3.3. Las
políticas de desarrollo espacial en la U.E.:
El territorio europeo es un espacio de contrastes, físicos por
supuesto, pero también como consecuencia de la actividad humana, de su historia.
Unos y otros han compuesto un mosaico de regiones caracterizado, o definido,
por los fuertes desequilibrios espaciales en cuanto a la evolución y a la
situación de cada una de ellas en cualquiera de los aspectos: demográfico,
económico, social, cultural, político…, divergencias éstas que han ido
incrementándose con las sucesivas ampliaciones de la C.E.E.. como quiera que el fin último de la
U.E. es la integración supranacional a todos los niveles, sus políticas deben
estar dirigidas a la consecución de un desarrollo equilibrado de todas las
regiones que la conforman. Sin embargo, la mayor parte de estas políticas han
adolecido de un carácter espacial específico, diferenciado, para atender las
distintas realidades regionales, y cuando lo han tenido ha sido de una forma
parcial, normalmente prestando la atención sólo a los indicadores económicos.
Conscientes de que el proceso de integración sería más eficaz con un
conocimiento más detallado de las diferencias regionales, los países miembros y
la Comisión Europea han elaborado un documento para la coordinación de los
impactos espaciales de las diferentes políticas sectoriales comunitarias, el
ESPD: European Spatial Development
Perspective. En él se establecen los objetivos para un desarrollo espacial
europeo:
·
Desarrollo de un sistema urbano
policéntrico y equilibrado, y fortalecimiento de la asociación (simbiótica) entre áreas rurales y
urbanas.
·
Promoción de un sistema integrado de
trasportes y comunicaciones, para cumplir con el derecho de la población a un
acceso a las infraestructuras y a la información igualitaria.
·
Preservación de la diversidad cultural y
natural de las regiones.
Todo
esto obliga a un tratamiento diferencial de las regiones, a actuaciones
adaptadas para cada una de ellas y, por tanto, a establecer una serie de
criterios comparativos que las individualicen:
1. Situación
geográfica: Localización relativa de las distintas áreas.
2. Integración
espacial: Niveles de interacción entre áreas.
3. Potencial
económico.
4. Características
físicas y naturales: Importancia y fragilidad de los ecosistemas.
5. Rasgos
culturales: Paisaje y estructuras culturales antiguas y modernas.
6. Usos
de la tierra: Conflictos de intereses, competencia de usos…
7. Integración
social: Nivel de interacción entre grupos sociales dentro y fuera de las áreas.
El
objetivo final del ESDP es un desarrollo armonioso y sostenible que consiga la
cohesión social y económica de las regiones con una explotación de los recursos
naturales y culturales que no comprometa la libertad de elección de generaciones
venideras. Desarrollo, equilibrio y protección deben ser los principios básicos
e inseparables puesto que una política más centrada, o basada exclusivamente,
en uno de ellos puede tener efectos negativos para los otros. Obsesionarse por
el desarrollo puede incrementar los desequilibrios; si lo que se busca es sólo
el equilibrio, éste se hace a la baja, con la debilitación de las áreas más
fuertes; mientras que si el énfasis se pone en la conservación, esto conduce al
estancamiento.
Para
averiguar la utilidad o conveniencia de los indicadores pensados para cada uno
de los criterios de diferenciación y para mejorar el cuerpo de conocimiento de las distintas regiones o áreas
europeas, se lanzó el SPESP: Study
Programme on European Spatial Planning, de cuyo informe final este apartado
es un extracto. Una parte del trabajo realizado ha consistido en la realización
de un estudio estratégico titulado «Hacia
una nueva sociedad rural-urbana europea», con la intención de aportar las
bases para el debate sobre el sistema de relaciones entre el medio rural y el
urbano: tipología de regiones y ciudades; temas relevantes para la simbiosis rural-urbana y las
implicaciones políticas necesarias para esta asociación, la cual reside en una
concepción integradora de la ciudad y el campo. Atendiendo al grado de
urbanización, a la densidad demográfica rural, al grado de contraste en el
tamaño de los asentamientos y a su distribución espacial y a la primacía de las
grandes ciudades y a sus tamaños, han llegado a una tipología de las regiones
europeas:
·
Regiones dominadas por una gran
metrópolis.
·
Regiones policéntricas con grandes
densidades tanto urbana como rural.
·
Regiones urbanas equilibradas.
·
Áreas rurales bajo la influencia de una
gran ciudad.
·
Áreas rurales con organizaciones de
tamaño medio y pequeñas ciudades.
·
Áreas rurales remotas.
A
tenor de esta clasificación de estructuras regionales se deben explorar las
necesidades y las posibilidades para una asociación urbana-rural sobre la base
de las relaciones y los vínculos funcionales que actúan entre las diferentes
zonas rurales y urbanas, de manera que se cumplan las expectativas sinérgicas
de la cooperación urbana-rural, teniendo presente que las formas y la
composición (actores) de la asociación pueden ser diversas y cambiantes. Los
escollos pueden aparecer por la competencia entre instituciones locales y
supramunicipales cuando la administración regional es débil, por la
desinformación y la falta de concienciación de la sociedad y por los errores de
diagnóstico y el desconocimiento de los datos concernientes a las regiones. Por
todo esto serán cuestiones clave para la asociación urbana-rural:
·
La integración de las políticas
sectoriales (urbanas y rurales) ya que el tradicional dualismo urbano-rural es
ahora menos relevante en un territorio en el que las regiones funcionales son
cada vez más grandes. En el análisis previo se ha comprobado la escasa
vinculación que ha habido entre ellas.
·
La distinción entre lo que son flujos e
interacciones entre zonas rurales y urbanas de lo que es resultado de la
cooperación entre ellas.
·
El fortalecimiento y la dotación
competencial de las administraciones regionales.
·
Profundización en el análisis de las
regiones funcionales europeas.
·
Potenciación de la región enfatizando el
papel de la ordenación territorial y la planificación integrada de los espacios
rurales y urbanos.
Respecto
a una política específica rural las claves deben ser:
· Acelerar
la reestructuración agraria y la diversificación de las actividades económicas.
· Movilizar
los recursos endógenos.
· Potenciar
las ciudades medias y pequeñas.
· Promoción
del desarrollo sostenible. Entre las tendencias que operan actualmente en las
distintas áreas europeas, destaca la creciente conciencia del sostenimiento
medioambiental como la que más refuerza los valores de la ruralidad.