Índice      Anterior       Siguiente

 

 

o        Contraurbanización:

 

B. Berry, basándose en estudios realizados en Estados Unidos, elabora en 1976 su teoría de la contraurbanización, entendiéndola como un proceso de desconcentración de la población que explica las tendencias simultáneas de crecimiento demográfico en las áreas rurales y de retroceso o estancamiento en los grandes centros urbanos. Para B. Kayser significa un cambio en los ritmos de crecimiento de la urbanización metropolitana, los cuales se ralentizan pero siguen siendo positivos, mientras que los de las zonas rurales y no metropolitanas cambian el signo, de negativo a positivo, lo cual supone una inversión migratoria que a veces se ve oculta por un saldo vegetativo negativo como consecuencia de los efectos del éxodo rural.

 

Champion reelabora las tesis de Berry en 1989 y establece cuatro condiciones mínimas para el fenómeno de la contraurbanización: Que sea algo más que una relocalización residencial o productiva, es decir, algo más que el «commuting» (movimientos pendulares); que no reproduzca el fenómeno urbano en el medio rural, en referencia al tipo de hábitat; que no suponga una continuidad de la forma de vida urbana; y que la población rural crezca a expensas de la urbana. Con estos cuatro requisitos Champion excluye del fenómeno la expansión física de las zonas periurbanas sobre el espacio rural y lo concreta más como la evolución de las zonas rurales alejadas de la influencia urbana. En este sentido contraurbanización es un sinónimo de ruralización.

 

No hay unanimidad sobre si la contraurbanización implica un descenso demográfico de los centros urbanos, pero sí lo hay en que el crecimiento que experimentan los espacios rurales más alejados se hace a costa de las ciudades y se trata de movimientos de retiro o de retorno al lugar de origen, de movimientos debidos a nuevas actitudes como la de los profesionales que necesitan un ambiente especial para desarrollar su actividad (escritores, pintores, médicos...), o bien no necesitan una presencia cotidiana en sus puestos de trabajo y prefieren vivir en lugares ambientalmente atractivos. La contraurbanización responde a las fuerzas centrífugas que operan sobre el medio urbano y supone un cambio cualitativo más que cuantitativo, pero es en la cuantificación como podrá conocerse a fondo el proceso y para ello serán necesarios más estudios sobre casos concretos.

 

Tampoco han faltado opiniones contrarias a la realidad de este fenómeno. Así Brush, en 1978, nos advierte de lo engañoso del término contraurbanización, pues lo que está sucediendo no es sino  «una fase tardía del proceso de urbanización que ha sido posible gracias a la culminación del sistema de infraestructuras de comunicación y [con ello] a la difusión de la producción, del mercado y de la residencia...». (Kayser, 1990; 48)

 

Hall  y  Hay elaboraron un modelo secuencial de las etapas por las que han pasado las áreas urbanas europeas. Considerando la región urbana funcional (R) como la ciudad central (C) más su área de influencia (H) distinguían tres procesos con seis etapas atendiendo a la evolución demográfica del conjunto de la región y sus partes. En este modelo la contraurbanización se encuadraría en el proceso de desurbanización e implicaría una emigración neta desde las regiones urbanas hacia áreas rurales remotas o alejadas de la influencia urbana.

_


Índice      Anterior       Siguiente