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·        Las nuevas tendencias migratorias. La urbanización del medio rural:

 

Desde los años 70 en los países desarrollados y un poco más tarde en España se ha producido un vuelco, tras varios decenios de declive, en las tendencias demográficas de sus áreas rurales. Pero el cambio no ha afectado con similar intensidad a todas ellas, es más, como apuntaba anteriormente tampoco se ha producido en todas ellas, lo cual da pie para que diversos autores rechacen la generalización de este fenómeno, ya que el descenso demográfico de los pequeños municipios de algunas regiones rurales europeas todavía persiste, mientras que otros piensan que no es más que un proceso coyuntural motivado por la crisis económica.

 

Sin embargo hay una serie de hechos objetivos que dan consistencia y visos de perdurabilidad a los cambios migratorios detectados. La evolución de los sistemas y medios de transporte y de comunicaciones, el uso generalizado del automóvil, junto a las disfunciones económicas (congestión, carestía del suelo...), medioambientales (polución, ruido, escasez de espacios libres y verdes...) y sociales (marginación, delincuencia...) de los espacios urbanos han propiciado, por un lado, una mayor flexibilidad de localización de los distintos usos, sobre todo el residencial; y por otro lado, una debilitación de las fuerzas de atracción de las ciudades, si es que no lo son de repulsión. De esta manera en el ámbito urbano se está rompiendo con la unidad de funcionamiento lugar de residencia–lugar de trabajo.

 

La urbanización de los espacios rurales contiguos al mundo urbano no es un fenómeno reciente. La expansión física de la ciudad industrial, necesaria para acoger tanto a las fábricas como a su mano de obra alóctona, se hizo sobre el campo inmediato en forma de «mancha de aceite» o «a saltos», alcanzando y engullendo a pequeños núcleos, sin planeamiento en muchos casos, con muchos espacios libres que se irían rellenando poco a poco hasta adquirir una continuidad física primero y una coherencia funcional más tarde con los espacios centrales de la ciudad. Es lo que se ha llamado la suburbanización. La magnitud de la avalancha demográfica e industrial hizo que el crecimiento urbano alcanzara espacios rurales cada vez más alejados. Siguiendo las vías de comunicación, de una forma «tentacular», los pueblos rurales del extrarradio urbano vieron como se reducía su espacio agrícola para poder albergar a su nueva población y a algunas industrias. En muchos casos el aumento demográfico era muy superior al de las actividades con lo que los antiguos pueblos rurales hacían la función de ciudad-dormitorio para los activos urbanos y de esa manera perdían su personalidad paisajística, ya que el pequeño casco tradicional iba a quedar envuelto por un anodino cinturón de barriadas de vivienda colectiva en altura. Poco a poco han ido apareciendo polígonos industriales y se han ido diversificando las actividades conformándose las áreas metropolitanas. Si la periurbanización sólo significara la urbanización de la periferia urbana es evidente que ésta sería una «periurbanización  en altura», densa, como resultado de las fuerzas centrípetas de la gran ciudad próxima que no puede albergar la vertiginosa y masiva irrupción protagonizada por gente del mundo rural, es decir, sería un subproducto del proceso de urbanización.

 

o       Periurbanización:

 

Desde los 80, en España, el crecimiento demográfico de las periferias urbanas experimenta un cambio más cualitativo que cuantitativo, en el sentido en que ahora la causa es la salida de población y también de actividades desde las ciudades hasta el medio rural circundante, más o menos próximo, teniendo en cuenta que la idea de distancia se vuelve relativa y también ha cambiado.

 

Barrère equipara el concepto de periurbanización al de rururbanización, que desde una óptica rural tiene un carácter destructivo. Desde la óptica urbana habla de exurbanización o contraurbanización[1] para diferenciarlo del de suburbanización. La exurbanización sería el vaciado del medio urbano (salida de urbanitas), mientras que la suburbanización sería el derrame de los rurales llegados que han excedido la capacidad de la ciudad (Barrère, 1988:61). Para Bauer y Roux la rururbanización es la forma más reciente de la expansión urbana, lo cual resulta contradictorio con lo expresado por Barrère.

 

Así podemos observar una escasa unanimidad entre los distintos autores para definir el proceso de periurbanización, sin embargo sí que coinciden en los rasgos del espacio cuando dicen que será rururbano si cumple tres condiciones:

 

·        Estar próximo a áreas urbanas.

·        Recibir población desde ellas.

·        Predominio del espacio no urbanizado.

 

Roselló i Verger, desde una postura más comprometida, dice que la rururbanización consiste en la apropiación del campo por la ciudad, coincidiendo con los demás en que es propia de los espacios rurales inmediatos a grandes ciudades y áreas metropolitanas (Binimelis, 1996).

 

Sintetizando la periurbanización (rururbanización) es la invasión del espacio rural por gente del mundo urbano y se apoya en una serie de elementos que la propician:

 

·        La problemática urbana: congestión, contaminación, inseguridad, marginalidad, deshumanización, aislamiento, escasez de la vivienda, carestía del suelo...

·        La construcción y mejora de infraestructuras viarias.

·        El uso del vehículo privado.

·        Una nueva imagen de lo rural.

·        Nuevas actitudes. Valores ecológicos en alza.

·        Impulso de las políticas públicas, destacando el papel de las instituciones locales: Incremento de las dotaciones y equipamientos públicos. Oferta de suelo por las administraciones locales.

·        Incremento de los servicios privados y de ocio.

·        La elevación del nivel de renta.

 

Este conjunto de factores ha contribuido a la aparición de numerosas áreas de viviendas unifamiliares de baja densidad en urbanizaciones aisladas, a la creación de nuevas barriadas de viviendas adosadas en el perímetro de núcleos rurales, a la rehabilitación de viviendas rurales dispersas o en el interior de los pueblos y también ha propiciado la expansión numérica de las segundas residencias y la conversión de muchas de ellas en viviendas principales. A diferencia de la suburbanización, espacial y morfológicamente es una «periurbanización horizontal»,  baja y abierta. Además, como anteriormente lo fue el éxodo rural, la urbanización del campo es también un proceso social y demográficamente selectivo ya que ha afectado generalmente a familias con hijos menores de renta media-alta en busca de un marco existencial más en contacto con la naturaleza, a parejas jóvenes que buscan el acceso a la propiedad de una vivienda más barata, y también a matrimonios mayores que por motivos de tranquilidad ocupan su vivienda de vacaciones o de fin de semana de forma permanente. «El modelo se completa con la proliferación de polígonos industriales y grandes superficies comerciales, junto al uso masivo del automóvil privado como medio habitual de transporte para buena parte de esta población que realiza desplazamientos de radio cada vez mayor.» (Calvo Palacios en Méndez y Molinero, 1993: 586)

 

La periurbanización acarrea una serie de inconvenientes y propicia nuevos escenarios donde tienen lugar conflictos entre diferentes actores sociales:

 

·        Desde un punto de vista económico las áreas residenciales de baja densidad suponen un consumo de suelo excesivo, siempre a costa de una agricultura que en ocasiones suele ser muy productiva. El incremento del precio del suelo favorece la especulación y la aparición del «baldío social» que es el abandono de la actividad agraria en suelos susceptibles de ser urbanizados, sobre todo en zonas aledañas de los núcleos rurales.

·        La dependencia del coche particular y el incremento de los movimientos pendulares agravan la saturación de los accesos de la ciudad en las horas punta.

·        Las corporaciones municipales tienen muchos problemas en la provisión de servicios y equipamientos públicos para una población difusa. Además aparecen conflictos de intereses entre los nuevos y antiguos residentes en relación con la política y a las inversiones municipales.

·        Desde la óptica ambiental al derroche de suelo hay que añadir el abuso en el consumo de un recurso, normalmente escaso, como el agua, para el cuidado de jardines o el disfrute de multitud de piscinas particulares, cuando no para el mantenimiento de instalaciones deportivas tan elitistas como los campos de golf que compiten con el uso agrario por este recurso. También podríamos incluir en este apartado  que, a menudo, los planificadores de las grandes infraestructuras viarias, que han favorecido el proceso, no han construido los corredores naturales necesarios para evitar el aislamiento de algunas poblaciones de fauna o colectores para la evacuación de aguas en caso de lluvias persistentes o torrenciales, máxime si tenemos en cuenta que la urbanización del suelo implica su impermeabilización.

·        Estéticamente el paisaje de los pueblos con los nuevos barrios poco tiene que ver con el escenario rural que se busca.

·        Los nuevos residentes, en general, suelen tener rentas más elevadas que los autóctonos con lo cual se aumentan las diferencias sociales. A veces las urbanizaciones no son sino «guettos» muy exclusivos con las calles vacías por la falta de comercios y actividades que convierten la intimidad buscada en aislamiento. En los pueblos se produce una polarización social del espacio que impide la integración en la vida social de los recién llegados.

 

Entre las ventajas podemos destacar:

 

·        Una cierta regeneración demográfica ya que la mayoría de la población que llega son adultos jóvenes con sus hijos.

·        Un mayor dinamismo económico pues el incremento de población, su mayor poder adquisitivo y sus características generacionales contribuyen a la consolidación y a la aparición de nuevas actividades, sobre todo el comercio, los servicios y la construcción.

 

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[1] La terminología es rica y variada para definir un solo fenómeno, quizás por las dificultades para hacerlo. Pero dejaremos el término «contraurbanización» para definir lo que ha sido un paso más en el fenómeno de la exurbanización.