así que Alicia pronto empezó a hablar de nuevo. “Dinah, creo te echaré mucho de menos esta noche!” (Dinah era la gata.) Espero que se acuerden de su plato de leche a la hora del té. ¡Querida Dinah! ¡Me gustaría que estuvieras aquí cayendo conmigo! Me temo que no hay ratones en el aire, pero podrías cazar un murciélago, y eso es muy parecido a un ratón, ¿verdad? Pero me pregunto si los gatos comerán murciélagos." Entonces fue cuando Alicia empezó a dormirse, y continuó diciendo, como en sueños, "¿Comen murciélagos los gatos? ¿Comen murciélagos los gatos?" y, a veces, "¿Comen gatos los murciélagos?", porque, ya sabéis, como no podía contestar a ninguna de las preguntas, no importaba mucho cómo de qué manera lo planteara. Sintió que se estaba durmiendo y comenzó a soñar que caminaba de la mano con Dinah, y que le decía, muy seria, “Ahora, Dinah, dime la verdad: ¿alguna vez te has comido un murciélago?”, cuando, de repente, ¡pum! ¡pum! cayó sobre un montón de ramas y hojas secas, y la caída llegó a su fin.
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En la madriguera del conejo.