Las zonas de mayor sensibilidad serán aquellas que actualmente tienen un perfil de mayores temperaturas y menores precipitaciones, en las que pueden disminuir los aportes de agua en un 50%. A su vez son las mayores consumidoras de agua. Esto incrementa la incertidumbre de disponibilidad del recurso agua para garantizar las necesidades sociales y ambientales futuras.
Los impactos del cambio climático dependerá de los usos y manejos que efectuemos del recurso agua a medida que los aportes de agua vayan disminuyendo, pues junto a la sequía climática, existe una sequía antrópica, provocada por el hombre, no menos importante causada por una gestión del agua más preocupada de aumentar la oferta que de gestionar los consumos.
Se consume agua por encima de las posibilidades que tenemos de disponer de ella, lo que ha llevado en muchas zonas a superar un consumo medio de un 20% de los recursos hidráulicos renovables totales, lo que se considera como el límite de sobreexplotación de un sistema. Es necesario limitar el crecimiento de la demanda de agua en bastantes zonas del país, incluso reducir las demandas actuales mediante el abandono de una parte del regadío en determinadas zonas, hasta recuperar el equilibrio hídrico. El sureste peninsular y las islas son las zonas donde el impacto sobre los recursos hídricos se manifestarán más severamente, pudiéndose llegar, en el escenario más severo, a una reducción conjunta de las aportaciones del 17%, con una disminución del recurso disponible del 14% en el conjunto del Estado. |