4. LAS ÁREAS RURALES PERIURBANAS
4.1. Concepto y delimitación:
Los
espacios periurbanos son las zonas rurales donde la influencia urbana es más
fuerte por su inmediatez física a la ciudad, la cual, en su expansión física y
funcional, las invade e integra a través de unos procesos cuyos efectos son de
naturaleza diversa: económica, demográfica, social y territorial, de forma que
el
rasgo más importante de estos espacios periurbanos es la mezcla de usos del
suelo, lo cual repercute en un incremento de la complejidad de los flujos de
personas, bienes, servicios e información propiciado por la presencia de una
red de comunicaciones bien desarrollada.
Sin
embargo estos procesos no han afectado al espacio rural en los márgenes urbanos
con la misma intensidad, ni del mismo modo, ni siquiera al mismo tiempo por lo
que los espacios rurales periurbanos son heterogéneos y esto lleva a un sinfín
de definiciones más o menos matizadas que Elisabeth Delios sintetiza como «espacios plurifuncionales en los que
coexisten características y usos del suelo tanto urbanos como rurales,
sometidos a profundas transformaciones económicas, sociales y físicas, y con
una dinámica estrechamente vinculada a la presencia próxima de un núcleo urbano
de gran entidad». (Delios, 1991: 8)
La
cuestión está en dilucidar si esta integración rural-urbana se hace como una simbiosis en la que ambos espacios sacan
provecho, o bien el urbano actúa como un parásito
sobre el medio rural, teniendo muy claro que tanto el dominio como la dirección
de los procesos son ejercidos desde el medio urbano. Por ejemplo, la invasión
de usos y funciones urbanas trastoca el mercado del suelo en los espacios
periurbanos en el que la agricultura pierde competitividad de manera que se ve
abocada a una serie de transformaciones de distinto signo, siendo las más
negativas la reducción de su espacio y el abandono de la explotación de algunas
parcelas por la expectativa de un cambio de uso («barbecho social»). En el fondo está el problema de la propiedad y
del declive de la actividad rural, «en el
caso más general la periurbanización acelera la desposesión rural». (Barrère, 1988: 62)
Para
la delimitación de las áreas rurales periurbanas se han propuesto distintos
términos y marcos espaciales:
B. Kayser, en 1990, dividía
el espacio en torno a los grandes centros urbanos en tres coronas periurbanas[1]
entre las que, a pesar de la aparente gradación de situaciones, se producen
rupturas o discontinuidades: (Delios, 1991: 18)
·
1ª Corona Periurbana: La que se
corresponde con la suburbanización; física y funcionalmente unida a la ciudad.
·
2ª Corona Periurbana: En la que los
procesos de transformación ya han comenzado, con parcelaciones generalizadas.
·
3ª Corona Periurbana: Con un carácter
rural en los que los procesos de urbanización compiten con una sociedad y unas
actividades rurales que todavía presentan cierta resistencia a los cambios. Es
la que se correspondería con el proceso de periurbanización reciente.
La
frontera entre la segunda y la tercera coronas periurbanas no se manifiesta de
nítidamente por lo que Kayser propone un método de delimitación basado en tres
grupos de variables:
a)
Según la situación y las características
de la agricultura (tradicional, capitalista o marginal); el tipo de poblamiento (concentrado o
disperso); y el equipamiento básico.
b)
Según el grado de urbanización; el volumen
de las nuevas construcciones; el nivel socioeconómico de los propietarios; y
las características del mercado del suelo.
c)
Según: el papel de los agricultores y de
los otros grupos sociales en la gestión municipal; la actitud frente a la
urbanización de los distintos grupos sociales y de los poderes locales; y las
medidas de control del proceso de urbanización (planificación).
_
Pryor
en 1968 elabora su modelo de franja
rural-urbana que define como «la zona de
transición del uso del suelo, de las características demográficas y sociales,
situándose entre las áreas suburbanas del lugar central y su área de influencia
rural, con una orientación social mixta, rural y urbana; con una escasez de
servicios urbanos y de planificación
urbana; unos límites que van más allá de las políticas del lugar
central; con una densidad de población creciente por encima de los demás
distritos rurales y por debajo del lugar central». Utilizando criterios de usos del suelo y
demográficos subdivide la franja rural-urbana en una franja urbana con una
mayor densidad residencial, un mayor crecimiento demográfico y un mayor ritmo
en la reconversión de usos del suelo que la otra franja rural. (Binimelis, 1996)
Bryant, Russwurm y McLellan, en 1982, reinterpretan y amplían el
modelo de Pryor. Para ellos los procesos de periurbanización y de
contraurbanización han expandido los límites de la ciudad sobre el entorno
rural, ahora se habla de una «ciudad regional» compuesta por:
§
La Ciudad Concentrada: Que acoge entre el
75% y el 90% de la población en apenas un 5% del territorio.
§
La Ciudad Dispersa o «Campo Urbano»: Que
en el 95% del espacio alberga entre el 10% y el 25% de la población. A su vez
subdividen esta parte en:
-
Franja Rural-Urbana, con dos zonas:
-
Interna: Con cambios avanzados de usos
rurales a urbanos, acosada por el frente de urbanización.
-
Externa: Con un claro dominio de los usos
rurales en el paisaje, pero con elementos urbanos nítidos en él (residencias,
polígonos…).
-
Sombra Urbana: Con una mínima presencia
en el paisaje de elementos urbanos pero con residencias no agrícolas y
movimientos pendulares hacia la ciudad.
-
Hinterland Rural: Población mediatizada.
Proceso de aculturación. La influencia urbana, lógicamente, varía de forma
inversa con la distancia al núcleo central, y directamente con su tamaño.
Otros
autores han intentado la delimitación de las áreas periurbanas atendiendo más a
los procesos sociales en curso, referidos a las pautas de reproducción de la fuerza
de trabajo y de localización de las actividades de producción y de
distribución.
Jaillet
y Jalabert interpretan el crecimiento periférico urbano en Francia como la
impronta geográfica de las actuaciones sociales (espacio social) derivada de
una serie de elementos interdependientes a analizar: (Delios, 1991: 17)
·
Localización de actividades económicas.
·
Estructuras productivas.
·
Situación, rasgos y evolución de la
agricultura.
·
Mercado del suelo.
·
Planificación territorial.
·
Actitudes y papel de los antiguos y
nuevos residentes periurbanos.
Se
han intentado delimitaciones de los espacios rurales periurbanos atendiendo
tanto a criterios cualitativos como a cuantitativos, o ambos, pero como apunta
Elisabeth Delios, «la mutación constante
de los mismos, la alteración en cortos espacios de tiempo de las estructuras
físicas, económicas y sociales pueden convertir en inoperantes algunas de estas
delimitaciones» sobre todo las basadas en el tratamiento estadístico de los
datos, y los intentos por aislar los espacios periurbanos de su entorno urbano
y rural a menudo «impiden comprender la
naturaleza del fenómeno de la periurbanización», el cual sólo puede ser
entendido si «consideramos la ciudad, el
espacio periurbano y el espacio rural como elementos de un único sistema». (Delios, 1991: 19)